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 Correos: Crónicas de Mascletà (II).- Matilde

010. Testimonios
Matilde :

Crónicas de Mascletà (II)

Matilde, 17 de marzo de 2010

 

La princesa de Baviera

 

Me encanta ponerles nombres de princesas a mis amigas. Porque creo que las mujeres somos princesas de cuento y los hombres príncipes de cuento. Lo que no cuadra con la realidad es que los ratones se conviertan en caballos, o tengamos las princesas el pelo tan largo como para hacernos trenzas que sirvan de escalera. El resto es más o menos igual que en los cuentos.

 

Pues la historia empieza en el Castillo del Mar donde vivíamos muchas princesas. Recuerdo a una de ellas que era como Sissi Emperatriz, en sus tierras de Baviera. Otra, que había nacido en el Torreón de San Luis. Para este cuento, yo seré la princesa de las minas de Olivina.

 

Una noche de junio, cerca del Mediterráneo, con una temperatura que invitaba a estar en la playa, en nuestro castillo se proyectaba una película del antiguo Gobernador, que había sido escribano, después de cenar. La princesa del Torreón se había ido a la biblioteca. A la princesa Olivina no le eran de su agrado las proyecciones del Gobernador, pero la reina del castillo le había dicho terminantemente que nunca mostrase en público su poca simpatía con aquel Gobernador. La princesa Olivina, si solicitaba ir a estudiar, podía ausentarse de una proyección del Gobernador al año. Las normas del castillo estaban para ser cumplidas...  



La princesa Olivina encontró a la princesa del Torreón algo distraída en la biblioteca, y la saludó diciendo

 

- ¿No tienes calor?

- Lo que no tengo es ganas de estudiar, pero el lunes tengo examen

- ¿El calor no te da por bailar?

- Siiiiiiiii

- Lástima que no podamos poner música…

- ¿Tú te sabes la canción de “Ya llegó el verano”?

- …mmm….pues no.

- ¡¡¡¡Nooo???!!! …¿ya llegó la fruta?

- …mmm…no me suena.

- A ver, tienes que ir haciendo lo que dice la canción. Si la canción dice que saltes, saltas, si la canción dice que subas a las mesas, subes….ok? Y repites lo que yo diga.

- Ok!!

- Ya llegó el veraaaa-aaaano

- ya llegó el verano-oooo-ooo

- Ya llegó la fruuuu-uuuta

- ya llegó la lluvia-aaaaa

- Y el que no boooo—ooote (venga! A saltar!!!)

- y el que no botee-eeeee …yujuuuu!:

- es un hijo puuuu-uuuuta

- que-eeee???!!! Jajajaja

- repite y no pierdas el ritmo y ¡¡¡¡salta!!!

- es un hijo puuuu-jajajajaja-uuuuta

 

Se abre la puerta de la biblioteca del castillo y entra la princesa de las tierras de Sissi. Pide perdón por interrumpir nuestro estudio sobre los saltos, la fruta y el verano. La invitamos a cantar con nosotras. Rechaza educadamente el ofrecimiento, sale de la biblioteca y seguimos practicando. A los pocos minutos oímos que abren la puerta de la sala de estar, señal de que empieza el tiempo de la noche. Se hace silencio de clausura en el Castillo del Mar, hasta después de la misa del día siguiente.

 

A la mañana siguiente, se abren las puertas de la Capilla tras el Amen, y se disponen las princesas hacia el comedor para proceder a disfrutar del desayuno de castillo.

 

La princesa Olivina cruza las puertas y la princesa de las tierras de Sissi le indica que la acompañe, para indicarle que se ve en la obligación de hacerle una corrección fraterna. El comportamiento de la noche pasada en la biblioteca no es propio de princesas.

 

La princesa Olivina nunca jamás ha visto a alguien tan rápido como la princesa de las tierras de Sissi haciendo correcciones fraternas, y eso que la princesa Olivina recibe una media de siete correcciones fraternas a la semana. Digamos una por día. Olivina cae en la cuenta de que solo hubieron escasos minutos entre el “incidente biblioteca” y el comienzo del tiempo de la noche. “Sí que es rápida, si” se dijo, y pensó: le dio tiempo anoche de comunicar a la reina del castillo en sueños sus preocupaciones, o quizá fuera en la cola de la comunión.

 

Llega la tarde y la hora de la merienda en el castillo. Al comedor entra en primer lugar la princesa Olivina. Mientras mordisquea una galleta ve entrar a la princesa del Torreón. Tras ella, a tres pasos, va la princesa de las tierras de Sissi.

 

Nuestra princesa del Torreón, en cuanto me ve, empieza a saltar cantando “Ya llegó el verano”. Me mira, no entiende por qué no salto, y por qué sigo mordisqueando la aburrida galleta. Me pregunta, algo molesta, si me pasa algo. Le digo que he pensado que mejor no salto.

 

Durante estos segundos, la princesa de las tierras de Baviera no me quita ojo, y resuelve probar una de las galletas, ¿quizá porque piensa que es el complemento ideal con la mermelada de corrección fraterna silvestre?  No lo sé, no poseo el don de leer las mentes.

 

Llega la cena, y antes de entrar al comedor, la princesa del Torreón me coge del brazo, aprieta, y me dice: ¡¡¡me la ha hecho!!! Y tuuuuuu  me podías haber avisado, hacerme un guiño, algo!!!! en la merienda. Le respondo que la otra princesa entró tras ella y no me quitaba ojo. Imposible hacer una señal. Me responde en tono cariñoso “esta me la vas a pagar”. Vale.

 

Y cuentan las crónicas siguientes, que la princesa de las tierras de Sissi, con ese espíritu rápido, ejecutor y diplomático que le caracterizaba, se trasladó al reino del Norte, y llegó a ser legisladora.

 

Y colorín colorado, este cuento (veraniego) se ha acabado.

 

Chin. Pum.

Un cariñoso saludo a todos los preciosos ojos que leen Opuslibros.org

Matilde

 

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Publicado el Wednesday, 17 March 2010



 
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