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 Tus escritos: Carta de una ex supernumeraria a las directoras de san Gabriel (4).- Salypimient

078. Supernumerarios_as
Salypimienta :

Carta de una ex supernumeraria a las directoras de san Gabriel (4)

Salypimienta, 31 de enero de 2011

Sobre el "apostolado de pedir"... y la regla de no dar

No recuerdo la primera vez que siendo de san Rafael me pidieron algo... material, no dábamos aportación propiamente dicha, pero dábamos una especie de cooperación por asistir al dichoso club. Y esa nos la pedían de manera muy sutil, que casi ni te dabas cuenta. Pero sí que recuerdo bien la primer navidad de ser 'niña del club'. La directora del centro (ni siquiera era una de las nuestras) como que no quiere la cosa, se apareció durante varias tardes previas a las fiestas decembrinas -es decir, en México, el maratón Guadalupe-Reyes-, y una a una nos iba haciendo plática e indagaba si pensábamos hacerle algún regalo a nuestras directoras de san Rafael…



Me imagino que la mayoría contestamos que sí teníamos planeado regalar algo, entonces, la mujer ésta (que siempre me pareció y me parece nefasta, manipuladora y bastante hipócrita), se salía con la perorata de que las numerarias vivían la pobreza en grado heroico (si, ¡cómo no!, a la mujer ésta se le notaba la pobreza en todo, parecía salida de las páginas de moda y estilo de una revista con nombre de saludo), que ellas, las numerarias no tenían permitido recibir regalos (sólo si eran numerarias de las del montón, porque las de ringo-rango claro que reciben regalos) que mejor pensáramos en comprar algo de regalo que les sirviera a toooooooodas las numerarias... Y acto seguido se recitaba una lista de cosas 'que les servirían' a todas las numerarias de la casa. Hay que pensar que en ese entonces, todas las que asistíamos al tal club tendríamos entre 15 y 18 años, y nuestros recursos económicos bastante limitados, porque todo el dinero que teníamos, por lo general era lo que nos daban nuestros padres para los gastos personales, por lo tanto, una cafetera eléctrica con capacidad de 30 tazas, una fuente con quemador tipo buffet, o un juego de mantel y servilletas de lino... y no me acuerdo qué otras cosas más. Ingenua que era yo, lo comenté en mi casa y mi mamá puso el grito en el cielo... ¿no puedes regalarle nada a la directora que te cae bien, pero puedes comprarles todo un menaje de casa?... La cosa se resolvió con que yo mandé una canasta de galletas hechas en casa de regalo de navidad, pero eso sí, aclarando que era para todas las numerarias de la casa. Y por muchos años tuve esa costumbre, enviar una enorme canasta de galletas al centro al que asistía... y nunca me dijeron nada sobre ello.

Recuerdo perfectamente también cuando me iba a casar, (ya era supernumeraria), que la directora en cuestión, ya cerca de la fecha de mi boda, me llamó aparte y me dijo que yo ya sabía que en la obra no se acostumbraba dar regalos, que el que yo recibiría de parte de ellas serían sus oraciones y que me encomendarían. Pero que yo tuviera en cuenta de que si de los regalos que iba a recibir con motivo de mi boda, pensaba que alguno le podía servir al centro, que sería un acto de generosidad regalarlo, y que si me daban regalos repetidos, era de buen espíritu donarlos a la obra que siempre estaba tan necesitada. La verdad es que no doné nada. Yo estaba comenzando una nueva vida y necesitaba toda la ayuda posible. Los regalos que recibí repetidos, los cambié por otros o por dinerito que buena falta que nos hacían.

Todos los años que fui supernumeraria, lo que más odiaba era esa maldita costumbre de pedir. La verdad es que resulta molesto que te pidan para todo. Me considero generosa, pero todo tiene un límite. Una vez, una directora no sé por qué circunstancias fue a verme a casa de mis padres. No estuvo más de 10 minutos. Suficientes para que le echara el ojo a una talla de san Miguel Arcángel (como de 20 cm. de alto) que ha pertenecido a mi familia por 6 generaciones. No tardó en decirme que debería de hablar con mis padres parta que la donaran al dark side. Cuando le dije que era más fácil que mis padres donaran un pulmón que esa pieza, me riñó y no me bajó de egoísta y de mal espíritu... Nunca comprendió la mujer ésta que mis padres nunca han pertenecido al opusdei, ni les gusta y que cada quien regala lo que quiere y puede.

Una de las cosas que me decidió a largarme del antro ése, fue cuando en un círculo, nos pasaron un power point super profesional del proyecto de construcción de la nueva comisión-asesoría y demás. Terminando éste, la directora nos anunció que a cada quien nos tocaban 2,000 dólares...y todavía la cínica nos dio ideas de cómo conseguirlos que iban desde pedir una hipoteca sobre nuestra propia casa hasta cuidar niños ajenos por las tardes.

Me parece bien que cada quien busque como pueda la manera de ganarse la vida, pero no a costa de engañar a buenas personas que la mayoría de las veces tienen que hacer verdaderos sacrificios para dar aquello que le piden. ¿Desde cuándo se ha visto que se tiene que poner cuota para pedir caridad?

¿Por qué tengo que pagarte una fortuna para hacer el curso de retiro y la convivencia obligatorios?, ¿Quién dijo que voy a comprarle a la numeraria directora un Ipad, si ni siquiera yo lo tengo?

Creo que uno de los pesos más pesados que me quité de encima al marcharme, fue el de tener que dar más allá de mis fuerzas. Ahora el dinero sí que me rinde, lo dedico a mi familia, a la de sangre... a la que Dios me dio desde el principio... y no a una peña de rémoras que se sienten muy por encima del bien y del mal y no hacen más que chupar la sangre como sanguijuelas... porque de dar, no dan nada, a veces, ni el saludo.

Continuará...

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Publicado el Monday, 31 January 2011



 
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