Israel Zepeda nos informaba en su última colaboración de Opuslibros que Faustino Castro, uno de los primeros que comenzaron con el Opus Dei en México, se había casado con Martita. AlChile en otro escrito decía que no había podido localizarle. El descubrimiento ha sido posible gracias a los adelantos de la técnica, a Internet. Entiendo que el hallazgo ha sido algo maravilloso, pues el novio fue pionero de la Obra en ese país, pero lo pasó muy mal debido a una serie de circunstancias que paso a describir. Al leer la noticia me he alegrado y he dicho: Faustino tiene todo el derecho a rehacer su vida y a ser feliz...

Faustino tiene ya cerca de ochenta años, si es que no los ha cumplido. En la fotografía aparece muy elegante y feliz en compañía de Martita, su nueva esposa. Ambos pueden ser muy felices hasta el final de sus vidas. Que así sea. A ella no la conozco de nada, pero por los datos que he obtenido, él no siempre lo pasó bien, debido sobre todo a las relaciones que tenía con Pedro Casciaro, uno de los primeros numerarios del Opus Dei, que se incorporó a la hoy prelatura antes del comienzo de la Guerra Civil española en 1936.

Por distintas fuentes me he enterado que Faustino era una persona que tuvo un gran peso en los primeros años del Opus Dei en México. Vamos, que le pitaban, se hacían de la Obra muchas de las personas que trataba. Tener éxito en algo no siempre es bien comprendido por las personas que te son cercanas. Y Faustino no podía ser menos. Quien estaba al frente de la institución entonces en México era Pedro Casciaro. Según me explicaron, el mando opusiano lo llevaba tan mal que le hizo la vida imposible, hasta el punto que no tuvo otra salida que irse del entonces instituto secular y hasta dejar de ser sacerdote, para trabajar en una profesión civil, no clerical.

Un hecho fuerte que se produjo tras la marcha de Faustino fue cuando un amigo suyo quiso saber de él y acudió a su antigua residencia. Le abrió la puerta una numeraria auxiliar que señaló que ese señor nunca había vivido allí. Por ello no podía informar dónde se encontraba. Supongo que esas serían las instrucciones que había recibido tal numeraria auxiliar. Yo no le atribuyo totalmente la culpa a ella. En cualquier caso, indica el desprecio al que nos vemos sometidos los que hemos sido del Opus Dei, una vez que lo hemos abandonado. ¡Qué pena! Ellos (los opusianos)  que dicen que viven todas las virtudes cristianas, no cumplen con el deber de la caridad que se le exige a cualquier cristiano. Ellos manifiestan que hay que vivir todas las virtudes y no solo la pobreza, la castidad y la obediencia, pero tienen un lapso para lo que les conviene, o es que están cojos espiritualmente. Yo creo que más bien es esto último.

Cuando te vas de la Obra te quedas sin nada. Eso lo saben todos los que han sido numerarios y se han ido. A los agregados nos pasa lo mismo, aunque yo tuve la suerte que mi padre pensó en mi y me dejó un dinero que procedía de la pensión que mensualmente le pasaba por el hecho de vivir con mis padres en casa. Faustino le sucedió igual que a los demás: tuvo que volver a empezar desde cero. Afortunadamente conocía a algunas personas que le pusieron en contacto con otras y éstas últimas le ayudaron a salir adelante. Así se convirtió en uno de los principales impulsores de una nueva universidad que se ponía en marcha en la ciudad mexicana de Zamora. Hasta hace poco tiempo Faustino ha sido el rector de esta universidad, tal como queda patente en la reseña periodística de su boda religiosa.

En la familia de Faustino, eran dos hermanos y los dos eran numerarios del Opus Dei. Alguna vez le pregunté a Alfredo --fue mi director en el centro Vitrubio-. sobre su hermano. Al final un día me dijo que Faustino se había ido de la Obra. No volvimos a hablar más de ello. Observé que para Alfredo era una herida en la que no quería meter el dedo. Y claro, no lo volví a meter, pero me informé por otros conductos. Así he sabido lo que os he descrito hoy en mi artículo. Por cierto, Alfredo iba por las noches a dormir a casa de su madre, viuda desde la Guerra Civil, que se encontraba sola. Un hijo en México y otro en Madrid, pero viviendo a medias en la casa familiar. Ese esl el dulcísimo precepto de amor a los padres que se vive en el Opus Dei. Sin comentarios.

He leido la lista de los asistentes a la boda de Faustino. No estaba su hermano Alfredo. Quizá haya fallecido, pues cuando yo le conocí en 1965 ya tenía mala salud. Antes había sido el primer secretario del consejo local de agregados del centro Tajamar. Me ha dado mucha pena. Para mis adentros me he dicho: Faustino tiene el derecho a ser feliz. También tenemos ese derecho los que nos hemos ido de la Obra y estamos buscando a alguien que sea lo más adecuado a nuestra opción sexual. Un abrazo muy fuerte a todos. Feliz Navidad.

NACHO FERNÁNDEZ