Reparto de desprendimientos personales

Una situación que me impactó mucho, nada más hacer la oblación y estando ya en un consejo local, en un centro de numerarias y agregadas, fue cuando, al poco tiempo de estar en él, una noche, en plena tertulia, varias numerarias le pidieron a la directora que se hiciese reparto de las joyas de desprendimientos de las agregadas y numerarias del centro. La directora asintió y me dijo que fuera a un armario, con otra numeraria, y trajera las joyas que estaban en el estante de arriba...

Sin entender nada, fui y al abrir el armario, vi en dicho estante, montones de joyas de todo tipo y condición: sortijas, colgantes, broches, pulseras, pendientes, etc..; llevamos el material al cuarto de estar y la directora fue descartando varias piezas. Nos dijo: “las agregadas que se han desprendido de estas joyas, todavía están en este centro y no os pueden ver con ellas puestas y las numerarias como ya no están viviendo en esta centro, las podéis coger junto con la de las agregadas que ya no están aquí”. Esas, las devolvimos al estante del armario y las otras se extendieron sobre la mesa y, una vez colocadas, cada cual elegía una o dos piezas. El tiempo pasaba y fue una de las tertulias de ese centro donde recuerdo que la gente se lo pasó francamente bien. Las que sobraron, las  llevamos al armario hasta otra ocasión.

Se me quedó un nudo en la garganta. Pensaba, -otras pobrecillas, que piensan que sus joyas, estarán en objetos del Oratorio-. Fue otro momento muy desagradable en mi vida como numeraria.

Lo hablé con la directora del centro, que me dijo que no fuese escrupulosa, que estos repartos se hacían en todos los centros. En honor a la verdad, había pocas joyas que fuesen maravillosas, eran corrientes, algunas muy bonitas, pero tenían su aquel y además suponían el desprendimiento de las personas que las iban dejando en la mesa de dirección, con buen espíritu y pensando que serían utilizadas para fines más elevados.

Hasta pronto

Pimpinela escarlata.

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