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Maripaz48 :

ONCE AÑOS DESPUÉS (5)
Maripaz, 13 de noviembre de 2009

Una de mis pasiones ha sido siempre el cíne. Desde muy niña, el cine era un lugar donde hacer realidad mis sueños. Tenia mucha imaginación y sensibilidad para el arte y las cosas bonitas. Las tardes de los domingos solia ír a la sesión infantíl, a primera hora de la tarde. Como era la mayor de mis hermanas, tenia que hacer de niñera y hacerme responsable de ellas, cuando tenía doce, trece, catorce años.
 
Pero también iba sola con mis amigas. Recuerdo la de artimañas que haciamos  para que nos dejasen entrar en las peliculas de mayores, solían pedir el carnet de identidad y era dificil pasar, pues el portero se lo tomaba muy en serio. Alguna vez, entré, cogída del brazo de mi hermano, como si fuera su novia. El cíne, era para mí, una manera de salir a otros mundos, de vivir otras vidas, aunque luego venia la realidad y tenia que intentar vivir la propía, lo mejor que podía...



Todo este preámbulo, para que podaís entender lo que me costó a lo largo de treintaycinco años, no ver apenas ninguna pelicula y además censurada. Recuerdo cuando teniamos cine, que disfrutaba muchisimo... Volvia con mi imaginación a las tardes de domingo de mi pueblo y era la mejor recompensa que me podían dar.
 
Bueno, pues cuando volví de la obra depués de tantos años, los dos cines habían desaparecido. La gente veia cíne en su casa con su reproductor propio. Mis padres no lo tenían. Entonces, me enteré de que habia una pequeña sala, donde proyectaban peliculas en un videoclub. Pagabas una entrada a bajo precío y tenias derecho a una consumición. Allí aparecí un buen día y me encontré con el dueño y algún chaval. Pedía una "Fanta" y devoraba las pelis que ponian. Era un auténtico placer ver una pelicula diaria sin censura, con todo el tiempo del mundo.
 
Algún día, el dueño, ponía la pelicula solo para mí. El personal, no aparecia, había poca demanda, en fín, que la única espectadora, era yo ... Tengo que confesar que cuando se apagaban  las luces, me daba un póco de repelús... yo, sola en la oscuridad,  con un hombre!!!! Si me hubiesen visto mis antiguas directoras!!!

La verdad es que había empezado a tratarles y no les tenía ningún miedo... me parecian seres estupendos.
 
Poco a poco, el videoclub se vino abajo, y tuvo que cerrar. Pero yo seguía con con mi afán de ver cíne y fué entonces cuando decidí comprarme un reproductór de cíntas de video .Mi entusiasmo crecía por minutos, apenas sabía dar al botón de la téle cuando llegué. Siempre, en la obra, la solía poner la encargada, por lo tanto, no sabía usar ni el mando a distancia. La que tenían mis padres era muy antigúa y se seleccionaban los canales manualmente.
 
Leía con avidez el manual de instruciones para empaparme de cómo tenía que poner en márcha aquél maravilloso aparato. Cuando púde ver mi primera pelicúla en casa, me parecía un sueño. Recuerdo que una noche, cuando mis padres se habian acostado, estudié la manera de programár una pelicúla que ponían a áltas horas de la madrugada. Leí y releí la manera de hacerlo, y me acosté con la emoción de comprobar al dia siguiente si lo habia hecho bién.
 
Cuando recuerdo estas "tonterías", me parto de la rísa... Una mujer de cincuenta años, sin saber poner ni la téle y disfrutando, infantílmente, de cosas que a las demás personas de la misma edád, les parecia de lo más natural, saberlas. El mundo del absurdo habia formado parte de mi propío mundo  hasta entonces y cualquier cosa nueva se me antojaba una aventúra.
 
Otras de las cosas que me apetecía hacer era regalar algo a mis seres queridos. Empecé por mi madre. Le gustaba la ropa bonita, vestía con muy buen gústo y siempre la recuerdo muy elegante. Había visto en una tienda un traje tres piezas precioso. Era rojo, con chaqueta, falda y un top con lunáres pequeñitos en blánco.
 
Sin decirle nada, miré en su armarío la talla que usaba y se lo compré. Su cara se iluminó cuando se lo entregué. Se lo probó y le quedaba estupendamente. No sabría esplicaros la sensación de felicidad que sentí por dentro. Jamás le había regalado nada, y ahóra, me hacía una ilusión enorme poder hacerlo. Tenía mi dinero, mis padres no me pedían nada de ello y a mí me parecía un sueño poder disponer de él, sin tener que consultarlo con nadíe.
 
El vestido, éste verano, cuando recogí la ropa de mi madre después de su muerte, se lo dí a una príma suya que le gustaba mucho y me lo había pedido. Antes de entregárselo, lo besé emocionada.
 
Las primeras Navidades, recorrí ilusionada las tiendas, buscando para cada úno de mis hermanos lo que pensaba le podía hacer ilusión para regalarles. Como apenas hacía unos méses que había venído, recordaba el tallér de regalos que organizabámos en los centros donde viví, y preparaba los paquetes con todo mi primor. No en vano, había sido la encargada de hacerlo durante muchos años, porque se me daba bién, según decían...
 
 
Mis padres, viendo mi entusiasmo, se animabán y colaboraban en los adornos, como si se tratara de autentícas chícas de S.Rafaél...
 
Luego, llenába los armaríos de paquetes esperando ver las cáras de sorpresa, de mi "génte".
 
El páso del tiempo fuera me ha enseñado a dar la importáncia en su jústa medída a estas acciones normales entre las personas que se áman. Se suelen hacer con la mayor naturalidad... Lo que no era naturál era lo que a mí me habian enseñado en la obra... Por éso lo vivia con tanta intensidad entonces.

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Publicado el Friday, 13 November 2009



 
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