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 Tus escritos: OTRO MÁS QUE SE FUE (PERÚ). PARTE II - CUANDO YA NO QUEDA NADA.- GM

010. Testimonios
GM :

Recuerdo mi último día en el Opus. Fue el día del círculo, un día cualquiera y para nada un día de fiesta tipo “A” o “B” o “C” como les llaman en el Opus a aquellos días en los que recuerdan algún suceso especial de la historia de la obra no sólo en los aspectos jurídicos de la institución como la primera aprobación llamada “Pía Unión” o la erección de la prelatura en 1982 sino también eventos particulares como el matrimonio de los “abuelos” (los padres de Escrivá) , el fallecimiento de “Tía Carmen” (la hermana de Escrivá), o el aniversario de su llegada al Perú en 1974. Dependiendo del grado de importancia de la fecha se le asigna un nivel, C, B, o el más alto, “A”, en el cual es permitido no llevar el cilicio ni usar la disciplina.

El último día en el Opus no llega después de haberlo discutido con la almohada el día anterior ni después de haberlo pensado bien el fin de semana. El último día en el Opus se hace esperar, llega lentamente tras una solitaria agonía de mucho, mucho tiempo en las que la misma obra, con su pétreo e inflexible sistema se ha encargado de martillar de a pocos la ilusión inicial de la “entrega total” hasta erosionarla por completo y no dejar nada. En el último día en el Opus no queda más que hastío, hartazgo y las mismas ganas de apagar la luz y cerrar la puerta de la manera más simple como cuando sales de la oficina el viernes por la tarde a disfrutar el fin de semana.

Ese día la presión sicológica de la “traición a la vocación” que tiempo atrás era un motivo de retención efectivo muy usado en meditaciones y charlas para hacerte sentir que si lo hacías ibas a ser un alma descarriada, un ingrato que le dio la espalda a Dios y todo eso ya no da miedo ni crea dudas existenciales. Simplemente ya no es nada y sólo te preguntas cómo pudiste comerte el cuento tanto tiempo. ¿Y por qué lo llaman “traición”? Jurídicamente está contemplado todo el procedimiento de salida y consta en los documentos como el catecismo de la obra y Escrivá mismo lo dice en una de sus tertulias que a los que se van hay que tratarlos “con mucho cariño” ¿Entonces por qué los sacerdotes en sus meditaciones y los numerarios en sus charlas usan tan repetidamente esa palabra tan fea “traición”? ¿Cariño es convertir al que se fue en una especie de ser que nunca existió cuyo nombre y persona no vuelven a ser mencionados en ninguna circunstancia?

En el último día en el Opus todas las cosas que escuchaste en las meditaciones y charlas que en su momento tomabas como verdades absolutas a ser llevadas a la oración y al examen de conciencia para reflexionar cuán poco entregado eras ahora se han reducido a simple floro, chamullo, que ya no tiene valor espiritual pero sí como bibliografía y como material de referencia para escribir en el futuro sobre tus vivencias para que otros como tú se enteren de lo que pasaste siendo miembro de la obra en tu mismo país, Perú, y que sepan que no son los primeros ni los únicos en sufrir dentro de la obra. Si estás leyendo está página inquieto y desesperado por tratar de encontrar entre tantos escritos alguien con quien identificarte, entérate que antes que tú hubo otros que pasaron por los mismos centros, las mismas casas de convivencias, los mismos partidos de fútbol con su respectiva pausa para el Angelus, las mismas conferencias, los mismos conflictos con la familia.

El último día en el Opus, del cual no vale la pena ni acordarse la fecha exacta, todos tus hermanos “de vínculo sobrenatural” con vínculo “mayor que la sangre” lo serán sólo hasta ese día. Súbitamente aquel vínculo supuestamente tan fuerte y tan sobrenatural desaparecerá por completo para convertirse a partir del día siguiente en nada porque no existirás para ellos. Y entonces te darás cuenta que la familia llamada “de sangre” siempre fue la única y verdadera familia que tuviste y que el vínculo de sangre y genes que te une a tus padres y hermanos es más fuerte que todo y que no desaparece jamás porque aún después de muertos el ADN de dos cadáveres puede hablar del vínculo entre padre e hijo, hermano y hermana, madre e hija.

El último día en el Opus ya no hay nada más que hablar con los directores ni con el cura del centro, a quienes dijiste lo que pensabas y quienes obviamente nunca iban a aceptar tus argumentos porque no están para eso. Para ellos no hay argumento que valga, no sueltan prenda, no hay motivo para dejar la obra, porque para ellos tú siempre eres el que está equivocado, confundido, desorientado. La obra nunca.

Recuerdo que durante el último círculo, y como ya venía siendo la tónica en las últimas semanas, el estar allí fue sólo estar de cuerpo presente calentando un asiento mientras las palabras del que dirigía la charla entraban por un oído y no encontraban resistencia alguna para salir por el otro. Mirando las caras serias de todos, aquellos rostros serios, casi de velorio de pariente lejano que hay que poner en los círculos, me di cuenta de que sería la última vez que los vería y así ha sido desde entonces. No he vuelto a ver a ninguno de los que allí estaban. Mi última reflexión sobre ellos es que no son malas personas. Porque en mi percepción en la obra el problema no son tanto las personas pero sí el sistema principalmente. El sistema. El sistema.

Y entonces llega el momento final. Preparo todas mis cosas para salir de la casa y me alisto. Bajo las escaleras y salgo y camino con naturalidad sin mirar atrás. No hay ninguna pena ni ninguna tristeza.

Se acabó. Todo quedó atrás.

GM

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Publicado el Monday, 22 September 2008



 
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