He leído con interés los últimos artículos de E.B.E. (21.06.2010) y de Ramón (21.06.2010), con los que manifiesto mi conformidad.

No obstante, me permito hacer un comentario al artículo de E.B.E. Por supuesto que también yo desearía que las autoridades eclesiásticas investigaran y juzgaran al Opus Dei como han hecho recientemente con los Legionarios de Cristo. Mi deseo más sincero es que la autoridad de la Iglesia frene el inmenso daño que el Opus causa en la vida de tantas personas. Pero, según manifesté en mi escrito del 17.05.2010, tengo mis serias dudas de que en los próximos meses o años acometan esa empresa.

E.B.E. razona con una lógica cartesiana y aplastante, contundentemente apriorística y coherente consigo misma. Pero su problema es que le falta la flexibilidad de esforzarse por adentrarse en la mente de quienes están al frente de la Iglesia católica en la  actualidad, es decir, en la mente de los obispos diocesanos y de los monseñores del Vaticano. Ramón sí ha hecho ese esfuerzo y, por eso, ha llegado a un planteamiento más realista. Yo me adhiero con la cabeza al realismo de Ramón, aunque a la vez mi corazón desearía que se hiciese realidad lo que E.B.E. anhela.

Efectivamente, someter al Opus Dei a un juicio sería una forma muy acertada de conmemorar, por parte de la Iglesia, el 7º centenario del proceso contra la Orden del Temple. Giovanna Reale (2.06.2010) nos recordó las siguientes fechas: el proceso de la Orden del Temple duró del año 1307 al año 1314; durante ese proceso se celebró un concilio ecuménico en Vienne (1311-1312), en el que se estudió esa cuestión. Pero me temo que, por desgracia, viendo el percal de nuestros actuales obispos y cardenales, no caerá esa breva. Y, cuando digo “por desgracia”, me refiero no sólo a las personas que sufren los errores del Opus en sus vidas, sino también a la Iglesia misma, a la que el Opus Dei causa un grave perjuicio.

Josef Knecht