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 Correos: Complementando a lo que escribió Camino31416.- Carlos Segundo

010. Testimonios
Carlos Segundo :

Queridos amig@s:

 

Complementando a Camino 3 14 16, cabe añadir que el exrector de la universidad Austral, exnumerario recién casado, causó estragos durante sus treinta años de militancia opusina entre las huestes de San Miguel (numerarios).

 

Fue director de centros de “mayores” en Buenos Aires. Uno de esos centros es “Clay”, actualmente cerrado por falta de numerarios. Los memoriosos recuerdan su espíritu autoritario, su proverbial antipatía y que no admitía ninguna opinión contraria ni aún hablando de deportes. “Nos tuvimos que aguantar durante años las tertulias doctorales de AC, sólo hablaba él”, dice otro exnumerario de aquellos tiempos...



Desde su pedestal mandaba al siquiatra a sus “súbditos” numerarios ante el menor disenso. Después, la comisión regional lo mandó “a poner orden” en Córdoba y allí fue director “senior”. Entre otras barbaridades, con su intransigencia y rigidez, le hizo la vida imposible y provocó la salida del opus, y la posterior secularización de un sacerdote numerario, antiguo profesor de derecho canónico de la universidad de la Santa Croce en Roma y de la universidad de Navarra.

 

Amparado por los directores regionales, que bendecían su modo inhumano de actuar, fue ascendido a la comisión regional, en la que se desempeñó hasta que “como hombre de extrema confianza y para superar el sentimentalismo del anterior rector”, fue nombrado rector de la universidad Austral.

 

En su gestión en la comisión fue tan tiránico como en sus anteriores cargos. Como era el director de estudios, no permitió que ningún numerario iniciara el doctorado en su carrera universitaria, amparándose en que “hacía falta que dedicaran su tiempo a la labor”. Mientras tanto él, “compatibilizando heroicamente ese trabajo con su cargo en la comisión”, ejercía de profesor y hacía su tesis doctoral en derecho en la universidad estatal, la de mayor prestigio.

 

Cuando lo hicieron rector, lo nombraron director del centro “Guido” de numerarios mayores. Allí vivían tres enfermos siquiátricos y un cura ciego y muy enfermo que había sido vicario regional y que al tiempo murió. Nuestro exrector era “director nominal”. Con la excusa del rectorado, sus congresos, sus conferencias, etc. nunca estaba en la casa. Cuando aparecía era para tomar medidas restrictivas: nada de películas, nada de TV, menos gastos generales, etc. Decía que los regímenes de comida eran caprichos, sin considerar que el cura mayor enfermo padecía una grave diabétis. Hasta “ahorró” dinero en la atención del exvicario, que con todos sus defectos y errores, merecía algo más que “médicos que no nos cobren”. Pero su automóvil era intocable, sólo él lo conducía, era su propiedad privada. Con el sistema de delación institucionalizada del opus, los directores de la delegación de Buenos Aires y de la comisión, estaban día a día al tanto de sus arbitrariedades en ese “centro de mayores”, pero seguían apoyándolo y dándole la razón en todo.

 

Salió de “Guido” sólo cuando comenzaba su romance para vivir en la casa de la delegación de Buenos Aires, aún siendo rector de la universidad. No actuaron ante sus los abusos y arbitrariedades; antes bien, los avalaron. Lo removieron a causa de un “afecto desordenado”. Justifican y avalan todas las faltas de justicia y caridad, sólo es intolerable el “descuido” del corazón “que puede dar lugar a escándalos que empañen la fama de la obra”.

 

Los directores -la mentira institucionalizada- dijeron que el exrector se preparaba para ir a Suiza a trabajar en temas de derecho internacional.

 

Fueron ellos, los directores, quienes avalaron la larga lista de abusos autoritarios de este personaje durante décadas. Los que lo nombraron director, director regional, rector. Los que permitieron su ascenso profesional vedado a la mayoría de los numerarios con la excusa de que hacen falta “brazos para la labor”. ¿Por qué? Porque era un hombre de confianza: un delator que nunca guardó ninguna discreción sobre los temas de las charlas confidenciales que recibía; todo lo ponía en conocimiento de los directores y ejecutaba todas las órdenes que recibía, aunque éstas fueran incompatibles con la moral cristiana. La culpa no la tiene el chancho sino quien le da de comer, dicen en la Argentina.

 

¿Quién decide y quién protege a los que se ensalza? A los que se les asegura un brillante futuro profesional. ¿Quién decide y sentencia a los que se frena en su profesión? A los que se los condena a ser secretarios de clubes, profesores de colegios u oficiales de delegaciones.

 

Los directores de la delegación, la comisión y el Prelado y su consejo, deciden qué numerarios “nacen con estrella” y quienes vivirán estrellados. Entre tantos, la responsabilidad se diluye, un modo muy “opus” de no hacerse cargo de los abusos, del destrozo de personas, justificando lo que ocurre con “la voluntad de Dios”, el “omnia in bonum”, y la “visión sobrenatural”.

 

Sobre el caso del exrector recién casado, el escrito de Camino 3, 14, 16 me trae a la memoria que uno de los que deciden el destino de los numerarios es el Defensor de la comisión regional de Argentina. Camino habla de él como Profesor Titular (Catedrático) de Derecho Constitucional de la Universidad Austral. Es la misma persona.

 

Hay otros ejemplos de la corrupción a la que puede llegar un “espíritu” discrecional, abusivo, hipócrita, tiránico como el del opus y su régimen de gobierno, ideado por Escribá que era “un gallego mandón”, como lo calificó un arzobispo argentino.

 

Hay otro protegido de los directores, que fue alto directivo de la universidad Austral, quien volvió a Buenos Aires hace pocas semanas después de vivir dos años en Harvard con “dispensa de vida de familia, porque el centro le quedaba muy lejos”. Años atrás había pasado largas temporadas en Inglaterra, para hacer un mediocre doctorado en “negocios”. En Harvard este frívolo personaje vivió a su costo “porque durante los años anteriores hizo cuantiosos ingresos en caja” ¿Por qué alguien puede pasar un año “sabático” (en realidad dos años) en Harvard, sin “vida de familia” y sin ganarse el sustento diario? ¿Es verdad que nadie vive de rentas en el opus? ¿Por qué éste señor ahora sigue viviendo en un régimen muy excepcional, empezando por sus gastos, sus viajes, sus horarios, su automóvil, su ropa, su gimnasio, su deporte? Sencillamente, porque sus asesorías en “negocios” le representan al opus y a sus labores muchos millones de dólares.

 

El exrector y el doctorado en “negocios” me echaron de la Austral y me robaron buena parte de mi trabajo de muchos años. En ese tiempo soporté sus envidias y bajezas, sus difamaciones y calumnias. ¡A eso lo llaman buen gobierno! Me fui del opus. Gracias a eso alcancé mi realización profesional. Les demostré que mis emprendimientos no eran un delirio y que es posible el éxito profesional sin “padrinos”, ni “enchufes”. Pero, por sobre todo recobré a mis hermanos “de sangre” y formé una auténtica familia por la que esforzarme y tengo, con mi mujer, un proyecto de vida propio, no planeado por nadie más que por nosotros. No me puedo quejar, les estoy agradecido.

 

Hasta la próxima

 

Carlos Segundo




Publicado el Monday, 28 September 2009



 
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