Al hilo del escrito de Ana Azanza:

Por supuesto que se sabe de dónde le llovieron 240 millones al Vaticano, vaya si se sabe: México, Chile, Argentina, España y un poquito aquí y allá por el resto del mundo, especialmente países donde se empezaba la labor y donde había algunas fortunas privadas con las que ya se había contactado.

Juan Pablo II encontró la iglesia y las finanzas como las encontró y la peña estaba ahí para "servir a la iglesia como la iglesia quiere ser servida", dijeron. Eran los tiempos en que del Portillo cenaba en el Vaticano un día sí y otro también; de hecho, muchas veces avisaban del Vaticano cuando la cena estaba a punto de servirse. Fue en esas cenas donde Juan Pablo II le confió el estado de las finanzas, el Ambrosiano y todo el coplero. Del Portillo, por su parte, había pasado buena parte de su vida buscando fondos para escrivá, así que lo de tapar agujeros de dinero no le venía en absoluto de nuevas. Y en materia de doctrina, con aquella barca de Pedro que hacía aguas por todas partes, ellos fueron el punto de apoyo para empezar a enderezar el timón.

Evidentemente, "favor, con favor se paga" y si no, que le pregunten a "El Padrino". Ahí vino la bula, la beatificación, la canonización, Navarro Valls, ordenaciones como churros, obispos trasladados, curas de la peña elevados a obispos... y cargos en el Vaticano que no sabemos ni sabremos porque Navarro Valls, el hombre que no sabía sonreír, filtró lo que le dio la gana y en cuanto a censura, dejó chiquito a Goebbels.

Y para acabar de arreglar las cosas, cuando Juan Pablo II murió, el Espíritu Santo estaba de vacaciones y esta vez se había ido lejos, así que apareció Ratzinger, una enciclopedia del dogma con experiencia pastoral cero pero que a la peña le iba como anillo al dedo. ¿Os imagináis que en lugar de Ratzinger hubiera salido elegido un papa moderno, progresista, con dos pares de narices que hubiera dicho "vamos a remangarnos y a hacer una buena limpieza"?

A pesar de todos los pesares, a pesar de Ratzinger y Navarro Valls y a pesar de todo, como la misma idiosincrasia de la peña es la razón por la que la gente se les va como el agua de un cesto y su misma raíz es la que no les deja crecer (gracias a Dios, claro), las cosas cambiarán, a su pesar, pero cambiarán porque "la vida se abre camino". Se trata de esperar.

Mediterráneo