Ana Azanza :
Estimados Orejas,
leyendo el último escrito de E.B.E sobre los Legionarios, en mi opinión más vale que Benedicto XVI no toque el tema opus. No compensa. Este papa se está caracterizando por no contentar a nadie queriendo contentar a todo el mundo. Y por meter la pata en tonterías, como lo de encrespar a los musulmanes citando a un teólogo medieval, más la rehabilitación de los desobedientes lefebvristas que siguen sin aceptar Vaticano II. Me pregunto si Benedicto sabe a dónde va, el tema opus es espinoso y pringoso, se las saben todas y se meten por todas partes. Cuando los demás están pensando en ponerse en camino, ellos ya han ido y vuelto dos veces. Como están las cosas en la actualidad, prefiero: "virgencita que me quede como estoy".
"On the other hand" opuslibros.org está haciendo un trabajo muy eficaz, ayudando a personas concretas con nombres y apellidos, a salir adelante depués de los traumas, a no entrar, a dar a conocer lo que está oculto. Ni siquiera somos una ONG, pero yo veo en Orejas un trabajo de ONG. Se trata de dar la mano, ayudar... las grandes declaraciones de los grandes de la iglesia, ya llegarán si es que tienen que llegar. Me cuesta ver iglesia y espíritu evangélico en curas tan preocupados del poder y la ortodoxia, y tan ciegos para el sufrimiento causado a personas con cara y DNI en nombre de la fe.
Otro tema:
No entiendo muy bien adónde quieres ir a parar, Isabel de Armas, cuando escribes sobre la película Camino. Sinceramente me importa poco si me salva la cruz de Cristo, su vida o su dolor...
Lo que yo veo en esa película son cuestiones de tipo sociológico que me parecen relevantes y que como ignorante que soy de la sociología no sé si alguien se ha molestado en estudiar. Concretamente "la condición y educación de la mujer en la España de Franco y primeros años de la democracia".
Más allá de Alexia González Barros, esa película me sirve como paradigma, espejo en el que mirar mi infancia y juventud, me ví retratada en todo: en la vida de numeraria joven y en la vida "pre numerariez".
Niña educada en colegio de monjas, mucha piedad, mucho amor a la virgen María. Cuando la madre comunica a Camino la operación y le habla de la virgen, la niña sale disparada a ponerse a los pies de una estatua de la virgen en el colegio. Esa era yo, esos sentimientos me habían inculcado, mis padres, mi colegio, la parroquia... Y a la vez, el ambiente de la chiquilla con sus compañeras de colegio, las conversaciones, el modo de hablar de las monjas que tiene la amiguita de Camino... Si Fesser nos hubiera grabado hace treinta años no le habría quedado mejor.
La casa de la familia, me recordó mi propia casa y muchas otras casas que visité cuando era niña. En la mía no había un Sagrado Corazón de Jesús en la entrada, pero si había alguna que otra virgen, crucifijo, niño Jesús... así éramos. Otro distintivo de la niña y la mujer española en la que me parece se fija Fesser: las medallas de la virgen colgadas al cuello con el sagrado corazón de Jesús, el "escapulario" del opus que da lugar al privilegio sabatino, que si lo llevas impuesto la virgen del Carmen te ayudara a "saltarte" el Purgatorio... Pedazo de medalla que llevaba una servidora desde la primera comunión.
Las piedades, me veo a mí misma como "enciclopedia de la piedad". Así nos educaron a las niñas de entonces. Probablemente mis compañeras de cole al no caer en un ambiente opus evolucionaron, crecieron y se olvidaron de como se reza el rosario, y de que en el colegio de las carmelitas íbamos a misa "los primeros viernes", y que con la hermana Esperanza rezábamos el rosario y hacíamos el ofrecimiento de obras antes de empezar las clases a las nueve de la mañana. Todas estas cosas sí me gusta recordarlas. No había una intencionalidad proselitista en las monjas, no había sectarismo. La hermana Esperanza hacía lo que había hecho toda su vida, educar a las "niñas bien" de Pamplona sin propósito de captación en función del nivel económico de la familia. Había una relación directa con las demás alumnas, sin "mano negra" que decide quien tiene que pitar de numeraria y qué hay que pensar de las demás, como sí ocurre cuando eres joven en el opus. Y por supuesto los curas que confesaban en el cole una vez al mes, no eran fuente de información para las monjas sobre vida y milagros de las alumnas y sus familias.
Pero hay que reconocer que éramos carne de cañón, a no ser que tu familia fuera más liberal y te apartaras de los rezos.
No tengo nada en contra de rezar el rosario, hacer la "estación" que en el opus se convierte en la "visita", y en recitar "sagrado corazón de Jesús en vos confío". Lo que sucede y de eso me quejo, es que la educación de la mujer en esos años era demasiado piadosa, demasiada religión, y el menos en mi caso, ninguna libertad.
He podido comprobar, rescatando escritos de mi infancia que con 12, 13 años era una niña bastante cursi. Mis padres hicieron lo que creían mejor, pero no está bien "recluir a una hija" en un ambiente para preservarla de las malas influencias. O para que "me la moldeen". Ese fue el gran fallo en especial de mi madre que por desgracia le salió caro a ella y más caro a mí.
No he hablado con Javier Fesser. Esa relación de madre fanática con sus dos hijas, a una hablándole todo el día de ofrecer el sufrimiento, y a la otra escondiéndole las cartas de un novio, me llegó al alma, me ví retratada. Apartándote de las vivencias que se deben de tener a la edad justa pasan luego todas las desgracias y traumas, la inmadurez de la que tanto hablamos los ex. Concretamente en el tema afectivo: me da bastante rabia que no se me permitiera ni por asomo tener mis propias experiencias y desengaños de los 14, los 15, los 16. Que no tienen nada del otro mundo, son la vida misma. Es necesario el engaño y el desengaño, así se madura, así se crece. No se debe andar ocultando, apartando a una hija de vivir su propia vida.
Además pienso que esa falta de contacto con la realidad nos hizo en nuestros años opus idealizar las relaciones amorosas, idealizar todo lo que se nos quitaba de la vista en nombre de Dios. Sospecho por diversos testimonios que he leído que pasa lo mismo en el otro sentido. Es inhumano lo que nos pasa: con 30, 35 años, mujeres que salen del opus sintiendo y reaccionando como una niña de 13.
Cuando sales, hecha una zombi y una inmadura, nadie te va a defender. La gente no va por la vida pensando en solucionar las carencias afectivas de los otros. Todo esto son platos muy fuertes de digerir cuando se acaba de dejar el opus y de ahí los trompazos que nos damos unas y otros.
Al mismo tiempo en mi familia fui siempre una menor de edad. Hasta el último minuto, no se me tomó en serio, me engañaron. Por conveniencias. Es duro reconocer que tenía ese handicap de entrada, la falta de respeto por parte de las personas más allegadas.
Yendo más a lo universal, pienso que estas cuestiones de la educación de la mujer, de la sujeción, del mantenerte apartada de las cosas serias, de no permitirte un mínimo de libertad necesaria, son un caldo de cultivo maravilloso para que llegue el opus dei con su mensaje divino. El pijerío opus no casaba conmigo, pero la máscara de religiosidad sí, en mí no era máscara, era devoción sincera. Creía de verdad que "el rosario es arma poderosa".
No es a base de rosarios precisamente como el opus se enriquece y consigue ser temido y abrirse paso "donde se parte el bacalao". La esclavitud de las mujeres ingenuas, educadas a la antigua usanza les viene de perlas. Lo que ya no sé es hasta cuando les va a durar ese filón. Parece que todavía un poco, porque la religión como máscara al menos en España, hoy por hoy, sigue siendo una gran método para captar voluntades y euros.
Ana Azanza
Publicado el Monday, 23 March 2009
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