Hola, 

Sin entrar en polémica, me gustaría responder al correo de Ana Azanza (22-6-10), en el que ella planteaba objeciones a mi escrito previo. 

Cuando hablamos de la Iglesia, por educación y tradición, nos traiciona el lenguaje. No hacemos distinción entre la Iglesia como cuerpo místico de Cristo, como pueblo de Dios, como institución humana, y como jerarquía gobernante. A veces usamos términos como "Iglesia oficial" (como si el resto fuera clandestino) o la "Iglesia" sin aclarar si nos referimos al Vaticano o a todos los católicos, etc. Con frecuencia, lo que queremos es hablar del funcionamiento de la jerarquía eclesiástica, en particular el Vaticano, frente a la dinámica de los cristianos de a pie.

Quizás sea este el problema de mi escrito: hablo de la relación Iglesia - Opus refiriéndome a la relación establecida entre la jerarquía eclesial (desde los obispos hasta el papa) y el Opus dei. Evidentemente, ellos son quienes dirigen, conducen y deciden en la Iglesia, en forma de monarquía absoluta.

Tengo claro que ellos - la jerarquía NO SON la Iglesia católica como tal, y mucho menos la Gran Iglesia cristiana, pero sí son su parte más visible y pública. Es cierto, como dice Ana, que la iglesia de a pie es mucho más rica y variada, pero también lo es que ningún sujeto eclesial se sustrae a la dinámica de la jerarquía, sea del Obispo, del cardenal primado o del Papa.

Dicen los teólogos que los obispos tienen tortícolis de estar todo el día mirando a Roma. Y digo más: en los tiempos que corren, desde la Jerarquía vaticana se pretende que el funcionamiento vuelva a ser lo más vertical posible, que el obispo mande y los demás, arciprestes, curas y laicos obedezcan. Lo derivado del Vaticano II se ve como contraproducente. Lo que hay que hacer es llenar el seminario y dejarse de chorradas (con perdón).

Por tanto, es cierto que existen muchas parroquias no llevadas (¿o debiéramos decir controladas?) por el Opus, y obispos que no se dejan engatusar o que no comulgan directamente con ellos. Y que hay muchos católicos que no han oído hablar del Opus.

Pero también es cierto que en la Iglesia crece el número de obispos del Opus, o simplemente simpatizantes, que les dejan hacer. Eso vale también para los Kikos (de los que también empieza a decirse que la gente sale tocada) y cualquier otra organización religiosa en un momento dado.

Esta tónica es responsabilidad exclusiva del Papa, y no vale decir otra cosa. No se nombra un obispo, no se promociona (o defenestra) a un cura o teólogo sin una estricta supervisión de Roma.

Y lo mismo sucede con otros asuntos: en materia financiera, lo que dice Ana no hace más que confirmar mi tesis: si para enterarnos de lo que pasó con el IOR y Marzinkus tenemos que recurrir al periodismo de investigación, apaga y vámonos. ¿no habíamos quedado en que "la verdad os hará libres"? Porque si algo sabe hacer Roma es manejar la información, lleva 1500 años haciéndolo. El Papa sabe cuántos ratones hay en cada sacristía. El secretismo sólo es eso: secretismo. No es discreción, no es prudencia, no es inocencia, no es buena voluntad.

No digo que no haya que ayudar a la Iglesia - institución en sus necesidades, simplemente digo que la institución es opaca, quiere seguir siéndolo según le convenga, y ante eso poco podemos hacer los cristianos de a pie, que somos quienes pagamos.

Es esto a lo que me refiero: mientras la iglesia sea una monarquía absoluta, mantendrá los tics de las organizaciones monolíticas: falta de trasparencia, poca participación de los socios en la toma de decisiones, intolerancia con la diferencia, opresión de los disidentes, etc. Es lógico entonces que Roma potencie instituciones como el Opus que fomentan entre otras cosas la obediencia a los superiores, la veneración de cualquier tradición, etc. Van en la misma línea.

No niego la santidad, la vocación y la virtud de las personas, ojo. Esta seguro que es inmensa. Simplemente digo que la Iglesia - jerarquía en su relación con el Opus tiene un comportamiento "humano, demasiado humano"

Con Dios

Ramón