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 Correos: ¿Investigación eclesiástica al Opus Dei? (2).- Josef Knecht

125. Iglesia y Opus Dei
Josef_Knecht :

En continuidad con mi último escrito del 23.06.2010, quisiera terciar en las palabras que Ana Azanza (23.06.2010) ha dirigido a Ramón (21.06.2010).

Es del todo correcto, como bien señala Ana, que la Iglesia Católica no se debe reducir al Opus Dei ni a otras “guarderías de adultos” que pululan en ella; la mayor parte de los católicos –clérigos y religiosos incluidos– no tienen mentalidad sectaria. Hace varias semanas vi un programa de la televisión catalana (TV3), en el que la periodista Pilar Rahola comentó: “Soy agnóstica, pero, cuando hago la declaración anual de la Renta, siempre señalo la casilla reservada a la Iglesia Católica. No soporto a los integrantes de la Conferencia Episcopal, pero la labor social de la Iglesia es tan admirable y eficaz, que debe ser apoyada” (palabras no textuales). Pilar Rahola distingue entre los católicos de a pie, que son la gran mayoría, y los pocos que gobiernan y cortan el bacalao, es decir, los obispos...



Me atrevería a decir que Ramón también es consciente de ello y que no hacía falta recordárselo. Ramón no generalizó pensando en todos los católicos, como si pretendiera identificar de manera simplona Iglesia con Opus, sino que se limitó a adentrarse en la mente de la mayoría de los actuales obispos diocesanos y monseñores del Vaticano. Y, en este sentido, acertó en su análisis. Por desgracia, muchos miembros de la jerarquía católica actual guardan una cierta sintonía con el Opus: unos porque simpatizan con él, otros porque están maniatados por los intereses creados, y todos porque tienen que obedecer al Vaticano haciendo caso a las pautas de la política eclesiástica dictadas por éste, y, aunque algunos obispos no simpaticen personalmente con el Opus, callan su pensamiento, si es que lo tienen, y dejan que actúe a sus anchas (reconozco que algo he generalizado y que algunos obispos ponen a veces alguna pega al Opus). Por ello, el planteamiento de Ramón fue substancialmente correcto. Tengamos también presentes las observaciones de Giovanna Reale (2.06.2010), según la cual las “guarderías de adultos” actúan como grupo de presión ante la autoridad eclesiástica, de modo que la mayoría de los obispos no ven o incluso no quieren ver al Opus Dei con los mismos ojos con que lo vemos Ana Azanza y yo, de modo que así se quitan problemas de encima para no poner en riesgo su carrera eclesiástica.

 

Ana afirma que el Opus es un fenómeno rancio del catolicismo trasnochado español de la primera mitad del siglo XX, lo que lo distingue del resto de la Iglesia. Razón no le falta, pues el período fundacional de esa institución, además de imprimir en ella “carácter indeleble” in saecula saeculorum, aún está bien vivo en el ánimo de don Javier Echevarría, actual Prelado del Opus Dei o “Caudillo” de turno. Pero, a la vez, habría que matizar que, en los últimos decenios, el Opus ha sabido adaptarse muy bien en su aspecto externo mejorando en sus relaciones con los obispos, a quienes presenta una imagen muy distinta de la España del siglo pasado. Por ejemplo, un sacerdote estadounidense de la prelatura Opus Dei, cuando se entreviste con algún arzobispo de su país o cuando despache asuntos con algún miembro de la curia vaticana, no irradiará precisamente aires del torero Manolete. Nos guste o no, debemos reconocer que el Opus sabe darse publicidad y que sus campañas de imagen le dan buen resultado, el suficiente como para seguir adelante, aunque sea a trancas y barrancas.

 

He puesto el ejemplo de Manolete por simpatía con Ana Azanza, porque este torero falleció en agosto de 1947, tras recibir una cornada mortal en la plaza de toros jiennense de Linares, no muy lejos del actual domicilio de Ana. Pero podría poner otros ejemplos. Sin ir más lejos, mañana, sábado 26 de junio, se celebrará la memoria litúrgica de san Josemaría Escrivá en todo el orbe católico. Puesto que este año cae en sábado, las solemnes celebraciones eucarísticas en memoria del santo se han adelantado al viernes 25 en bastantes ciudades. Esas misas suelen estar presididas por el obispo del lugar u otro jerarca eclesiástico, y sus homilías no retrotraen al catolicismo rancio español de finales del siglo XIX ni de comienzos del XX; al contrario, los obispos elogian a san Josemaría presentándolo como un sacerdote heroico que enseñó a los laicos la santificación del trabajo en medio del mundo de acuerdo con el espíritu del Concilio Vaticano II.

 

Hechas estas observaciones, añado que la sugerencia de Ana acerca de acudir a los tribunales civiles para denunciar los abusos que los directores del Opus y sus médicos compinches hayan provocado en mucha gente, me parece de lo más acertada. Puesto que veo muy improbable que, a fecha de hoy, las autoridades eclesiásticas inicien una investigación profunda de la vida interna del Opus Dei (¡ojalá me equivoque!), podría ser útil crear un precedente de litigios en el ámbito de la jurisdicción civil. En el caso de que esos juicios fuesen perdidos por los directores del Opus Dei siendo declarados culpables, se podrían presentar posteriormente a la autoridad eclesiástica como un argumento a favor de iniciar un proceso eclesiástico contra el Opus. Esta sugerencia es, por tanto, muy inteligente.

 

También acierta de lleno Ana, cuando nos anima a que no seamos tan rolleros en opuslibros y a que aportemos nuestro grano de arena en el campo de la acción: no sólo basta con hablar o escribir, cosa que puede venir bien para la terapia psicológica personal, sino también hay que actuar aportando nuestro testimonio tanto en el ámbito civil como en el eclesiástico. Ana Azanza tiene toda la razón una vez más.

 

Josef Knecht  




Publicado el Friday, 25 June 2010



 
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