Estimado Nacho!

Vaya cantidad de recuerdos me han venido a la mente al leer tu último aporte del día 4 de julio, porque hablas de Amaniel, centro al cual estuve adscrito una temporada durante el tiempo que viví en Madrid. En aquel entonces trabajé como profesor en la Complutense y me tocó ir a ese centro.

Cercano, si la memoria no me falla, estaba un piso en el que viven agregados llamado "leñeros". ¿Es así?. En él se solían a veces tener las tertulias y las meriendas de los domingos, aunque la med era en Amaniel. Vaya épocas. Solo que yo llegué dos años después de tu partida.

Tu testimonio me parece sumamente interesante porque da luz sobre la vida de un agregado que pocas veces se comenta en esta página. Si me lo permites yo añadiría algo, que era un vivir con la familia de sangre pero sin vivir, es decir, dormías ahí, tu ropa estaba ahí, era la lavandería, planchero y ná más, porque lo de vivir propiamente dicho, era imposible, con la cantidad de actividades a las que había que asistir al centro respectivo.

Sobre el concepto que se tenía y se sigue teniendo sobre la mujer estoy de acuerdo. Cuantas veces escuché lo mismo en varios centros de la Obra en otras partes del planeta, siempre la cantaleta que las mujeres eran malas, embaucadoras y que había que cuidarse. Esto es fundamental para entender los fracasos sentimentales de muchos numerarios y agregados al momento de salir de la institución y buscar, siguiendo el consejo que les dan, casarse lo más pronto posible. Pero eso es otro tema, así que lo dejo acá.

Felictaciones Nacho, estoy seguro que tu testimonio será muy útil a muchos y muchas que ahora, a la edad que dices, están planteándose empezar su vida. Nunca es tarde, todo es cuestión que cada quien tome su propia decisión y vuelva a retomar el rumbo de su existir.

Un fortísimo abrazo!

Armando