El momento llegó, después de dos años, pedí irme a Alemania. La respuesta fue no, sin embargo esta decisión cambio totalmente después de un par de meses (supongo que vino una petición por parte de Alemania). Y allí iba, con mis 18 años a un país desconocido, con gente desconocida, a comenzar una carrera complicada en un país de por sí complicado. Seré breve al contar mi aterrizaje.

Después de la primera semana sentí la dureza de lo que había hecho: dejar a mi querida familia, mi querido hogar, familia, amigos, lengua, clima, comida... y me costó mucho. La primera semana en la Uni fue un caos, simplemente el nivel era muy alto. El tiempo pasó y las cosas no se mejoraban anímicamente, muchas veces acudía a mi director espiritual llorando pues simplemente no entendía a qué había venido, no estaba seguro de mi estudio y me sentía como cuando transplantan las patatas en la tierra. Me levantaban una y otra vez cuando anímicamente me caía. Pero una voluntad endurecida me decía que no me podía regresar. El tiempo pasó, a este numerario le debo el no haber regresado a México (no se si para bien o para mal). Una vez acoplado, el estudio exigía mucho de mi. La presión por hacer algo para la Obra creció, pero sin embargo decidí que, si bien había venido a echarle una mano a la Obra, mi carrera era medio de santificarse. Así que me dejaron estudiar. Los resultados vinieron, con mucho éxito en lo académico. La residencia donde llegué, pues bueno, lo de siempre: poca gente de casa, estudiantes de todas partes del mundo (excepto de Alemania), sin ningún circulo en marcha y con deudas impresionantes. Le metí ganas, y sin embargo fui perdiendo un poco la esperanza. A mi pregunta, de porqué no se me pedía que diera ningún medio de formación, me mandaron al club de instructor: lo mismo, poca gente, chicos sin ganas... y yo que no doy una en el Club... Después de un par de excursiones y al ver lo roto que llegaba, decidieron después de una año, de que ya no fuera más al club. Ese fue el tiempo en el que sucedió. 

Un día la confianza en la Obra se rompió, así como se rompe un espejo. Si bien fue una falta de algún Numerario, me dejó ver lo calculador, lo estadístico con lo que se llevaba el Apostolado. Con pocas palabras: -Me gustaría ir a Roma en Semana Santa. Respuesta: -Claro, tienes un amigo a quien llevar. Ehmmm... no pero puedo echar una mano a la gente que va del colegio mayor... Respuesta: -Ehmmm no entonces no. O quizá fue aquella vez que se me invitó a un viaje, y al enterarse de que no tenia carnet de conducir en Europa pues prácticamente se me desinvitó, así de sencillo, como si no contase mi entusiasmo. Nunca entendí porqué si había el dinero, el tiempo y las ganas de poder ir a ver a mis padres, se negaran a permitírmelo… una vez y otra... La presión de mis padres crecía... y pues no: El argumento del desprendimiento de los padres.... Cuando se me daba permiso (dos veces por emergencia), se me condicionaba un viaje trasatlántico a dos semanas... ni un dia más. Claro... si yo compraba mi voleto un poco más largo... mi conciencia me reprendía. Nunca lo entendí... Pero aun así el tiempo pasó y las cosas no mejoraron.

Mis anhelos de hacer lo que la gente de afuera hacía, de poder sentirme un poco mas libre, de poder ir a tomar una cerveza y de poder llegar a la casa un poco más tarde sin tener que ver miradas o desvelado que me abran mi casa, creció... la tristeza también. Un buen día en un curso de retiro, al comenzar, me vino a la cabeza: porqué sigues aquí?.. lo comuniqué a mis Directores espirituales. Táctica a seguir: el tiempo lo arreglará. Pasaron 2 años. Llegaba a cada curso anual roto... allí medio me reparaban para llegarme a romper a mi ciudad. Siempre lo mismo.... Al ver que la fecha de mi fidelidad se acercaba decidí no renovar. Mi decisión la comunique así, sin más... me presenté al director y luego al subdirector. El tiempo que sigue pues quiero evitar comentarlo en detalle. Pero de charla en charla. Con A, con B, con C... y nada, siempre la misma lógica, los mismos argumentos que ignoraban el mío... Me invitaron a un curso anual en España... allí las cosas funcionan muy bien me dijeron... hay que conocer la Obra en otros lados... Nada: el peor curso anual que yo haya pasado, con toques de mili y nada de descanso... allí toqué fondo... me deprimí.... Cuando llegó Navidad me dijeron que fuera al curso de retiro... no... nada... yo no iba a pasar navidad lejos de mis padres... así que providencialmente me fui a México. Providencialmente porque conocí a una psicóloga amiga de mi madre, que me pudo explicar muy bien mi situación y cual era el motivo de mi estado de ánimo. Sin recomendarme nada... yo llegué a la conclusión necesaria de que tenia que marcharme.

Cabe recalcar que para ese entonces, a través de un amigo, logré conseguir un piso en un departamento con tres amigos, así que comuniqué mi decisión de mudarme. A la cual no se protestó, ni se me dijo lo contrario. Me respetaron mi libertad... Eso es una de las cosas que ahora desde a fuera estoy agradecido: Si bien se hizo presión para que continuara... se me respeto mi decisión. Ésta tenía que ser mostrada claramente y sin dudas... pues si no, el contraataque era de esperarse.

Ha llegado el 19 de marzo de este año 2009, el día en que tendría que hacer mi fidelidad. Y pues he decidido lo contrario y estoy de lo más contento por haber tomado esa decisión. Y mi transición hacia afuera de la Obra ha sido gradual. Aun estando dentro pero viviendo fuera del centro pude aprender a sobrevivir en la vida. Ya afuera me pude concentrar para escribir mi tesina y poderme graduar. (Esa fue otra... al querer planear mis estudios después, se me negó la posibilidad de ir a otro país, aun cuando las oportunidades estuvieran allí. Yo firmé y pues que me digan lo contrario). Ahora me he mudado a mi ciudad pues me han ofrecido un puesto en la Universidad. Las cosas en este mes no han sido nada sencillas... y pues el sentimiento de haber perdido una patria espiritual está allí... A ver qué sucede.... Ya en otro momento reflexionaré acerca de este paso, sobre la Obra y demás...

Hasta la próxima,

Germano