Veía con mi pequeño la historia de un simpático tren que, viviendo intensamente cada momento, parte desde su Estación a otra. Este dibujo animado de origen ruso me hizo recordar aquella historia aparentemente escrita por Escrivá: "La historia del borrico de Noria". Excelente cuento en la que él se ve retratado en el borrico y que - lamentablemente - sólo está publicada dentro de los "escritos internos" del Opus Dei.

Sin embargo, en la historia del borrico, Escrivá va "a toda mecha" por cumplir un destino, su destino, EL destino. En su trepidar no se distrae "como los otros borricos" que miran y "juegan con las flores y mariposas del camino". De este modo, sin distracción alguna, diestro en el trote, rápido y ligero, se convertirá en guía de corceles ¿o domador?, no lo sé, para llevarlos - junto con él - al encuentro con EL destino ¿O el destino que les inventa? Tampoco lo dice. Únicamente el borrico muere de fatiga. De los corceles y otros borricos no cuenta más.

A la par con la historia del simpático tren ruso, éste sí se detiene en el camino y es amonestado por el "rapidolas" con su enorme reloj en la muñeca. "¿Por qué nos detenemos? ¡Vamos a llegar tarde a nuestro destino!" replica al Tren y el Tren le responde: "Es que cada amanecer se ve una sola vez en la vida y si nos lo perdemos, nos perdemos la vida", concluirá. No me detengo en las otras paradas que hará para refrescar su alma y el alma de los demás pasajeros en el tránsito de una Estación a otra.

Dos formas distintas de ver la vida, de vivir la vida. La primera reclama velocidad de cumplimiento sin más razón que la de morir fatigado. La segunda de vivir mientras se va de un lado a otro. La primera puede elegir muchos caminos y galopa sólo por uno. La segunda sigue una sola vía pero se detiene y hasta salta fuera de ella para gozar de las flores, las aves y el viento. Ciertamente dos cuentos distintos y análogos ¿Borrico o Tren? Elija el lector.

Nicanor

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