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 Correos: Camellos, catetos, catedráticos… y la carta.- Luxindex

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LuxindexBorgia :

El otro día el rotundo y entrañable Amandus nos hablaba del evangélico “usque ad summum” (hasta arriba) y de la interesada interpretación opusiana del mismo. También nos recordó el adagio ("arbeit macht frei" -El trabajo os hará libres-) que corona sinuosamente una de las directas entradas a los campos de Auschwitz y que está escrito con letras de hierro forjado (forjado con sangre inocente).

 

Al respecto, quiero hacer una pregunta y una consideración.

 

Creo que a todos nos resulta inquietante cuando en los Evangelios leemos lo del rico, el camello y el ojo de la aguja. Pues bien, ¿alguien sabe si tan claro pasaje sigue interpretándose en el Opus Dei ® diciendo que tal ojo era un portillo de no sé dónde tan pequeño que para entrar los camellos habían de hacerlo sin la carga y andando de rodillas? (Sé que la interpretación que más rula en la Prelatura es que ser pobre es estar desapegado de las propiedades de uno, condición para lo cual es necesario poseerlas, luego cuantas más poseas mayor será tu oportunidad de ser pobre. Pero como de las paradojas ya me harté, ruego que si alguien tiene a bien contestarme se ciña al camello, las rodillas y el portillo; dicho de otro modo: ¡¿alguien ha visto a un camello andar de rodillas?!)...



 

Y ahora, la consideración respecto a lo que Amandus, acertadamente, ponía en solfa: que si el trabajo os hará libres, que si os hará santos…

 

En el libro del Génesis podemos leer: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado”.

 

Por eso, que el trabajo es una maldición estuvo claro para los cristianos durante siglos y sigue claro para todas las personas sensatas del mundo entero. Pero, primero, el recio san Benito, después los protestantes, luego los calvinistas (como, digamos, segunda Reforma Protestante) y actualmente los neoliberales (como definitiva Reforma Triunfante) velaron la lucidez al resto de la gente inculcándoles la disparatada idea contraria. (O quizá primero, si hacemos caso a Werner Sombart, fueron los judíos).

 

El caso es que, partiendo de la católica España, José María Escrivá con su Opus Dei ® vino a sumarse, como mamporrero cañí, a los que pensaban que cuando uno tiene las manos ociosas el diablo se frota las suyas.

 

O sea, también para Escrivá el trabajo no era una maldición... Sí, claro, ¡y el Diluvio Universal fue bueno para el campo!

 

Al santo-Bala le gustaba repetir que en Roma le dijeron que su propuesta llegaba con “cien años de anticipación”.

 

¿Con cien años de anticipación? El 23 de marzo de 1980, en Nursia, Juan Pablo II dijo: “Supo interpretar con perspicacia y de modo certero los signos de los tiempos de su época, cuando escribió (...) que la unión de la oración y del trabajo llega a ser para los que la aceptan el principio de la aspiración a la eternidad (...) el programa radical de la santidad evangélica... de una forma ordinaria, en las dimensiones de la vida cotidiana de todos los hombres. [Añadiendo que] era necesario que `lo heroico´ llegara a ser lo normal, lo cotidiano, y que lo normal y lo cotidiano llegue a ser heroico”.

 

Pero, aunque lo parezca, el texto anterior no se refiere a Escrivá y a sus religiosos con hábitos de sport sino a san Benito (480-547) y su Regla. Es decir, con “cien años de anticipación”… ¡y 1.400 de retraso! (a no ser, claro está, que Dios ahora conceda o reparta el carisma en régimen de franquicia).

 

En resumen, “con el sudor de tu rostro comerás el pan” siempre será una maldición y lo de santificarse a través del trabajo, por nuevo que fuera el envoltorio, era una tontería ya inventada.

 

Por otra parte, prestarle tanta importancia al trabajo (que no es más que la forma de ganarse la vida en este valle de lágrimas) y a las licencias, títulos o diplomas (que no son más que la demostración de haber gozado la oportunidad de cultivarse académicamente pero que tantas veces sólo demuestra el pago de unas tasas, pues, ya se sabe, las oportunidades nos las brinda la vida para aprovecharlas o dejarlas pasar) tiene como origen y da como resultado un pensamiento y una sociedad clasista y, ahora sí, cateta, muy cateta.

(¿Qué es cateto? Cateto es esto: “¡Qué afán hay en el mundo por salirse de su sitio! —¿Qué pasaría si cada hueso, cada músculo del cuerpo humano quisiera ocupar puesto distinto del que le pertenece?

No es otra la razón del malestar del mundo. —Persevera en tu lugar, hijo mío: desde ahí ¡cuánto podrás trabajar por el reinado efectivo de Nuestro Señor!” -Camino, punto 832-.

Huesos, músculos... pero se conoce que la clase de Anatomía no iba con el propio autor del aforismo, pues fue su pugna por no permanecer en su sitio lo que dio como resultado el cateto invento llamado Opus Dei ®).

Llamar cateto a quien no tiene estudios sólo por no tenerlos indica que si tuvo estudios quien hace esa afirmación no los aprovechó. Del mismo modo, quien admire al notario o al catedrático por el simple hecho de serlo, o es tonto o notario o catedrático. Bueno, en esto no hay que insistir porque Aloisius ya lo explicó mucho mejor.

 

Por eso, resulta irritante que haya quienes presenten como argumento su condición de ingenieros informáticos [por favor, no pongáis el enlace]. Ese vano argumento estropea, si lo hubo, el resto del razonamiento y hace dudar de que sean ingenieros, incluso de que realmente sean personas, pues más parecen replicantes o un mismo programa informático que naciera, creciera, se reprodujera… y diese la lata.

 

Finalmente, mi forma de discrepar de Josef Knecht (al que leo con verdadero interés y provecho) respecto a su restringida llamada a “otros especialistas” para que aborden “con la debida competencia profesional” el asunto de la carta solicitando la dispensa de los compromisos, es opinar al respecto pese a no reunir los requisitos.

 

Es verdad que en los asuntos técnicos del día a día conviene escuchar, en la medida en que tengan razón, a los especialistas: un lioso usufructo inter vivos, una junta de la culata que pierde agua y amenaza con gripar el motor, ejecutar sin riesgo un talud excavado a cielo abierto, las verdaderas recetas para que un salmorejo no salga como el gazpacho o un gazpacho como el salmorejo… Pero cuando el asunto es el sentido de la vida, cuando nada tiene que ver con ser hombre o mujer, alto o bajo, cuando el asunto es nuestra felicidad, entonces conviene escuchar, siempre, al que tenga razón. Y para eso, conviene aguardar al verdadero perito, no necesariamente colegiado, que gusta de aparecer en la esquina o rincón más inesperados.

 

Por tanto, no creo que para pronunciarse con acierto sobre la conveniencia de escribir o no la coaccionada carta de marras de despedida del Opus Dei ® (decisión sobre la que muchos pensaron engañados que estribaba su felicidad hasta que fueron felices) sea condición sine qua non ser jurista.

 

No se trata de despreciar al respetable Derecho en su conjunto (que, si se me permite, tanta paz nos ha procurado en los periodos entre guerras) sino de preguntarse: “si para contestar a eso se requiere ser jurista, ¿para dilucidar si los camellos andan o no de rodillas sería menester, al menos, ser un experimentado camellero beduino veterinario especialista en artiodáctilos rumiantes?”.

 

No, claro que no. Bastaría, simplemente, con haberlos observado en el sur de Mongolia… o en Canarias. Pues eso mismo pasa con la carta.

 

***

 

[Perdonad la digresión, si acaso lo que escribí tuvo alguna coherencia, pero a punto de mandar este escrito he caído en la cuenta de cuál es la diferencia entre un numerario y un agregado, ¡y mira que la respuesta la tengo delante de los ojos desde hace más de tres años!

 

Me refiero a un empleado mío que es, supongo, agregado del Opus Dei ®. Digo supongo porque nunca se lo he preguntado, aunque reúne todos los tic.

 

Aparte de los tic mentales, me habla con frecuencia de los cariñosos cuidados que, personalmente, les procura a sus padres no muy mayores pero sí muy enfermos.

 

Quiero decir que acabo de ver que un agregado es como un numerario al que cumplir el primer mandamiento no le impidiera cumplir el cuarto. Y poco más].




Publicado el Friday, 19 September 2008



 
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