"Libertad" es uno de los conceptos de más difícil definición. Es como el concepto "inteligencia", sobre el que sólo se ha conseguido consenso definiéndola como "aquello que miden los tests de inteligencia".

¿Qué es la libertad?

Entendida como "voluntad", es una capacidad inherente a la especie, que con un desarrollo de los lóbulos frontales del cerebro proporcionalmente superior al de todas las demás especies actuales y extintas, permite desvincularse de las exigencias más animales que de forma tiránica intenta imponer el sistema límbico.

Sin entrar en si ello constituye una diferencia cualitativa o meramente cuantitativa con las demás especies, es evidente que el ser humano tiene capacidad para dotarse de normas y de esforzarse por actuar conforme a las mismas. El fundamento antropológico de la moral y del derecho se encuentra en la inteligencia y en la libertad, términos que denotan lo más sustantivo de nuestra especie.

Por tanto, en cuanto humana -lo que presumo-, Calandria es libre.

La libertad, sin embargo, también puede ser entendida como ausencia de coacción interior o exterior...

La coacción puede entenderse desde la perspectiva del que la causa o desde la perspectiva del que la sufre. Para que haya amenaza no bastan ni la intención del que la vierte, ni su aptitud objetiva para causar temor al hombre medio; ha de concurrir además el efecto atemorizante en quien la padece.

En el Opus Dei existe una tendencia institucional a la coacción espiritual por expresa indicación del fundador. Pero ni todos la ejercen, ni todos la sufren.

Además, la coacción espiritual es algo muy común en nuestra querida Iglesia, que siempre ha puesto mucho empeño en recordar la existencia del infierno... ¿No intentan incidir en la conducta de otro mediante el temor el sacerdote o el catecismo que recuerdan la posibilidad de la condenación? Sí.

Pero no dramaticemos, porque todo el que ejerce autoridad coacciona de algún modo a sus subordinados para estimular en ellos las conductas que considera más oportunas. La coacción, dentro sus límites social, moral y jurídicamente tolerables, es un estímulo o freno psicológico muy importante que sirve tanto al individuo como a la especie, fomentando conductas útiles a la supervivencia-convivencia-felicidad y desincentivando comportamientos "indeseables".

Insisto en lo planteado en mi anterior escrito: ¿Alguien tiene constancia de alguna forma concreta de coacción interior o exterior a que esté sometida Calandria? Porque ni se ejerce coacción sobre todos, ni todos se sienten coaccionados en el Opus Dei.

¿Cómo sostener que Calandria no es libre? ¿Acaso no es responsable de sus actos?

Calandria es libre desde todos los puntos de vista, sin perjuicio de que, como todos, esté sujeta a sufrir diversos tipos de coacción.

Admito que el riesgo de sufrir coacción aumenta en el entorno del Opus Dei por disposición del fundador, pero Calandria no tiene conciencia de sufrir coacción alguna en sus propias carnes. Y las indicaciones y directrices que otros, en algún momento de sus vidas pasaron a considerar atentatorias contra su libertad, o Calandria no las sufre, o no le intimidan.

Los que sostienen que Calandria no es libre se basan en el sentimiento de liberación que tuvieron al abandonar el Opus Dei. Dejar el Opus Dei por quien no está conforme con su vida y mentalidad genera evidente sensación de liberación, como siempre sucede cuando uno queda libre de previos compromisos, máxime, si resultan especialmente cargantes.

Pero eso no quiere decir que no fuera libre mientras estaba dentro; sólo que no estaba a gusto. Algo muy subjetivo. Por eso no se puede convencer a quien está a gusto dentro de que no sea libre o feliz. Éste siempre reaccionará afirmando sus sentimientos de libertad y felicidad, como hace Calandria.

Y si asume compromisos, ciertamente será porque le dé la gana aceptar lo que se le propone o tomar iniciativas. Cabe que otros te den el empujoncito para entrar y te insistan hasta lo impertinente para perseverar, o te frían a encargos, o te aburran con sus consejos espirituales, pero mientras en uno predomine a nivel consciente la sensación de satisfacción, seguirá afirmándose libre y feliz.

Y así Calandria puede pasar, perfectamente, todo lo que le quede de vida. Ni será la primera ni la última. Sólo puedo desearle que Dios se lo conserve y que, si no se lo conservare, tenga una horita breve. Eppur, es libre.

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