¿Juega Dios a los dados?

A Charles Darwin en su 200 aniversario.

Estimados lectores:

Mi primera corrección fraterna en la Obra fue por mencionar en la sala de estudio a Darwin, supongo que debí referirme a su teoría evolutiva, nulo es mi recuerdo sobre lo que mencioné, pero del correctivo me acuerdo perfectamente.

Intentaré exponer en unas breves líneas la postura de la Obra sobre la teoría evolutiva de Darwin.

Veamos en primer lugar la postura “oficial” del Vaticano, al respecto.

El evolucionismo fue tajantemente rechazado por la Iglesia hasta el pontificado de Pío XII, fue el primer Papa que dejó entrever la posibilidad de que no fuese absolutamente incompatible con la fe, expresó en 1950 que no vela oposición entre la fe y las investigaciones sobre la evolución (Pío XII, Enc. Humani generis)...

El 24 de octubre de 1996, Juan Pablo II reconocía públicamente que el evolucionismo «es ya más que una sola hipótesis».

Con el actual Papa, cuando era todavía el cardenal Joseph Ratzinger, presidió una Comisión Teológica Internacional que concluyó: "Puesto que ha sido demostrado que todos los organismos vivos de la Tierra están genéticamente relacionados, es virtualmente cierto que todos los seres vivos han descendido de un primer organismo".

Bajo esta aparente unidad de criterios y una supuesta tolerancia evolucionista por parte del Vaticano, se publica en el año 2005 un escrito del influyente cardenal de Viena Christoph Schönborn, el cual manifiesta que Roma ni acepta ni puede aceptar una evolución basada en los ciegos azares de la selección natural.

El vaticano enmudece y no desautoriza el escrito del cardenal Schönborn.

Conozcamos un poco más, la figura del cardenal Schönborn.

Con motivo de la canonización del beato Josemaría Escrivá manifiesta:

“Dios ha conferido al hombre la dignidad de poder configurar la realidad. El beato Josemaría acogió este mensaje fundamental como un encargo: el trabajo, entendido como camino no sólo de autorrealización sino también de santidad”.

Su relación con la Obra va mas allá, la ha defendido de ser sectaria con estas elocuentes palabras:

“No se necesita haber estudiado teología para reconocer la contradicción fundamental que implica el eslogan: "sectas intra-eclesiales". La presunta existencia de sectas dentro de la Iglesia conlleva indirectamente también un reproche al Papa y a los obispos, que tiene la responsabilidad de examinar las asociaciones eclesiales para ver si su doctrina y sus actividades van de acuerdo con la fe de la Iglesia”.

Leamos ahora lo que dice la Obra de una manera oficiosa en cuanto a la teoría evolutiva de Darwin:

“El azar no sería algo “ciego”, como suele decirse, sino que provendría de una causa inteligente”.

De este comentario, puede deducirse un apoyo a la teoría del diseño inteligente, disfraz seudocientífico del creacionismo.

En cuanto a la bibliografía que recomienda la Obra para su formación cristiana; comenta sobre el libro de Mario Betti:

“De modo breve y sencillo, pero profundo a la vez, pone de manifiesto la falsedad de tres hipótesis evolucionistas: origen espontáneo de la vida a partir de materia inanimada, cambio de una especie a otra más evolucionada, posibilidad del pensamiento racional en el animal que se guía por su instinto”.

Como epílogo diría:

En la Obra se puede mencionar la palabra evolución, pero como quien saca a referencia un concepto abstracto, no así el mencionar al señor Darwin. Este hecho es significativo del miedo que representa la persona de Darwin, cosa curiosa el miedo no es a las ideas sino a la persona. De aquí que la ideas de Escrivá puedan modificarse con el tiempo adaptándolas a las conveniencias circunstanciales de la Obra, pero intocable es el culto a su persona.

Curioso personaje el señor Escrivá, todo un espécimen digno de estudio.

HP