Estimadas Orejas de Guardia, me gustaría aparecer en el quienes somos en calidad de "Afectado" en vez de con esa extraña fórmula que utilicé en su día para identificarme. También quisiera explicarme ante el resto de usuarios por el hecho de publicar aquí mi diagnóstico psiquiátrico. Entre otras cosas me parece que así las típicas acusaciones personales de la Obra quedan reducidas al absurdo. A muy distinto nivel pero sí, en Opuslibros nos expresamos al menos un gay y un “loco”. ¿Y qué? Quien pierda el miedo a que lo uno o lo otro pueda estar en si mismo será mucho más libre y feliz.

Al tema. Escribí antaño que para mi cristiano es a opusino como alemán a nazi. Creo que incluso la Iglesia Católica, que cuenta con recursos doctrinales para orientar saludablemente ese divinizado Nosotros, cae por aquí y por allá y no sólo en la Obra en un peligroso culto de latría a Nosotros. Culto que percibo tan frontalmente anticristiano que comprendo a cuantos evangélicos identifican con la figura del anticristo a los padres de cualquier San Nosotros.

Todas las latrías a un San Nosotros provocan instituciones y situaciones humanas muy parecidas. A veces he pensado en recomendar en Opuslibros libros como "Azalea roja", autobiografía de una muchacha maoista que terminó escapando a los EEUU, o sobre todo alguna de esas películas con las que los alemanes revisan su propia historia. Obras como esas me emocionan hasta las lágrimas porque se percibe lo que debieron sufrir tantos y tantos y porque en esas historias veo retratadas las conocidas situaciones por las que se pasa en la Obra.

Ahora que leo sobre adscritos no puedo callarme la película alemana "Napola: escuela de élite nazi" (2004) en la que en boca de un muchacho ya ex nazi pero atrapado por el sistema pueden oírse: "... inmaginé que volvía a ser aquel muchacho que quería salvar del mal al mundo, pero entonces tuve claro que yo mismo era parte de ese mal... ".

Cómo me agradaría darle a a atrapados en esas disyuntivas el ¡vive! (supuestamente de Jesús) que recibí yo en oración a los 14 cuando ya no podía más bajo toda la pseudo religiosidad de la Obra. Quizás no sepa dar ese ¡vive! que recibí pero sé repetir que si alguien anda pensando en suicidarse por favor que antes de morir mate. Que al menos adopte esa actitud frente a la institución que a todos nos agosta. ¡Vivid, por favor! Y si es la Obra o tu que le den por ahí a San Alibabá y su cueva de los tesoros.

Otras perlitas B alemanas son "Noche amarga" (1958) y "El general del diablo" (1955). También recuerdo gratamente "La rosa blanca" (1982) y la muy decente "Los últimos días de Sophie Scholl" (2005), estas dos pelis van de estudiantes creyentes alemanes que se resistieron al nacionalsocialismo.

En "Noche amarga" se oye este diálogo final:

- Juez nazi: lo importante es que no nos toque a nosotros.
- Pastor evangélico: si por casualidad quedamos vivos nos preguntarán: ¿qué habéis hecho? Y responderemos a coro ¿nosotros? sólo hicimos lo que nos ordenaron.
- Juez nazi: órdenes son ordenes, ¿o quiere usted cambiar el orden del mundo?
- Pastor evangélico: no, pero sí el orden de Poncio Pilatos. La obediencia ciega no es orden mundial. Ya les veo deslizarse sigilosamente... ¡el ejercito de inocentes lavándose las manos!
- Juez nazi: cuidado pastor, la cruz que lleva está bajo las faldas de Adolf, nadie se la ha puesto ahí.
- Pastor evangélico: nadie me quita la responsabilidad, ni las faldas ni la Iglesia, nadie.
- Juez nazi: siempre se le puede sustituir, pero me daría mucha pena por usted.
- Pastor evangélico: por favor pare el coche, quiero bajar.

Y el pastor baja del coche y camina atravesando uno de esos interminables camposantos militares llenos de cruces blancas. Ende.

En "El general del diablo" se oye decir: "la maldad en el mundo no subsiste por quienes la practican, sino por quienes la permiten".

Gratas recomendaciones, ¿no?. Un abrazote fuerte para todos y todas. Os cuento también que este verano me lancé solano a hacer el Camino de Santiago, y no comí solo ninguno de los 11 días que anduve caminando. Fue una experiencia genial.

Xavier de Barcelona