Nunca me ha ocurrido el sentir un enlace especial con los que he convivido durante quince años. Nada de lo que comenta Berger sobre una especie de solidaridad por haber sufrido las mismas represiones, como si dijéramos, una especie de común resentimiento contra algunas personas o la corporación o la espiritualidad en general. Lo cual no significa que el coste de rehacer mi vida haya sido pequeño. De todo eso todos los que escribís aquí sabéis más que yo. Tampoco me arrepiento de todo lo que di o dejé de dar allí. El opus es tan de Dios como los juesuítas o la iglesia.

Creo que hay algo que no nos hace mucho bien como el sentirse un ex o el celebrar la partida, ese gracias a Dios nos fuimos. Y me duele, a propósito de lo contado por Heidi, que se cuente lo sucedido allí dentro como un mundo maquiavélico o perverso. El rencor hacia algo es un síntoma de una debilidad a la que no se quiere hacer frente. He leído poco de esta web, pero, salvo en Jacinto Choza y en las narraciones de Satur, me cuesta reconocer en casi todos el hecho de que fueron ellos los que estaban allí y los que mantenían la hoguera encendida. No creo en la libertad personal absoluta ni en la maldad radical de nuestra naturaleza. Pero sí creo que esa especie de herida que muchos queréis compartir para calmarla -lo cual me parece muy legítimo- no hace más que evitar el consuelo que necesitamos cuando debemos decir: fui yo, yo me equivoqué, yo me dejé utilizar, yo quise permanecer ciego ante lo que veía. Por eso me parece especialmente impresionante testimonios como el de Choza o I., cuya salida fue originada por motivos de conciencia, más o menos intelectualizada.

Sobre todo no entiendo cómo algunos de los que escribís con tanta saña en contra de lo que os han hecho hayáis estado tanto tiempo dentro. Pero todavía me extraña más deis a entender que era vuestra bondad o vuestra fidelidad lo que os impedía hacer otra cosa. No quiero ofender a nadie. Pero creo que fuisteis cobardes y que probablemente seguiréis teniendo los mismos problemas en la actualidad. Porque la relación entre personas se basa en muchas cosas y una de ellas es el predominio. Está inscrito en nuestra naturaleza animal el afán de dominio. No existe ninguna institución social -no hablo solo del Opus-, en la que no exista ese solapamiento de acciones, y tanto más grande resulta cuanto más están basadas en el impulso y el deseo. Foucault lo explica muy bien en su historia de la sexualidad: la debilidad engendra resentimiento y este, a su vez, genera unión con los que se encuentran en la misma situación. Y que conste que el autor era feminista.

Celebráis el haberos liberado de una cadena de una manera que me resulta sospechosa. De verdad que no quiero ofender a nadie. Comprendo que la vida se os abra como un mundo nuevo y atractivo lleno de posibilidades que antes no podíais ni soñar. No entiendo lo de celebrar, hablo otra vez de Berger, el 19 de marzo en los alpes y querer mostrar a todos lo orgullosos que estáis de eso. Pero tengo miedo de que ponemos nuestra vida -que de verdad se abre- desde nuestra posición de ex. También es síntoma de una neurosis crónica el retener en el pasado las cosas como si fueran inamovibles. El pasado es tan móvil como el futuro e incluso me atrevería a decir tan sorprendente. Clausurarlo a través del relato y juzgarlo como una época negra que no deberíamos haber vivido tiene la misma eficacia que renunciar a cambiar tu vida en el futuro. Creo que el tiempo no es lineal sino curvo. El pasado suele cambiar y hay muchas manera de hacerlo. Pero hay una actitud que lo reifica -lo petrifica- y es el acotarlo en juicios.

Quisiera poder ayudar a quien me lea y estoy dispuesto a que me machaquéis a críticas. No permitáis avergonzaros del pasado ni juzguéis a los demás o a la estructura. Soy escéptico con respecto a la verdad y me da la sensación que habláis desde una posición un tanto dogmática. No creo que la verdad pueda escribirse en palabras; otra vez, Berger, la verdad tiene carácter vital. No la utilicéis como si la tuvierais en al mano o en la cabeza porque eso os deja fuera de ella, de la vida. Seguramente penséis que soy un friki o un gilipoyas o que yo mismo estoy juzgando. Siento dar esa impresión. Yo también me solidarizo con vuestro sufrimiento y quisiera ayudar. Me costaron muchas lágrimas aprender a vivir por mí mismo y todavía no lo he conseguido. Pero enterré el resentimiento y prometo que nunca me he sentido tan libre. Todavía no he encontrado la manera de creer en Dios desde donde ahora estoy. Y consigo adivinar algunas pistas en lo que escribís aquí. Por eso os lo agradezco.

Bru