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 Tus escritos: Mi historia (VII). Las mentiras de la jaula dorada.- Txiqui

010. Testimonios
Txiqui :

Mi Historia VII. “Las mentiras de la jaula dorada”

Txiqui, 24 de abril de 2009

 

 

Adelantaré en el tiempo. Me encuentro con que me proponen dejar mi trabajo  pidiendo una excedéncia para incorporarme al centro de estudios en otra ciudad. Antes, creo interesante explicar que, en varias ocasiones, mostré vacilación respecto al tema vocacional.

 

Llegó el verano, la directora me dijo que tenía que esperar en el centro porque iba a incorporarme a una convivencia en un país extranjero.  Aquella perspectiva me ilusionó y allí estaba, viendo como toda mi familia se iba a la casa de verano muchos kilómetros al sur. Pasaban los días , allí solo quedábamos Luna que era la secretaria y yo. La convivencia nunca existió. Cuando ya llegaba agosto le dije que me quería ir con mis padres. La pobre me pidió que no me fuera, en forma de… ”no me hagas esto por favor”. Me envió a la Delegación  que estaba en otra ciudad para hablar con la vocal  de numerarias...



Como no tenia experiencia me pareció muy bien hacer el viaje y salir de la monotonía de un centro con tres personas sin función alguna salvo guardar la casa. La conversación, en realidad,  –una tomadura de pelo-, ya que volví para el centro creyendo que no me quería ir, que era una tontería. Así que llega septiembre y camino del centro de estudios donde estábamos dos cursos. Iba a la universidad, tenia muchas amigas, me gustaba el centro de estudios porque la convivencia con gente variada y diferente siempre es enriquecedora, me mantenía muy ocupada y profesaba un muy sincero afecto por todas.

 

Recuerdo que antes de entrar en comedor, había colocado en la pared, no sé bien como llamarlo, un panel con celdillas donde podías  colocar las servilletas   y algún pequeño objeto. La edad de la gente oscilaba desde los 17 hasta los 26 años. Nunca había visto  gente –tan joven- con pastillas. De gastritis había varias, de cosas desconocidas unas cuantas mas. No lo podía entender, sobretodo teniendo en cuenta que antes de entrar te exigen un buen reconocimiento médico. Este detalle lo seguí observando en varios centros. Como dice Bergson la inteligencia y la razón no son nada sin la intuición. Intuía que era producto del agobio existencial. Pero  piensas que le pasa a los demás, que son menos fuertes o que la obra cuida mucho a las personas. 

 

Estando allá tuve ocasión de ver nuevamente la manipulación con el tema de la vocación.

 

Una de mis amigas -de siempre- estaba estudiando en la misma Universidad. Hacia tres años que no nos habíamos visto iBingo, la localizo!. Estaba pasando una mala temporada y la ayudé todo lo que pude. Empezó a venir a medios de formación, era habitual estudiando conmigo, no estaba nada preparada, se deslumbró. Ocurrió el mismo recorrido. La persona con la que hacia la charla la empujó al abismo y escribió la carta.

 

Recuerdo cuando me enteré que pensé: ¡Menos mal que no he sido yo!

 

Tuve que recibir a sus padres que la querían muchísimo, ver llorar a su madre, era la única hija que tenían, venían a buscar garantías y confianza conmigo. No confiaban en las directoras, me tocó a mí tranquilizarlos. Por fin mi amiga fue a vivir a un centro como adscrita, no la volví a ver. De cuando en cuando durante un tiempo sabia alguna cosa de ella por otros.

 

Al curso siguiente, mi  padre tuvo un infarto, un domingo, estábamos de retiro. Noté que la directora me seguía con la mirada insistentemente, se intuía que había “algo”. Efectivamente, al acabar el retiro me buscó para comunicarme lo que pasaba. Yo de momento no suelo ponerme nerviosa. Tampoco sabia exactamente lo que era. En la tertulia, la directora, supongo que viendo la serenidad, comentó: “el padre de fulanita ha tenido… en plan propaganda  ejemplarizante. Años después varias que estaban allí, actualmente fuera de la obra, me han comentado la fuerte impresión que sintieron al oír semejante cosa y ver la actitud angélica que tenia. Pensaban que “eso era la visión sobrenatural”.  

 

Pero la cosa se fue estropeando cuando pasado un mes nadie me decía “ve a ver a tu padre”. Así que con la persona con la que hablaba le manifesté mi demanda. Al no contestar en quince días ni dar esperanzas,  e modo taxativo le dije: “Tal día a tal hora me iré a ver a  mi  padre“. La verdad es que no tenia como hacerlo pero me ratifiqué cada vez que se presentaba la ocasión. Al final me enviaron con una acompañante a la ciudad donde vive mi familia. La casa “de paso” era el centro de donde salí.  Pensé razonadamente que había pasado a la lista negra y que de aquí en adelante ya no era “ el ojito derecho” del Consejo local.

 

En la visita pude ver como mi hermana, que ya había salido de su centro de estudios, vivía en un centro, continuaba teniendo “mal aspecto”, peor vestimenta, no veía claro qué curso hacia, estaba agotada. La mayoría de las tardes tenia que atender la centralita del lugar, o ayudar en la lavandería de un colegio mayor. Su actitud era de ”paz y resignación cristiana”.

 

Todos mis hermanos más pequeños estaban estudiando y mi madre nunca ha trabajado fuera, por lo tanto como hermana mayor, vi que lo primero era lo primero, que si mi familia me necesitaba  tendría que atenderla aún renunciando a la vocación. Era la única que tenia un puesto de trabajo bueno, podía volver… A las renuncias estaba muy acostumbrada, todavía conservaba la cordura de una escala de valores. Debieron verlo crudo .

 

Afortunadamente mi padre se puso mejor y fuimos tirando, pero era el principio del fin.

 

Así que hasta pronto porque mi historia llega a su fin aunque para convencerme tuve que ver cosas mucho peores, de aquellas que no creí llegar a ver nunca, y eso que al lado de otros no fue para tanto.

 

Cada uno de nosotros tenemos unas vivencias internas, unos límites. Yo de verdad deseaba a partir de entonces que no llegara el límite, que no tuviera que elegir, le pedía a Dios que me salvara . Y…¡me salvó!

 

Hasta pronto, que Dios nos cuide a todas, a todos, a los de dentro que nos leen y a los que ya estamos liberados, los que ya no comemos rejalgar, por la gracia de Dios .

 

Saboreo la certeza de que ¡Gracias a Dios nos fuimos!

Hasta pronto

 

Txiqui

 

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Publicado el Friday, 24 April 2009



 
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