A Isabel y después a Daniela.

Querida Isabel, nuevamente aquí escribiéndote para agradecerte la mención y sobretodo porque me pides una aclaración. Que por ser tú supongo que me nace hacerlo de la forma que seguro leerás.

A ver, pienso que soy una persona maravillosa (mi trabajo me ha costado) como es maravillosa una rosa (la rosa tiene espinas), o es impresionante un amanecer (si decides observarlo abrígate un poco que el sereno te puede resfriar)… lo interesante no es sólo aceptarnos como perfectos (que lo somos justamente igual que como la rosa es perfecta con espinas o el amanecer es perfecto con friecito) sino también conocernos un poco...

Mi “sereno” es que me gusta escribir lo que pienso y dentro de mi deseo que quien me lea vea con claridad lo mismo que veo yo al expresarme. Pero no es así, no ocurre así. Francamente, desde que tengo uso de razón son muy pocas (casi contadas con los dedos de la manos) las personas que entienden lo que quiero decir sin necesidad de explicar. Tú eres una de esas personas aquí en opuslibros, y ya te digo (si no te lo he dicho antes) que contigo me pasa una cosa que hoy logré resumir con una frase cliché “Isa es una de mis almas gemelas”.

Entonces, otro aspecto de mi “sereno” es que me aburre solemnemente explicar. Porque pienso (y siento que está bien) que cada quien tiene un tiempo y un momento. Así como yo misma pasé de despreciar a los libros de autoayuda a recomendarlos abriendo un blogcito sobre el tema, pues nada, si lo que yo digo tiene algo de verdad y de utilidad para el crecimiento (o recuperación) de alguien, pues seguro que ese alguien lo entenderá sin que yo esté allí dándole que dándole repitiendo interminables y agotadoras explicaciones.

Has visto (creo) que no he respondido a ninguno de los comentarios sobre mis escritos que partan de la base de no haber entendido ni un poco (porque no lo leyeron, porque no me expresé bien o básicamente porque no era el momento de esa persona-lectora de entenderlo) de lo que escribí en 1, 2 y 3 envíos que considero completos: por lo pronto no tengo nada qué añadir ni quitar. Así que no empezaré comentando el que me pides que comente, pero a tí te lo explico, porque no lo había explicado antes y porque la verdad es que eres tú y por tanto si no te doy algo que me pides, te lo tengo que explicar bien, así me nace.

Coincido plenamente cuando dices (yo siempre te cito, espero que no te den malas idas y me quieras cobrar derechos de autor): “a mí no me importan las elucubraciones puras y duras, ni lo bien que escriba este y el otro, me importa si este y el otro son felices y se sienten plenos como personas o no. Si alguien se siente feliz siendo un todo-mente, pues genial, pero mi experiencia me dice que eso no ocurre, sino más bien lo contrario”. Y me pasa lo mismo: uso la mente cuando tengo que usarla y para las decisiones importantes uso el corazón.

Esto significa que no pretendo crear un debate sobre si la razón o los sentimientos son más “nice”, a ver cuál gana (hagan sus apuestas) porque lo siento absolutamente fuera de mi sistema (por qué oponerme a la razón si yo misma la uso todos los días en cosas para las que hace falta: cruzar la calle, trabajar, maquillarme, etc.) lo que intento es señalar la importancia de que los sentimientos ocupen el lugar preferencial que deben ocupar en nuestro proceso de recuperación puesto que venimos de una secta (el opus) que nos hizo creer que los sentimientos (los que se dejan llevar por ellos) son de un rango inferior a los que basan sus decisiones en el intelecto (o en lo que ellos llaman razón ordenada a la “fe”). Cosa que es una tremenda mentira y que lamentablemente los ex opus en su mayoría nos seguimos creyendo (y como ejemplo de ello señalé que el poco éxito de “misssensitive”” y el mucho de “mr.intelecto” en opuslibros prueban que a poca gente le interesa lo que los sentimientos tengan qué decir porque les parece algo inferior y ese es un problema muy triste: para quienes piensan y viven así).

Isabel, ya te digo, soy una maravilla y como tal tengo espinas, o puedo causar un resfriado y eso viene conmigo y es parte de mi perfección. Esta vez (para variar) siento que hablé de un tema en otro idioma diferente al de la gran mayoría de lectores y escritores, y que no me entienden ni me entenderán en un futuro cercano porque simplemente no es su momento, pero no voy a explicar. Y me copio aquí una frase cuyo autor es por todos conocido: “quien tenga oídos, que oiga”.

Lo que dije está allí a disposición de quien quiera leer y recomiendo no tratar de entender con la cabeza (que la cabeza no sirve para eso) sino de guardarlo en el corazón y que sea él el que les diga si hay algo bueno para cada uno en esos escritos. Y si no lo hay, a mi no me pasa nada, yo he encontrado mi camino y sigo aprendiendo cada día y soy muy feliz. Pero ya se sabe que siento el “deber” de compartir con quienes me importan (ex combatientes lectores y sobretodo escritores de opuslibros) el “secreto” que me ha llevado a sentirme reconstruida y feliz. Y lo seguiré haciendo, claro.

Un besote grande para ti, y saludos a todos.

Emevé.

P.S. Daniela, como peruana viviendo en Perú discrepo un poco de tu apreciación. El opus aquí no pinta mucho, quizá un poco en Piura por la universidad y los trabajos que crea (y sí, muchos de sus trabajadores les hacen muequitas y gracietas solo por conservar el trabajo y otros –más “listos”- pitan de supernumerarios para obtener cargos sin que los jodan mucho) pero así como que si te vienes a vivir a Lima harán de tu vida un infierno, me parece que no. Somos muchos los que vivimos felices y plenos fuera de su mundo (sin acordarnos de ellos y sin ser recordados, lo que es más lindo). Si me leen las “in” ya saben que: (1) si siguen leyendo la web y se les abre el corazón, la conciencia les habla y se quieren salir, cuenten conmigo, aquí estoy para darles una mano; y, (2) arrieros somos y en el camino andamos, no sembremos vientos porque a veces las tempestades que cosechamos son incontrolables, por eso yo no me meto con nombres ni apellidos ni detalles que no vienen a cuento, esperando que ninguno de esos nombres y apellidos se meta conmigo: paz en la tierra.