Queridísima Emevé:

El conocer, que con mi testimonio, he alcanzado a ayudar a una sola persona como nos cuentas, me llena de satisfacción. Y, ésta, se multiplica, si es a una persona que ha pasado por el mismo trance que yo, al ser expulsada del opus cuando ya no les era rentable.

Se me llenan los ojos de lágrimas, porque sé por lo que has pasado y doy gracias a la vida porque te recuperaras y sigas curando tus heridas como yo. Me siento totalmente identificada con los sentimientos que trasmites en tu escrito. La verdad es que mi historia es más dura de lo que he descrito pero, le tengo aún tanto miedo al opus dei, que he tenido que prescindir de escribir detalles, por si reconocen mi identidad.

Efectivamente, NO TIENEN CORAZÓN. Carecen de la más mínima sensibilidad con el que no les interesa.

Particularmente, siempre me llamó la atención, el cambio hacia esta frialdad que iba viendo, en las numerarias que pasaban a ir ocupando cargos hasta llegar a las delegaciones o a la asesoría. De ser personas medianamente normales en cuanto a espontaneidad y ámbito afectivo, pasaban a ser completamente frías con el paso del tiempo e incluso -como tú dices- ser puramente personas con maldad que cumplen todas las normas escrupulosamente.

Así, son capaces de llegar a hacer lo que nos hicieron a cada uno y, desgraciadamente lo siguen haciendo.

Ha pasado tiempo, y aún mis heridas no han terminado de cicatrizar porque, como tú, lo di todo al opus dei y cuando me "exprimí como un limón" (palabras del fundador) desecharon lo que quedaba de mi.

Como dice, EsperanzaRo, se nos machacó con la idea de que "un enfermo es un tesoro" hasta que el enfermo es uno mismo y todas esas ideas se caen por su propio peso.

Era una chica que acababa de empezar a trabajar en una empresa cuando el opus me robó la salud. Al plantear a la directora darme de baja durante un tiempo, ésta me pidió mi nómina y tras ojearla, me dijo: "Por el tipo de contrato, no tienes derecho a baja". Yo, como tenía 23 años, ninguna experiencia laboral y confiaba ciegamente en las directoras, me lo creí y estuve trabajando estando muy mal y con los demás de la oficina quedándose ojopláticos.

Un afectuoso abrazo.

Amelia