carocha :
Para Luis,
soy de tu opinión: la idea que Escrivá se hacía de las mujeres sería hilarante si no hubiese causado tanto sufrimiento, - tan serio y en tantos casos irreparable, en tanta gente tan distinta, hombres y mujeres, - y es resultado de muchas cosas: ninguna de las cuales funciona como excusa. La época histórica? La mentalidad eclesial de esa época? La evidente inseguridad sexual que el santo demostraba consistentemente, en muchos escritos y en episodios de la versión “anotada” de su vida que nos era repetida a saciedad?
Los principios de la actuación de Escrivá son especialmente claros, tal vez, en este asunto de sus relaciones con “las mujeres”: ellas, las otras, las muy otras: ángeles intocables, letales. O, lo que es exactamente lo mismo: sirvientas, feas, sin cabeza, escaparates de carnicería, y más. Es decir: intelectualmente superfluas y emocionalmente sin escrúpulos. Siempre gente-no-como-él, siempre las otras: ignorancia, miedo y, como solución, la crueldad: así escogió ser y brutalmente legislar. Para conhecer um vilão, põe-se-lhe um pau na mão, nada mais claro: fue realmente un villano ignorante, con poder absoluto en su patético ámbito.
Así fueron educadas generaciones de numerarios y numerarias, de agregados y agregadas, de supernumerarios e – incluso - de supernumerarias. El hecho de que muchos de los que gracias a Dios se fueron del opus hayan podido lograr vidas sexuales satisfactorias y calmas es sin duda una prueba admirable de la existencia del Altísimo.
Como sintomáticamente decía Gervasio – podía haberlo hecho de muchas maneras: cosa incómoda, la elección de las palabras - “Hace falta reclutar a los numerarios entre los que pertenecen a la aristocracia de la inteligencia? Ya no. Basta que sean discretos. Cuanto más discretitos, mejor. No nos engañemos. Hoy día para ser numerario o sacerdote del Opus Dei, basta ser discreto”. Como ellas.
Un abrazo,
Carocha
Publicado el Friday, 19 September 2008
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