Muchas gracias Montserrat por tus líneas y sobre todo, por las preguntas que haces. Perdona que escriba tan tarde pero la vida, las actividades cotidianas muchas veces me  superan, pero te respondo, no son felices. Como nos leen muchos, dejemos que sean ellos que nos digan qué entienden por felicidad y con base en ello, nos expliquen por qué son felices. Aunque aparecen por acá algunos que hacen loas a la vida que llevan, en el fondo, se aprecia esa falta de auténtica felicidad.

Esto daría para un interesante debate que sería de mucho bien, tanto a los que están dentro como a los que vivimos en el mundo.

Te agradezco tus palabras para con lo que significó para mi lo que narré de mi hermano. Si has pasado por algo similar, que sepas que sé lo duro que es.

Músico: Lamento la noticia que me das sobre tu estado de salud, por supuesto que te tendre presente en mis oraciones a Dios, cuando por la noche, para agradecer la jornada, me dirijo al Creador y le doy gracias por todo, sea bueno o menos bueno, a la vez que pongo en sus manos lo que llevo en el alma y en el corazón.

Como te he escrito personalmente a tu mail que amablemente has adjuntado en tu publicación anterior, discrepo en tus palabras para Russell, ¿cómo iba a hablar si nunca dejan que uno hable?. Me gustaría respondieras esto y también, si fuera posible, me explicaras como conciliar el hablar las cosas tal como dices que decía el fundador, con el no permitir la menor crítica externa ni interna hacia los directores.

No es correcto coaccionar a Russell afirmando que ha perdido una oportunidad, al contrario, reaccionó a tiempo. Mira Músico, el chico no se inventó nada, nadita, porque en tu posición dentro de la obra has visto muchísimas historias similares, no es el primero y desgraciadamente no será el último. Y digo desgraciadamente porque no creo que Dios nos pida la destrucción de un alma con el afán de moldearlo a una vocación.

Espero que tu enfermedad tenga solución, que el diagnostico mejore, lo deseo con todo el alma. Y gracias por los recuerdos que me has hecho revivir  al leer tus líneas, especialmente ese encuentro en Zaragoza.

Un abrazo para Montserrat, otro para Músico y por supuesto, uno para cada uno de los que leen esta página.

Ángel Valdés Estrada