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 Tus escritos: Numeraria auxiliar durante 35 años (20).- Maripaz

077. Numerarias auxiliares
Maripaz48 :

 NUMERARIA AUXILIAR DURANTE 35 AÑOS (20)

Maripaz, 23 de junio de 2008

 

 

Con ellas trabajaba, les daba clases teóricas y practicas, saliamos a pasear, haciamos tertulias piratas por la noche, comiamos, jugábamos… Pronto tuve un gran numero de amigas que acudian a mis circulos y charlas.

 

Cuando se organizaban fines de semana, convivencias, cursos de retiro, alli estaba yo, con mis jovenes amigas, tratando de venderlas mi maravillosa vocación a la esclavitud. Y aquellas mentes, apenas adolescentes, eran como esponjas, sobre todo si a lo largo del dia les vas dosificando lo que conviene para su lavado de cerebro efectivo.  Ahora, me asusta la manipulación tan tremenda que haciamos de sus mentes...



Recuerdo a una niña de catorce años, de un pueblo cercano a Sevilla, que era la mayor de cinco hermanos. Enseguida nos hicimos amigas. Su padre venia todos los domingos a recogerla y se la llevaba a pasar la tarde con ellos a casa. Pronto me sugirieron que la acompañara, para ir conociendo a su familia y si más adelante pitaba, tener a los padres en el "bote".

 

Pasé tardes de domingo, enteras, sentados alrededor de la mesa camilla si era invierno, compartiendo conversación y merienda, por cierto que eran generosísimos. El padre de familia era camionero, me hice gran amiga de él, por supuesto, amistad verdadera que aun conservo. Cada año por Navidad nos felicitamos y hablamos por teléfono y con su acento andaluz cerrado, me pone al corriente de cada uno de sus hijos y nietos, su mujer es también una gran amiga. Son como mi propia familia.

 

Su hija pitó a los pocos meses de llegar, con catorce y medio, y mis visitas las tardes de domingo ganaron más interés, si cabe, con vistas a hacerles entender la vocación de su hija que se tenía que ir al centro de estudios. Recuerdo el dia en que les dijo a sus padres que era de la obra y la mirada de su padre hacia mí, considerandome una traidora… A mi me dolia en el alma… Le vi emocionarse y llorar pues le costaba… era la primera hija que se le iba, su primogénita del alma.

 

Contrastaba su generosidad ,siendo una familia humilde, con la tacañeria de la obra. Cuando su hija, ya pitada, dejó de acudir los domingos a visitar a sus padres, venia toda la familia a verla a ella. Por entonces, yo estaba en el oficce y cuando les veía llegar en verano, a las cuatro de la tarde, todos acalorados, les bajaba sin preguntar a nadie algo fresquito, como siempre había visto hacer a mi madre cuando teníamos una visita. Tomaba de las manitas a sus hermanos pequeños y les llevaba al arcón de los congelados y les obsequiaba con un polo a cada uno. Ni que decir tiene que, a la segunda vez que lo hice, me corrigieron de que estaba siendo muy generosa con esa familia, que eramos pobres… y con dolor de mi corazón ,dejé de creerme que estaba en mi casa y podía ofrecer a mis amigos un refrigerio.

 

Tiempo después pito la hermana de supernumeraria. Mi amiga se salió unos meses antes que yo y está felizmente casada y con un hijo. Conservo su amistad y la de sus padres como algo valioso.

 

La utilización de la amistad y del cariño, nunca ha ido conmigo, siempre me rebelé y he cultivado la amistad que había nacido, por encima de todo.

 

He sido testigo de verdaderos atropellos a las personas, después de haber conseguido sus objetivos y pisar los sentimientos sin ningún miramiento.

 

A los pocos meses me cambiaron de trabajo, me pusieron en el planchero y como tenia mas experiencia, pronto lo tuve bajo control... Era enorme, con dos mesas para planchar, el rulo de planchar sabanas y otra mesa más pequeña. Tenía luz natural y daba a un patio. Había una habitacion llena de casilleros para poner la ropa limpia de los residentes y un lavadero con maquinas industriales, lavadora, centrifuga y secadora al lado.

 

El trabajo era inmenso, los residentes eran cien y la administración y las alumnas, cincuenta. Las camisas se planchaban a velocidades, pero las niñas no sabían hacerlo bien, se trataba de que hicieran las practicas de sus estudios pero, para las monitoras, era doble trabajo: enseñarles y sacar el planchero cada semana. Se entretenían con el vuelo de una mosca y no les cundía el trabajo, con lo cual se me ocurrió para entretenerlas y captar su atención contarles las películas románticas que habia visto antes de pitar y entre ellas habia un musical en boga muy famoso que era su preferido. Lograba tenerlas entretenidas mientras con mi imaginación les contaba como se enamoraba el chico guapo de la chica... Santo remedio. Aprovechaban mas el tiempo, sacábamos el trabajo y se lo pasaban bien. Daros cuenta que planchar varias horas seguidas es muy monótono... Otras veces les enseñaba canciones de mi epoca, tenia gran facilidad para cantar y me gustaba hacerles ameno el trabajo agotador.

 

Recuerdo con espanto los días que planchábamos pantalones, eran autenticas montañas y habia que enseñar a hacer las rayas rectas. Teniamos unas planchas de vapor japonesas que habia que quitarles un tapón para rellenarlas de agua cada vez que se terminaba, con peligro de quemarnos las manos y que pesaban un quintal.

 

También nos quedábamos por la noche casi todas las semanas a terminar de planchar pues no terminabamos la ropa a tiempo y teniamos que entregarla semanalmente. Las niñas no se quedaban, lo hacíamos nosotras solamente.

 

Mención aparte era ,cuando teniamos que deshacer las bolsas de ropa sucia. Teníamos que ir separando las piezas de ropa e ir seleccionando los colores. Los calcetines los prendíamos en un imperdible que tenia el numero de cada residente y a veces, si estaban muy muy sucios, no pinchaba el alfiler, el tufillo se metia por la nariz después de la primera bolsa… y el aire a los pocos minutos era irrespirable. Pasábamos la mañana entera entre ropa sucia, deseando acabar y subir a ducharnos.

 

Más tarde, con unos cepillos y jabón de taco, dábamos a cada cuello de las camisas frotando con fuerza antes de meterlas a la lavadora. Normalmente lo hacíamos los domingos a la mañana y una vez acabadas las camisas, empezábamos con los pantalones, sobre todo unos mil rayas que estaban de moda y que se manchaban los bajos de betun de los zapatos y costaba mucho sacarlo.

 

También recuerdo los dias de planchar sabanas, empezábamos por la mañana y teniamos que turnarnos para ir a comer porque no habíamos terminado. Los brazos terminaban con agujetas de doblar sabanas a toda velocidad para luego hacer los juegos, era todo un arte llevar el ritmo para que al salir del rulo, las sábanas planchadas no se amontonasen e ir doblándolas a la vez, con unos movimientos precisos.

 

Cada poco cambiaban a las alumnas para que fuesen rotando por todos los servicios y cuando habían superado la fase de aprendizaje, tenias que empezar de nuevo con otro grupo, era agotador…

 

Por la tarde en la escuela que habia en un ala de la casa, les daba las clases teóricas en el aula a mis jóvenes alumnas; los temas, variados: la fibra natural, la sintética, mantenimiento de las prendas etc,. La verdad que yo no había hecho los estudios de Formación Profesional para impartir aquellas clases, me colocaron alli y hacia lo que podia… Lo suplia estudiando lo que caia en mis manos, pues queria que aquello tuviese un nivel.

 

De todas las maneras, aquellos estudios eran un engaño para atraer a gente joven y captarlas como futuras vocaciones de numerarias auxiliares.

 

Cuando años mas tarde los estudios tenian un mayor nivel -en mi época estábamos empezando- he oido que nunca les han convalidado, ni han servido para una colocación profesional.

 

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Publicado el Monday, 23 June 2008



 
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