Lo que más me costó de lo que cuenta Agustina fue mantener la "mentira" y que pareciese creíble. El engaño, querida Gus, era la única forma de garantizar que nos reservases ese día porque nos llevó nuestro tiempo organizarlo (a mí, poco, la verdad), venía gente de fuera y si a última hora no teníamos claro que ibas a estar... se nos iba todo al traste. Pero estaba deseando decirte la verdad. Que mi santa osadía y mi santa desvergüenza se resentían.

Pero resultó fenomenal y nos lo pasamos muy bien. Y es una forma, también, de dar las gracias a todos los que hacen esta página, a todos los que estuvieron en el desierto cuando no existían estos medios de comunicación tan estupendos. En especial recuerdo a María Angustias y a María del Carmen Tapia, a Miguel Fisac, y pensaba que si en sus tiempos hubiesen tenido la posibilidad de una página web, ni habrían sufrido tanto ni la Cosa habría llegado tan lejos.

Recordad el día siete de marzo como Fiesta A, y B, bueno y C y D y...

Un beso

Inés