Dice Nicanor el 12 de noviembre que "entre los mitos y profecías internas se narrará la muerte de uno de los primeros hijos de Escrivá, Croata (no recuerdo el nombre) y miembro de la unificación Croata, en un atentado de avión mientras se dirigía a Argentina, del cual Escrivá -dicen sus biógrafos- gritaba tras su muerte: "¡Me lo han matado!" ¿Quiénes? Obviamente la KGB".

Se trata de Vladimiro Vince, sacerdote numerario, el primero que pidió la admisión en Roma, que murió en un accidente de aviación el 6 de marzo de 1968 de quien en este enlace puede leerse un artículo sobre la Iglesia Católica y los croatas fuera de su patria, escrito por Vladimir Stankovic. También hay un libro de Jesús Urteaga, "Carta a los hombres", donde se encuentra una extensa semblanza de Vlado, como le llamaban dentro de la organización.

Hubo otro croata, de nombre Anton, cuyo apellido no recuerdo bien si era Buster, Ruster o algo parecido, cuyo pitaje suscitó una cuestión que a mí me sorprendía cada vez que la contaban, que era casi siempre que se daba una charla sobre idoneidad.

Parece ser que este Anton, candidato para ser numerario en la opinión de Álvaro del Portillo, tenía algún defecto, no sé cuál, y cuando Escrivá dijo que no podía ser numerario sino oblato (agregado), del Portillo exclamó: "¡pobre Anton!". A lo que el gran jefe replicó: "¡Pobre Obra!"... y continuó explicando por qué unos podían ser numerarios y otros no. Y para cerrar el capítulo de croatas, los interesados pueden consultar en Wikipedia la entrada Luka Brajnovic, supernumerario, que fue profesor en la Universidad de Navarra y antes de eso tuvo una vida de película.

Bastián