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 Tus escritos: La pesadilla que San Escrivá no soñó.- atomito

070. Costumbres y Praxis
atomito :

Dulces sueños (Foto por Atomito) 

En sus últimos años, las palabras de Escrivá adquirieron un tono profético. El Opus gozaba entonces de buena salud, se había extendido por los 5 continentes, y el espíritu que recibió de Dios había quedado esculpido en sinnúmero de escritos y documentos, y sobre todo, en la conducta y consciencia de miles de directores y miembros de a pie, que seguían ciegamente al pie de la letra las detalladas directivas escrivarianas. Escrivá era consciente de que no le quedaba mucho tiempo, y pensaba que había completado la misión importantísima que Dios le había dado, de modo que podía irse tranquilo de este mundo, pero...  en el horizonte veía negros nubarrones, que le generaban angustias e inseguridades...



Escrivá tenía sus demonios, y hablaba de 3 manchas que se extiendían por el mundo, amenazando ese futuro mundo cristianizado por el Opus con que soñaba. Las manchas eran:

  • Roja. El comunismo, que en los años 60-70 dominaba la mitad del mundo
  • Marrón. La pornografía, la inmoralidad sexual (estaba en auge la revolución sexual de los 60)
  • Negra. El positivismo, la indiferencia religiosa (en occidente el poder de la iglesia y la incidencia de la religión en la vida de la gente seguían un declive cada vez más pronunciado)

Escrivá tenía el don del marketing, pero definitivamente Dios no le dió el don de la profecía. La mancha roja, que le preocupaba tanto, practicamente desapareció pocos años después. Aún quedan regímenes comunistas en China, Corea del Norte y Cuba, pero si el Opus no se extiende más, nadie le puede echar la culpa a los comunistas que aún sobreviven.

Pero sobre todo, Escrivá nuncá soñó con la mancha de la informática e internet. El Opus para existir, necesita restringir y controlar el flujo de información. Escrivá habla mucho de libertad y de que los miembros del Opus son libres, pero la realidad es que eso es solo un slogan. El mismo se encargó de instrumentar un “index” de libros prohibidos, de modo que los miembros del Opus nunca leyeran cosas “dañinas” (o sea cualquier cosa que les lleve a dudar del divino mensaje que Escrivá les programó en el cerebro). Los miembros del Opus no son libres de encender la TV y mirar lo que les venga en gana. En los centros del Opus, solo se mira TV cuando el director lo dispone, y los programas que se miran tienen que estar debidamente autorizados. Las publicaciones internas del Opus, tienen cada una su público (algunas son solo para directores, otras las pueden leer los miembros de a pie, pero no gente que no pertenezca al Opus, etc.) y se guardan estrictamente bajo llave. Los directores producen además, cantidad de informes, planillas, etc. con información personal y muchas veces de consciencia, de miembros del Opus y de los chicos que el Opus está tratando de captar para la institución (ver  documento de Castalio), de las que la mayor parte de los miembros de a pie (ni que hablar los que no son del Opus) no saben su existencia y mucho menos su contenido. Las cartas que reciben y envían los numerarios son leídas por los directores (un numerario cuando escribe una carta, tiene que dejarla con el sobre abierto en el despacho del director). A los miembros se les insiste que si se fueran del Opus, serían muy infelices y cuando un numerario abandona la institución, está expresamente indicado que los demás numerarios no deben tener contacto con él. No sea que los que aún siguen dentro piensen que uno se puede ir alegremente y que no pasa nada. Y así, un largo etcétera. El control de la información es básico y esencial para el funcionamiento y la supervivencia del Opus.

Cuando Escrivá murió, en el año 75, la revolución informática y de las telecomunicaciones aún no había empezado. Y como Escrivá de informática y tecnología en general no sabía nada, nunca tuvo pesadillas con el total descontrol en el manejo de la información que esa revolución iba a producir. No se imaginó ni en sus peores pesadillas que iban a aparecer publicadas en la web (un sistema de información que nadie controla y que todo el mundo puede acceder practicamente gratis) escritos como el de Castalio, describiendo las técnicas de captación de numerarios entre chicos de 14 años. Los documentos que escribió para consumo interno y que había que guardar estrictamente bajo llave ahora están al alcance de todo el mundo. Los numerarios ahora usan email para comunicarse, y es imposible controlar lo que mandan y reciben. Tienen además teléfonos personales, que pueden usar para llamar a quien quieran cuando quieran, sin que nadie los escuche. En algunos años, el consumo de programas de TV, películas, etc. se podrá hacer desde cualquier terminal barato (llamésele celular, laptop,  palm o lo que sea) en cualquier parte, y será simplemente imposible controlar lo que la gente ve y escucha.

Pero hay todavía una pesadilla peor en este mundo electrónico interconectado, de la cual no sé si los directores del Opus son muy conscientes. En el Opus se manejan informes internos sobre la gente, sobre los problemas internos de la institución, sobre planes, proyectos, contabilidad, etc. que tradicionalmente se hicieron en papel, con diversas formas de encriptar y proteger el contenido. Por ej. cuando se manda un informe sobre un numerario a una comisión, la información va en sobres separados, en uno se describe el problema o la situación, y en el otro se da el nombre de la persona en cuestión. Los sobres viajan por vías separadas, de forma que si alguno cayera en malas manos, nunca se obtendría la información completa. Los archivos super secretos donde se guarda este tipo de información están protegidos debidamente e historicamente creo que han sido raros los incidentes en que este tipo de  información saliera a luz. En alguna ocasión en Opuslibros se han publicado alguno de estos informes, que seguramente fueron extraídos por alguna persona que se fué de la institución, y que logró pasar algún documento sin ser detectado. Pero tarde o temprano este tipo de información se pasará a formato electrónico. No sucederá mientras vivan los actuales directores, que crecieron en la época en que las computadoras eran ciencia ficción. Pero dentro de 50 o 100 años, cuando los directores que estén entonces no conozcan otra forma de procesar y guardar información que la electrónica, necesariamente los informes secretos estarán en formato digital, en algún sistema informático lleno de firewalls, passwords, dispositivos de reconocimiento de huellas digitales, antivirus, sistemas de deteccion de intrusión, etc. etc. Antiguamente, un maldito traidor que tuviera acceso al sistema, podía llevarse algun papel o hacer alguna copia de algún documento. Si la información está digitalizada, meterla toda en un pequeño dispositivo que cabe en el bolsillo lleva minutos.

En seguridad informática, no se diseña para que los sistemas sean inviolables o impenetrables. Dado suficiente tiempo y recursos, todo es penetrable, todo es desencriptable. Se diseña con el objetivo de que por un tiempo razonable (20 años es lo que normalmente se considera razonable) el sistema no sea violado. La idea es que si alguien logra  por ej. conseguir la información de tarjetas de crédito de hace 20 años, no le va a servir para nada. Si alguien roba y desencripta los documentos super secretos del Pentágono o de la CIA de hace 20 años, no va a poder hacer mucho con ellos. Pero en el caso del Opus, el paso del tiempo no arregla nada. Imaginense si alguien publicara documentos secretos donde aparecieran detalles bien guardados de escándalos como el de Rumasa, o de que el Opus compró la canonización de Escrivá cuando el Vaticano necesitaba desesperadamente dinero, o de críticas fuertes que dijo o escribió Escrivá acerca de Pablo VI o el concilio.

En fin, que dentro de todo Escrivá tuvo sueños bastante tranquilos, para los que podía haber tenido si Dios le hubiera dado el don de la profecía.

atomito




Publicado el Monday, 20 July 2009



 
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