Opuslibros - Respuesta a Benito.- Flavia

Flavia :

Respuesta a Benito

Estimado Benito:

Gracias por tus considerandos hacia mi correo, y gracias por tu contestación, que me ha interesado mucho. Quisiera comentar algunas cosas:

- En primer lugar, es absolutamente cierto que no es simple mantenerse en la fe católica ante el espectáculo escandaloso de la aprobación jurídica de la Obra, o de la canonización de Escrivá. Y cuando digo escandaloso, lo digo en el sentido bíblico de la palabra: el escandalo pone a prueba la fe, la vulnera en lo más profundo. Creo haber escrito en la WEB sobre el asunto en otras oportunidades. A mí no me resulta fácil seguir adelante con mi experiencia creyente ante este panorama (y no sólo ante lo que sucede con el Opus Dei en la Iglesia actual), pero, en lo personal, la experiencia creyente, mi condición de católica, es constitutiva y estructurante. Tan simple como eso.

- Lo cual no quiere decir que yo esté dispuesta a asumir con cinismo, ceguera o necedad, lo que denomino como perteneciente al plano de los "hechos consumados". No sólo no lo asumo, tampoco lo justifico, ni lo naturalizo, sino que lo cuestiono abiertamente.

- Cuando digo que hay que distinguir una realidad temporal y una sobrenatural en la Iglesia, no postulo la independencia de una respecto de la otra, de modo que cualquier cosa pudiera ser aceptada, en virtud de la falibilidad humana de la institución eclesial, en su dimensión temporal. Lo que quiero señalar es la compleja relación de una institución que se desarrolla en el tiempo, que toma decisiones de índole temporal, pero que adquiere su identidad en el plano sobrenatural, como cuerpo místico de Cristo. En todo caso, se trata de la respuesta que las personas y las instituciones han de dar al desafío que involucra el misterio de la Encarnación: Jesús "se nos ha hecho camino", como decía Santa Clara, tomando la condición humana y redimiéndola desde ella. Un misterio que atraviesa la historia desde la eternidad, y que la Iglesia está llamada a reactualizar, como sacramento universal de salvación. Ciertamente, puede ocurrir que la Iglesia no sea fiel a esta misión, ya ha ocurrido antes, y la promesa de permanencia para la Iglesia no nos dice cuáles serán sus avatares, y tampoco absuelve o justifica su devenir temporal.

- Entonces, se presenta la cuestión de cuál ha de ser la actitud de los miembros del cuerpo eclesial ante aquellas situaciones que vayan contra la identidad eclesial, identidad que, por otra parte, no es "a la carta" ni funciona con la "lógica del supermercado", sino que involucra a la Revelación, a la Tradición, y al Magisterio. Al respecto, he de decir lo siguiente:

- Que si lo que está ocurriendo actualmente en la Iglesia con la Obra y similares, o lo sucedido en el pasado, tuviera el rango de artículo de la fe, yo estaría fuera de la comunión eclesial, pero no lo tiene, ni puede, de derecho, tenerlo.

- Que el sostener la responsabilidad de la actual conducción de la Iglesia, respecto de los hechos que en esta WEB se discuten, plantea una actitud cuyo contenido proviene necesariamente de la fe, de la fe en que la verdad y la justicia han de imponerse, y que estos hechos esperan su aclaración, como otros. En definitiva, se trata de creerle a Dios, no sólo de creer en Dios. Creer que la promesa de renovación, de redención, toma a toda la realidad, también a ésta, que nosotros vivimos, que yo vivo hoy, también en lo que atañe al ámbito eclesial. Mi opción es seguir respondiendo al don de la fe, con todas mis limitaciones, y no callar, como puede advertirse por el contenido habitual de mis intervenciones.

- Sí comprendo que, no mediando la fe, todo lo antes expuesto es admisible en cierto nivel, pero luego puede sonar a excusa, o a justificación bien intencionada, a lo sumo. Hay disyunciones de perspectiva que no pueden homogeneizarse, y que poseen, en virtud de su diferencia, su lógica propia.

- También creo "llamar a las cosas por su nombre" en mis intervenciones y escritos, dando cuenta de esos "nombres", procurando, (en el marco de mis limitaciones, insisto), dar razón de mis palabras, compartiendo con claridad mi punto de vista para someterlo al examen de los demás.

Una última cosa, porque "nobleza obliga": los miembros de la Orden de Predicadores sí fueron jueces inquisitoriales, pero no Santo Domingo, su fundador, que no sólo no lo fue (de hecho, el santo oficio, como fue conocido posteriormente, ni siquiera existía en los inicios del siglo XIII), sino que sostuvo siempre la ilegitimidad del uso de la fuerza contra los "herejes", y vivió sus días de acuerdo con el evangelio, lo puedo asegurar, con motivos fundados. Un triste caso de un "padre" que paga los pecados de algunos de sus hijos.

Te reitero mi agradecimiento por tu respuesta, con la conciencia de las dificultades que presentan estos asuntos.

Saludos cordiales
Flavia

Publicado el Wednesday, 26 May 2004