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 Correos: Los asuntos del corazón.- Isabel Sala

040. Después de marcharse
Isabel Sala :

LOS ASUNTOS DEL CORAZÓN
Para mi amigo Felipe, con grandísimo cariño

 

Hola a todos,

 

Leía el otro día el escrito de Emevé acerca de la afectividad, y la verdad es que me gustó mucho: es un puro corazón volcado en un fichero Word! ;). Y sabes qué Emeve?, que tienes razón: eres pero que muy rara. Pero no única, porque yo soy de las de tu pandilla de rareces, así que al menos somos dos, que oye, algo acompaña... ;). 

 

Estoy de acuerdo en lo que dice Emeve de que a una mayoría de los lectores (y escritores, huelga decirlo) de esta web les va más el tema intelectual, y lo que sale del corazón les resulta como de segunda. Es evidente y manifiesto, no porque la gente no reaccione a los escritos de Emeve (me consta que a muchos les gustan, pero con frecuencia la vida nos puede y no encontramos el tiempo de escribir aunque sea tres líneas en un e-mail privado para decírselo al autor), sino porque se trasluce en lo que escriben y en ocasiones en lo que hablan o en lo que chatean. “Está bien que tú escribas así como escribes, como informal, porque a la gente le hace gracia...”, me dijo uno el año pasado. Y una gracias a Dios con la edad ha aprendido a contenerse un poco, porque me pilla en mis años mozos y no sé muy bien lo que podría haberle contestado la verdad...



Pero no es para sorprenderse. Desde mi punto de vista, es sencillamente porque aunque a veces parece que se nos olvida (¿????), la inmensa mayoría de los que habitamos esta web hemos pertenecido al Opus Dei durante un período más o menos largo de nuestras vidas. En serio, haced memoria... Y si algo te enseñan en el OD desde el principio junto con la veneración al fundador y la obediencia ciega a los directores, es que el corazón es el enemigo a derrotar. Corazón es sinónimo de sensiblería, de ñoñez, de “cosa de mujeres”; una mariconada, vamos (con todo mi respeto a los homosexuales que lean esto, pero sabemos todos que es exactamente eso lo que se respira). Incluso para las mujeres del OD no está bien eso de dejarse llevar por el corazón, porque el corazón es la cuna de las pasiones. Otro tema peliagudo ese de las pasiones, porque claro “pasión” = “pasión desatada y desenfrenada”, y eso es muy pecaminoso.

 

Pues a mí me parece que las pasiones son una cosa de lo más natural, y no siento yo que las cosas naturales sean malas así por definición, entre otras cosas porque eso sería estar diciéndole a Dios que después de hacer al Hombre no debía haber descansado tanto, porque le salió pelín defectuoso.

 

Aparentemente eso de aplastar al corazón podría interpretarse como una muestra más del machismo galopante que se respira en el Opus Dei, pero me parece a mí que hay algo más profundo que lo justifica. Y es que si aplastamos el corazón nos quedamos solo con la mente, con el cerebro, con el “tarro”. Y cuando a uno consiguen “comerle el tarro” o “lavarle el cerebro” (cosa en la que en el OD son más que expertos, porque vienen practicándolo a diario desde ni se sabe cuando...), lo tienen vencido. Ya lo sabía Escrivá cuando dijo aquello de “A los hombres, como a los peces, se les pesca por la cabeza”...

 

En el corazón habita la conciencia, que es Dios, la voz de Dios. Pero Dios, ya lo dicen las Escrituras, habla en voz muy baja, y para darse cuenta de que te está hablando, hay que ser capaz de tener silencio interior. Y si además de darte cuenta de que te habla quieres  entender qué te dice, todavía más silencio. Pero cuando una persona es solo cabeza, el incesante parloteo de la mente le impide por completo escuchar al corazón. Ni te enteras de que tienes corazón. Y yo creo que es esa la idea de fondo: que te olvides de que tienes corazón, que no prestes atención a esa voz que intenta prevenirte de que algo no marcha bien: que no eres feliz, y que tú estás aquí para ser feliz. Nada más y nada menos.

 

El corazón habla con una claridad y una rotundidad que a veces asusta. Una persona que escucha a su corazón no puede hacer como que no ve según que cosas. Por eso nos intentaron machacar el corazón, para tenernos lo más sometidos posible y lo más calladitos posible.

 

La cabeza duda, el corazón no duda. Y es prácticamente imposible acallarlo del todo, por eso estamos hoy aquí, porque un día el corazón nos dijo “hasta aquí!!”. El corazón sabe por intuición, opuesto a razonamiento, por eso con frecuencia la gente cuando sale no tiene claro porqué dijo “hasta aquí” en un momento dado y no antes, porque sencillamente no hay explicación racional para ello. En un momento dado vio con claridad rotunda, con el corazón, que “hasta aquí”.

 

Después de salir, la tendencia mental-total que se arrastra nos lleva a intentar dar explicaciones y justificaciones a todo, porque uno necesita de alguna forma ser capaz de poner la etiqueta de “lógica” o “racional” a la decisión que tomó. Yo no sé hasta qué punto eso es necesario, ni siquiera si tiene mucho sentido el hacerlo. Cuando sabes algo desde el corazón es difícil explicarlo, pero uno tiene la certeza de que está en la verdad, y eso debería bastarle. Dar explicaciones de cara a los demás es justificar las decisiones que tomamos en libertad para nuestras vidas, y eso no me parece que tenga demasiado sentido. A los que nos quieren debería bastarles con saber que decidimos con el corazón y que por tanto tomamos la decisión correcta, que solo puede ser respetada (por oposición a cuestionada, juzgada, interpretada, etiquetada, y castigada, por decir algo).

 

Darnos explicaciones a nosotros mismos significa que no nos fiamos de nuestro corazón, sino de nuestra cabeza, que necesita tener las cosas atadas y bien atadas, todo organizadito, seguro, sin fisuras, como un bloque compacto fácil de manejar. Y quizás ahí está uno de los mayores fallos, que la vida no es un bloque compacto, sino más bien algo fluido, como el agua, sin aristas. Cuando escuchamos al corazón la vida nos lleva de forma suave. Cuando somos todo mente es como si el río se hubiese helado o por lo menos como si tuviese grandes placas de hielo en la superficie, que impiden que el agua se mueva con libertad, y la navegación en el río se complica.

 

No estoy pretendiendo decir que lo ideal sería escuchar solo al corazón y no utilizar la cabeza para nada. La cabeza, el razonar, es necesario y sobre todo muy útil en la organización del día a día. Pero las cosas importantes de la vida, desde mi punto de vista, hay que sentirlas y decidirlas desde el corazón.

 

Estoy de acuerdo con Emeve en cuales son las cosas importantes de la vida. Todas las que ella menciona me parecen importantes, aunque seguramente tanto ella como yo añadiríamos muchas más: casi infinitas. Son todas esas cosas que componen el vivir, la realidad palpable de cada día, el ahora. Las cosas que “nos llenan” y que nos hacen sentir plenos. Esas cosas que una vez las has saboreado no estás dispuesto a renunciar a ellas, y menos a sustituirlas por una ristra interminable de razonamientos más o menos bien hilvanados que al final te llevan a... ¿A dónde te llevan?. A ser más feliz?: no. A disfrutar profundamente la vida?: no. A tener paz en el alma?: no. Entonces?.

 

Uno de los retos más importantes con que se enfrenta una persona al dejar el Opus Dei, es precisamente ese: re-aprender a percibir el corazón que te habla, re-aprender a entender lo que te dice, y re-aprender a seguir sus consejos. Cuando lo conseguimos, vivimos la vida con plenitud, y sin duda podemos decir que nos hemos reconstruido. Porque en el corazón no cabe el rencor, ni la culpa, ni el odio, ni la revancha. No hay prejuicios ni etiquetas. Y sobre todo, no hay complejidad alguna, todo es fácil.

 

Entiendo que no es tarea fácil, especialmente si se ha pasado mucho tiempo dentro, aunque eso del tiempo en ocasiones se me antoja más relativo de lo que parece a simple vista: hay personas que estando pocos años se han visto más afectadas que otras estando más años, porque cada cual es como es y vive las cosas con la intensidad que las vive. Pero que no sea fácil, no quiere decir que no sea posible, o que no merezca la pena intentarlo. Sin olvidarse, claro, que la mente reinante se opondrá con todas sus fuerzas que son muchas al cambio, a ese cambio que supone su destronamiento: es lo que se llama instinto de supervivencia. Solo con la certeza de que el corazón está ahí y que solo hay que despertarlo, seremos capaces de empezar a dar los pasos que nos muevan en esa dirección. Pequeños pasos, muy pequeños, pero muy gratificantes, porque el resultado es inmediato y eso quieras que no te anima a dar más ;).

 

Me sumo para acabar a lo que propone Emeve al final de su escrito:

 

“(...) ¿por qué no tomar como determinación liberarnos del traste y la maldición opus que nos hace pensar que el corazón es imbécil de nacimiento? ¿por qué no empezamos a dejar que el niño crezca y se vuelva sabio y empiece a transmitir esa sabiduría interior que siempre hemos tenido allí y que no encuentra modo de hablarnos porque sólo habla a través del corazón y nosotros, por años (¿décadas?) lo hemos conservado mudo, intacto y entre paredes de acero con ¿7 cerrojos??”.

 

Yo tampoco escribo ni escribiré cosas intelectuales en esta web; no porque no sepa, sino porque no quiero: la única razón por la que yo estoy en esta web es para dar testimonio de lo que viví siendo del Opus Dei y sobre todo por si puedo serle de alguna utilidad a alguien en la tarea de retomar las riendas de la propia vida. He hecho muy buenos amigos mientras participaba en esta web también, cierto, no es que soy la Madre Teresa... Me parece importante que haya gente que haga análisis jurídicos, y etc, etc. Me parece importante que estén los documentos internos. Me parece importante sobre todo que la gente escriba lo que le apetezca escribir, incluso si son solo elucubraciones mentales o ejercicios de retórica pura y dura. Pero a mí me importa sobre todo y más que nada la gente, cada persona, y la felicidad de cada persona. Y la experiencia me dice que la retórica no da la felicidad; el vivir una vida plena, sí. Y solo se puede vivir una vida plena si entra en juego el corazón.

 

Una cosa en la que estoy “trabajando” es en aplicar a rajatabla eso de respetar la velocidad que cada cual lleva en su vida. Parece tonto, pero es más complicado de lo que parece (al menos para mí...). Y es que ver a alguien a quien quieres vivir a medio gas porque no puede ver la persona maravillosa que es sencillamente porque se mira, se analiza, y se juzga a sí mismo con su mente bien entrenada y siempre tirando a la baja, por ejemplo, pues es complicado. Una tiende a “forzarle” a que se dé cuenta de según que cosas, a que de forma acelerada cambie su visión desde la mente por la visión desde el corazón y disfrute la felicidad que sin duda se merece. Es fácil olvidarse de que la velocidad a la que cada uno nadamos en la vida es diferente, pero es la mejor para cada cual en ese momento. Que las cosas pasan, pero pasan a su debido tiempo, que siempre es el mejor.

 

Por eso está bien que en esta web haya gente que no aprecie el corazón, que le dé más importancia a la mente, que considere que las mujeres y salvo excepciones mal contadas hablamos del corazón porque no podemos hablar desde la cabeza (desde el intelecto). Está bien Emeve, porque significa que cada uno es libre (y responsable) de hacer lo que le parezca. Por lo mismo es importante que tú, o yo, o quien sea, escriba tranquilamente desde el corazón, no porque no sepa elucubrar, sino porque no quiere, por decisión propia; y que lo haga sin complejos. Con lo que escribes (aunque no lo digan) les pones en los ojos otra forma radicalmente distinta de ver la vida. Y luego cada cual es libre de hacer lo que quiera. Eso es bonito; en el Opus Dei no era posible, ¿te acuerdas? ;).

 

A mi amigo Felipe un abrazo enorme y agradecido: tú aprendes y yo aprendo... ;). A los demás un saludo afectuoso,

 

Isabel Sala




Publicado el Monday, 16 February 2009



 
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