Al poco tiempo de “despitar”, empecé a tener contacto con el mundo de las ONGs (Organizaciones No Gubernamentales) que se dedicaban a la cooperación en los países en vías de desarrollo, formé parte de varias trabajando como voluntario e incluso ayudé a fundar un par de ellas.

Tuve la suerte de conocer personalmente a Vicente Ferrer aunque solo pude compartir con él unas pocas horas.

Vicente Ferrer empezó sus proyectos de desarrollo en la India hace muchos años como jesuita.

Hace 15 años aproximadamente una de las ONGs con la que yo colaboraba y que al igual que la Fundación Vicente Ferrer trabajaba en la India, decidió ponerse en contacto con ellos para participar en alguno de los muchos proyectos que tenían en marcha, Vicente Ferrer viajó a España para realizar diversas gestiones y un compañero y yo fuimos a buscarle al aeropuerto.

Antes de acompañarlo a su alojamiento, que era la casa de un amigo, cenamos algo en un bar del ensanche barcelonés, una de las preguntas que le hice durante la cena fue; ¿Porqué había dejado de pertenecer a los jesuitas?, él me contestó que simplemente no se sentía “de la colla”, expresión catalana que significa, del grupo ó como se dice en otros lugares “de la cuadrilla”.

Si hiciesemos un balance del legado de Vicente Ferrer os aseguro que sería simplemente increible, pero en el entierro de este hombre bueno (que no buen hombre) no hubieron apenas políticos, grandes homenajes, ni grandes personajes, solamente una enorme multitud de personas agradecidas y su esposa e hijo con una sonrisa llena de paz en el rostro, tal y como él quería.

La Iglesia y el opus tienen razón; existen hombres santos.

Aloisius