Estimado Atomito:

Con relación a tu escrito de 18/07/2008, me gustaría que nos explicases qué son los coeficientes de seguridad que se incluyen –por Ley- en todos los cálculos realizados por los ingenieros, arquitectos y demás técnicos en los proyectos para la ejecución de cualquier obra o diseño. Para entender el concepto de coeficiente de seguridad, también nos ilustraría conocer las razones por las que la sociedad impone su uso obligatorio, es decir, las razones objetivas de su necesidad.

Y, como viene al caso, también te agradeceré que nos indiques si existe o conoces algún principio, teorema, teoría, fórmula o ley matemática o científica que no simplifique la realidad de alguna forma, bien prescindiendo de influencias, factores o variables que se consideran “despreciables”, bien sentando algún principio “a priori”, simplificaciones que luego se justifican mediante algún razonamiento de índole lógico-matemática que, a veces, incluye un ajuste estadístico de los datos obtenidos en un conjunto de ensayos o experiencias. 

Las conclusiones científicas, pues, nunca son exactas, sino siempre aproximadas tanto como se quiera, o tanto como se pueda, a lo que se considera como realidad dentro del ámbito de esa disciplina científica concreta. Por ello se dice con razón y fundamento en la historia humana que “la ciencia avanza”: porque el conocimiento científico de la realidad siempre es perfectible y nunca se agota. Dicho de otra forma, el conocimiento científico de la realidad nunca es exacto ni acabado. Ni siquiera el de los ingenieros, que se curan en salud usando coeficientes de seguridad para prevenir la falta de exactitud en sus cálculos simplificadores de una realidad compleja.

Si la realidad cósmica universal objeto de la ciencia es única, ¿por qué la ciencia se divide en varias disciplinas? Si esta división es consecuencia natural y lógica de la división del trabajo humano especializado, ¿por qué unas disciplinas o los métodos que se usan en ellas han de ser tenidas como superiores a otras disciplinas o a los métodos usados en otras?

Al final, va a resultar que la humanidad llama ciencia al conocimiento parcial –todo lo aproximado que se quiera o que se pueda- de unas realidades universales que, no lo olvidemos, existen desde antes que existiere la ciencia y existirán también sin la ciencia en la medida en que están desvinculadas de la realidad existencial humana. No creo que nadie pueda poner cabalmente en duda que la realidad física del universo es anterior a la aparición de la humanidad, anterior e independiente. El ser humano puede llegar a descubrir las leyes de la naturaleza, pero no las crea.

Es precisamente una concepción ingenieril ciertamente mecanicista de la realidad teológico-pastoral lo que distingue propiamente el actuar del Opus Dei, concepción que imbuye toda su estructura interna y las relaciones entre sus miembros. Todas las actuaciones internas o externas de sus miembros están reguladas, bien directamente mediante el criterio correspondiente (la norma que impone unos modos de actuación concretos), bien de forma indirecta mediante la preceptiva consulta a los directores que, no lo olvidemos, pueden mandar en todo.

En la Prelatura no se pretende seriamente conocer la verdad del caso concreto, conocimiento que siempre es aproximado y nunca exacto: se aplican criterios generales en los que se supone que la verdad absoluta está contenida, como los ingenieros aplican tablas, fórmulas y ábacos que también pueden cambiar, o no, con el tiempo. Como los ingenieros, la Prelatura tiene por más importante el fin que los medios: lo importante es que la obra permanezca, que cumpla sus fines, que la estructura no se caiga, que siempre quede bien, que no se hable mal de ella, que sea bonita, al precio que resulte, aunque sacrifique a los trabajadores, siempre que sea fiel a sí misma.  

Así, como los ingenieros, también aplican coeficientes de seguridad para que la estructura subsista, coeficientes que pretenden absorber los errores de cálculo, los errores de juicio del director, la influencia de variables que han sido despreciadas al elaborar la fórmula, la tabla, el ábaco, el carisma fundacional y los movimientos del terreno donde se hincan las fundaciones o cimientos.

En el caso de la Prelatura, son dos los coeficientes de seguridad ingenieril que se me aparecen como más evidentes: por un lado, el axioma de que la voluntad de Dios llega siempre a través de los ingenieros directores de la obra; por otro lado, la forma de ejecución y el ámbito operativo de la corrección fraterna.

De los perjuicios que causan a las conciencias (y a la propia Prelatura) estos dos coeficientes de seguridad institucional, a pesar de su pretendido origen “divino”, valorando si existen y se operan en interés de la persona o, como parece más probable, en interés de la Institución, podríamos hablar de forma más extensa.

Pero en otra ocasión.

Atentamente,

Mineru.