La Carta del prelado de este mes versa sobre la Cruz en la predicación de san Pablo. Es Año Paulino y viene muy al caso el tema, con ocasión de la fiesta de la Cruz. Se comentan las principales enseñanzas al respecto del Apóstol y se aprovechan algunas citas recientes del Papa.

Como era de esperar, no falta la referencia al fundador, en la que me parece interesante que el prelado se muestre convencido del significado de preparación mesiánica que Escrivá solía atribuir a sus problemas: «El Señor permitía que se abatieran sobre su persona innumerables dificultades, con las que estaba forjando su alma»: una atribución que forma parte del trastorno narcisista de su personalidad, y que por desgracia no supieron corregir los allegados del fundador, fomentando esa actitud que tanto daño ha hecho al Opus Dei y a tantas personas singulares.

Pero lo que más llama la atención es la insistencia de mons. Echevarría en lo bien que están las cosas con el Papa desde su estancia en la casa de retiros de Australia: ahora hay que ayudarle todo lo posible; ahora «queremos estar en sintonía total con él». (¿Se sobreentiende que hasta ahora no lo estábamos?). Y ahora vamos a acompañarle espiritualmente en su viaje a Lourdes.

Eso sí, no todo debe andar como la seda porque añade que hemos de pedir mucho por los colaboradores del Papa, y en el Opus Dei ya se sabe que cuando dicen que hay que encomendar a alguien, échate a temblar. Como cuando este verano nos pedían que rezáramos mucho por una persona… ¿Quién será, será…? Se admiten las apuestas.

 “Andrés, por el interés”. ¡Qué pena vivir en función de los intereses! Y lo mismo se le nota en su breve crónica de su reciente viaje a Oriente: «¡Qué trigal nos espera! –escribe-. En India, Hong Kong, Macao, Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Singapur y Malasia, ya se ve esa cosecha; y si todos trabajamos, ¡qué lejos se llegará!». O sea, que lo importante no es anunciar a Jesucristo, sino lo que podamos sacar de las gentes de esos países: rédito que, por supuesto, no va a depender de la gracia de Dios, sino de lo que nosotr@s trabajemos muy unid@s.

¡Y una, que iba esperando que la hablaran de Dios! Habrá que aguardar a mejor ocasión.