Las novedades al entrar como directora en un centro: los armarios

Recuerdo cuando llegabas como directora en una Casa. Después de ir al Oratorio, la siguiente parada era la entrada triunfal en el dormitorio-despacho. Siempre pensaba, ¿donde estará el armario secreto en esta habitación?. Unas veces, era el armario normal, con botón especial, que hacía girar el armario y allí detrás, estaban diversas carpetas de documentos, praxis, impresos, la caja de caudales de mano, para que la secretaria pudiese hacer los arqueos quincenales, sacar dinero para los gastos de las numerarias, de las agregadas, etc., los libros de contabilidad (doble), para dentro y para fuera (por si venía la policía), etc...

Otras veces, en otro centro, era doble pared, normalmente a la altura de la ventana; se había construido y tapado con adornos, plantas, etc.. Tenía una puerta que se abría y allí estaba lo mismo que había en el armario.

Otras, un armario normal, con doble fondo. Es decir, que tenía su intríngulis, ir averiguando los lugares secretos, sólo conocidos por el consejo local y el resto de las numerarias, pues no tenían ni idea porque cuando se iba a abrir el armario secreto, cerrábamos la puerta.

Al principio, en los sesenta y años anteriores, se quemaban los documentos que habían quedado obsoletos, en una cacerola grande, en la cocina, estando sólo dos del consejo local. Posteriormente, teníamos tritura papeles, y ese cometido lo hacía normalmente la secretaria y si no estaba, lo hacía la subdirectora o directora.

Para saber cuando teníamos que destruir un papel, se recibía de la delegación un escrito que decía: Hacer lo indicado en C) con… y aquí ponían el número del documento. Todo en clave por si los escritos caían en malas manos o se perdían. Esto era como una novela policíaca.

Hasta pronto.

Pimpinela escarlata.

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