He dudado en entrar al trapo en el tema que planteaba Tolosa, pero al final ha podido mas el silencio que rodeaba su intervención, que la discreción que un tema así provoca y que tanto se nota. Así que mas que nada para romper el tabú, sea este de discreción o de "este tema mas vale dejarlo", voy a contar mi limitada experiencia en este asunto. Mi experiencia que ya es antigua es minuscula y casi ni me acordaría de ella sin una intervención de un cura de la Obra que puso el broche final.

Yo era jovencito pero me había dado cuenta que un sacerdote de la Cosa tenía unas tendencias demasiado cariñosas con los mas jovenes: tocar la cara o las manos innecesariamente, insistir que podíamos usar su cuarto para dormir en el suelo, confidencias inapropiadas etc.etc. Así que una vez que te das cuenta, cortas las ocasiones de encuentro y ya está. Por cierto, esto no lo comentaba en la confidencia; como se llamaba antes; no me afectaba mucho y me daba un corte enorme, aparte de que en aquel sitio eramos 4 y el cabo.

La cosa se acabó tras el traslado de ese cura a otro centro, pero años después y ya en España me llamó a mi el cura de un Curso a su despacho y me pregunto si yo había dicho que el P. XX era maricón. Contesté que no y me vino a decir que otro numerario que había estado conmigo si que lo había dicho y que había comentado que yo también lo debería saber. Le comenté lo dicho arriba y se le fue avinagrando la cara a la vez que se sonrojaba y me dijo "Dejate de historias, eso es todo basura, yo he estado con XX en Roma y si me entero que esto lo comentas con alguien te doy una hostia que te mato". Dicho esto me echó del despacho. Fué entonces, cuando una anecdota que ya tenía casi olvidada me dio que pensar. ¿Que? Poca cosa. Que el problema existía, que no parecía que tuviesen la solución y que que bestia era este cura. A esas alturas yo ya estaba saturado de visión sobrenatural como remedio de todos los males y decidí no contarselo a nadie... Hasta ahora. Por si sirve.

Con cariño.
Cooper