Carlos F. :
Es indudable que D. J. Antonio G. Lobato causaba impacto a quienes le conocían. Durante mi permanencia en el Opus Dei tuve la ocasión de convivir con él en la misma casa y de coincidir en muchas ocasiones.
He leído recientemente aquí que desde su regreso de México estaba triste y taciturno y con deseos de volver allá; esto último sí que lo puedo constatar pero, al menos desde mi recuerdo, nunca me pareció triste ni mucho menos taciturno, más bien todo lo contrario.
Recuerdo a D. José Antonio como una persona alegre, vital y apasionada. En relación al Opus Dei me parecía un sacerdote totalmente entregado al espíritu y praxis de esta organización, una entrega íntegra, sin fisuras, un sacerdote auténticamente Opus, de hecho los superiores lo veían con ideas “completamente seguras” y no paraban de encomendarle tareas de dirección espiritual, retiros, meditaciones, charlas, etc. Por cierto, sus meditaciones y retiros eran bastante amenos así como impactantes, su participación en tertulias era atractiva para los entonces opusianos como yo por las anécdotas y cosas divertidas que contaba.
Recuerdo esta anécdota que contaba y que reflejaba su manera de ser:
Estando viajando en tren, de esos antiguos y lentos de los años sesenta del siglo pasado, cuyos vagones tenían compartimentos con asientos corridos para cuatro o cinco personas en un lado y otros tantos en frente, don JA con perfecta sotana impoluta y alzacuellos opusdeístico, siendo como era buen relaciones publicas y buen comunicador, enseguida entabló conversación con el pasajero de enfrente, y hablaron y hablaron. En una de tantas cosas, el pasajero viéndole tan combativo le preguntó “- Oiga, perdone padre, ¿es usted de la Armada (o sea de la marina de guerra)-“, a lo que don JA le respondió enfatizando y elevando la voz “Nooo, no soy de la Armada ¡¡¡SOYYYYY … DE LA QUE SE VA A ARMAR!!! (se refería al Opus Dei)”y de una manera amplia se echó a reír, jajaja.
También he leído de una partícipe femenina que don JA le parecía un poco amanerado en su manera de hablar y en sus gestos. A mí personalmente no me llamaba la atención por esto aunque su figura fuese más bien rechoncha y nada atlética similar a la de san Josemaría, así como de voz atiplada. En mi recuerdo me parecía que tenía un tipo de rasgos físicos y gestos que son frecuentes en algunos sacerdotes y obispos de la Iglesia católica, incluido el actual prelado, pero por mi parte creo que lo hay que valorar es la personalidad de don JA, a pesar de que quizás por haberle conocido ello me supuso seguir caminando unos años más en una mentira espiritual.
Carlos F.
Publicado el Wednesday, 15 September 2010
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