Años atrás estuvo de moda recibir charlitas y conferencias con razones jurídicas, antropológicas, etc., sobre la importancia de la educación diferenciada, y la importancia de defender ese modelo educativo como derecho de los padres.

Una mañana acudió a una convivencia de supernumerarios una persona experta en educación a divagar sobre este tema y a animar en la tertulia a los asistentes para que se formaran muy bien y defender este tipo de enseñanza.

Al día siguiente, el sacerdote de la convivencia, un hombre con mucha experiencia en la vida, que tuvo cargos de gobierno y sobre todo conserva el sentido común, en la meditación dijo: "no nos engañemos, ni nos dejemos engañar, si ahora nosotros tenemos que defender el modelo de educación diferenciada, es exclusivamente por motivos apostólicos y proselitistas. Si no nos dejan tener colegios de niños y colegios de niñas, ¿de dónde van a salir las vocaciones? Si nos tocan los colegios, entonces ¡apaga y vámonos!".

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