A MariaS:

Te acabo de leer, MariaS, y la verdad es que o no te explicas bien o no sé a donde quieres llegar con esa exposición tan ambigua de los hechos. Pero al leerte me acordé del famoso síndrome de Estocolmo. O sea, que te pasó parecido a mí.

Fuiste adscrita, sufriste una anorexia en tu paso por la Obra, pero aun así, vuelves, te haces supernumeraria, hay cosas que no te gustan, pero igual, el tema es la gran culpa que se nos crea y que ya no nos la podemos sacar de encima, no nos podemos ir, si nos vamos nos ponemos fatal, nos sentimos culpables, volvemos de cualquier manera, y estamos ahí, pensando que Dios no tiene la culpa de los errores humanos, porque la obra es santa, pero hay personas que no entienden el espíritu, pero hay que santificarse, y no hay otra vía, y seguimos yendo a miles de tertulias de esas que no nos dicen nada, y pensamos ¿pero de qué estamos hablando aquí?, y hasta participamos y contamos nuestras propias anécdotas, con un nudo en el estómago porque ni a nosotras nos hacen gracia, e incluso pasamos por momentos en los que nos sentimos muy incómodas, o nos reímos de cosas que decía el padre sin entenderles el chiste, pero muy agradecidas de estar ahí, porque mientras perseveremos tenemos la vida eterna asegurada....

En fin, para que enrollarme más: síndrome de Estocolmo, si lo sabré yo...

Pero se cura ¿sabes?

Naranjas