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 Correos: El palmo que va del bolsillo a la bragueta. Mi comentario a Opus judei.- Alberto

010. Testimonios
Alberto :

Jose María Escriba, "Opus judei". Sin editorial. Impresora: Orion editores, Bogotá, 1994. 246 páginas. Sin ISBN.

 

1. Opus judei

Hace varios años un obispo tradicionalista mexicano, durante su última visita a Europa, me trajo expresamente un ejemplar de un libro de acerva denuncia al Opus Dei, que yo le había pedido después de que, en una ocasión anterior, me hubiera hablado de él con convencimiento y entusiasmo.

El libro, de factura bastante barata y publicado en Colombia, lleva por título: "Opus judei". Es una de esas ediciones que, la verdad, uno espera encontrar en algún baratillo o tenderete de feria; uno de esos libros que se asocian con música de Shakira puesta en radiocassette, puestos de cubiletes de chufas humedecidas con manguera, posters de temática mitad mitológica, mitad ecologista, vistosos globos forrados de celofán con formas varias, y una miscelánea de avalorios, amuletos y deidades indoafricanas de mercadillo; uno de esos libros perdidos en el montón inescrutable de papel rancio, entre la pila del "Mi lucha" de Hitler y algún ejemplar de las Confesiones de San Agustín en edición del extinto -hace décadas extinto- Club de Amigos de la Historia.

Su autor: una figura enigmática y siniestra que firma como "José María Escriba"...



O bien Escrivá era esquizofrénico y se pasaba las noches en vela escribiendo libros contra sí mismo, o bien el tal José María Escriba existe realmente agazapado en algún cuchitril de Barranquilla, y vive atormentado por una conciencia de malditismo que le impide aceptar la existencia de tocayos, o bien se trata de una funesta coincidencia. Y digo funesta porque, francamente, si yo me llamara "Jose María Escriba" lo último que haría sería escribir un libro contra el Opus Dei.

 

El libro tiene tres partes. Por este orden: "Las sectas y el Opus Dei", "La vida oculta de Escrivá de Balaguer", "Criptojudaísmo y el Opus Dei". Pienso que el orden de las partes debería haber sido otro, y las comento siguiendo mi propio orden.

 

2. Criptojudaísmo y el Opus Dei

En su tercera parte, el libro trata de demostrar la infiltración planificada del judaísmo en la Iglesia a través del Opus Dei, documentando la procedencia y los rasgos caracterológicos judaicos de Escrivá y su familia. El cambio de nombre de "Escriba" a "Escrivá", que siempre se ha visto como una catalanización del apellido, para asociarlo a una capa social superior, aquí se interpreta como un ocultamiento de su etimología semítica, para desasociarlo de esos "escribas y fariseos" que Jesús estigmatizaba en los Evangelios.

Típica ocupación comercial judía es el sector textil, al que se dedicaba la familia Escriba, y típico de los judíos -según el autor- es también el fingir, las equivocidades engañosas, la mendacidad innecesaria, el eludir siempre las confrontaciones directas, y la tendencia a la clandestinidad: en este sentido se narra la mudanza nocturna de la familia Escriba lejos de Barbastro, escurriendo bonitamente el bulto del acoso de los acreedores.

Esa tendencia al secretismo, el fingimiento, la mendacidad y la clandestinidad, y a eludir los careos y las confrontaciones directas, se habría transmitido luego al espíritu de la Obra, y se pone de manifiesto, sólo por citar un ejemplo, en esa conocida y muchas veces comentada inclinación de los numerarios a mentir precisamente cuando es innecesario hacerlo, o a recabar información de los demás precisamente también cuando es innecesario: el famoso "¿de parte de quién?" con el que invariablamente responden al teléfono, antes de decir que la persona solicitada no se encuentra disponible.

Por aquellos años se había publicado en Alemania el libro "U-Boot in der Kirche", "Submarino en la Iglesia", de factura similar a nuestro "Opus judei" -aunque aquél no había sido imprimido en Colombia-, es decir, un miserable panfleto de rastrillo, donde se demostraba que Helmut Kohl era masón a partir de una foto en la que se le veía estrechando la mano a no sé quién. A mí, francamente, me costaba imaginarme a Kohl como un judío camuflado. Y como ya me empezaba a molestar la obsesión en los sectores tradicionalistas de la Iglesia por buscar y encontrar confabulaciones e infiltraciones judías por todas partes, y quizá sobre todo también porque no le viera mucha relevancia, cuando en aquella época leí el "Opus judei" no hice mucho caso de la presunta judaicidad de Escrivá. Hasta entonces, yo me había representado a Escrivá como un cura de pueblo con mal genio que salpicaba sus peroratas de pasajes latinos pronunciados con acento aragonés. Pero más tarde hube de repensármelo, cuando, al ver la nueva versión de la estampita de Escrivá, detecté algunos cambios en relación con la que yo había conocido veinte años atrás. En la famosa oración del reverso, de pronto las gracias innumerables resulta que en realidad le habían sido concedidas a través de la Santísima Virgen, y que quien antes era siervo, ahora es ya todo un santo. Mientras que, en el anverso, la anterior foto del anciano de severo semblante enmarcado en un aura de santidad que ya se empieza a percibir, ha sido sustituida por otra en la que un Escrivá lozano, rejuvenecido y sonriente me recordó en el acto a Woody Allen...

 

3. Las sectas y el Opus Dei

En su primera parte, el libro denuncia el sectarismo del Opus Dei, y analiza su estructuración con arreglo a principios sectarios, así como la presencia en la Obra de todos los elementos típicos de las organizaciones secretas: santo y señas ("Pax", "in aeternum"), cógidos internos, vigilancia y delación generalizadas y recíprocas, interrogatorios y control exhaustivos de los miembros, tramitación de informes internos a instancias superiores pero desconocidas, hipernormativización, uniformización de los modos de vida y del aspecto, explotación espiritual y material, y también el uso de códigos lingüísticos y significados internos ("no sé si compensa..." para decir: "te desaconsejo que lo hagas...", y tantos otros sin fin) y simbología. En fin, esos lugares comunes que todos conocemos de los análisis, descripciones y relatos de cualquier sociedad secreta en general y del Opus Dei en particular. Pero a "Opus judei" no se le puede negar el mérito de llevar la búsqueda de códigos y simbologías a la obsesión. Así, en el logo de la editorial RIALP, que muestra una rosa con su tallo de espinas, se quiere ver un símbolo masónico y una referencia a los rosacruces. Creo que la rosa de RIALP tiene una historia que enraiza en la propia vida de Escrivá, aunque yo no la conozco en detalle. Me parece que fue una rosa que el fundador del Opus Dei vio en alguna parte no sé donde, o algo parecido: un episodio insignificante que luego la tradición opusdeísta encumbró -como a tantas otras cosas, y como quizá hagan también todas las tradiciones- al rango de leyenda, de hito, de mito fundacional, o de milagro. Ahora que lo pienso, me pregunto por qué el saludo interno del Opus Dei es "Pax", en nominativo, en lugar de "Pacem", en acusativo, de modo semejante a "gratias", porque en nominativo "Pax" no formula el complemento directo de una donación o un deseo, sino el concepto de paz. Eso significa que el saludo no consiste en dar ni en desear la paz, sino en establecerla o hacerla valer: "Ecce pax", "fiat pax". ¿Cómo era aquello? "Fiat pax, pereat mundi".

Ciertamente, se pueden encontrar muchas semejanzas de forma entre el Opus Dei y la masonería, pero todas esas semejanzas, más que presuntas raíces judías del Opus Dei, más bien demuestran que todas las sociedades sectarias, secretistas y totalitarias se parecen mucho entre sí una vez que han alcanzado un cierto desarrollo. Sobre este tipo de sociedades se han hecho muchos estudios periodísticos, sociológicos, filosóficos y testimoniales. Pero a mí, más que el estudio documental de estas sociedades históricas, me interesa esta otra doble cuestión: por qué una ambición de control universal y totalitarista asume la forma de cripticismo y secretismo, y por qué esta ambición de control universal manifestada como cripticismo existe en general como una posibilidad del espíritu humano; y no sólo como posibilidad, sino como una tendencia y una inclinación que anida latente en cada uno de nosotros, como el germen de una enfermedad que todos llevamos dentro, y que luego, según circunstancias históricas y personales, encuentra a veces un desarrollo. Sobre este tema hablaremos más por extenso en otra ocasión.

 

4. La vida oculta de Escrivá de Balaguer

Y en su segunda parte, el libro estigmatiza la personalidad del propio Escrivá, aportando testimonios, documentos e interpretaciones textuales que avalan la caída de Escrivá en los siete pecados capitales, uno tras otro, y también su presunta homosexualidad, amén de otros rasgos ya conocidos suyos como la misoginia, el fanatismo, su carácter colérico, sus ínfulas aristocrácticas, sus tontas vanidades, etc. Unos rasgos que luego precipitan en contundentes aforismos ideológicos, unos del propio Escrivá, otros de secuaces suyos, recopilados bajo el divertido subtítulo "Escrivá y las mujeres", del tipo de éstos: "el estado normal de la supernumeraria es el embarazo"; "ellas se salvarán teniendo hijos"; "del ochenta por ciento de las infidelidades, la culpa la tienen ellas, porque no saben conquistar a sus maridos día a día"; o la amonestación, genial en su elemental clarividencia: "si no tenéis hijos, acabaréis teniendo perros"; y finalmente, la conclusión moral: "todos los pecados de los hombres se resumen en un palmo: el que va del bolsillo a la bragueta", pensamiento de una factura y un humor mitad ex-seminarista, mitad cuartelero. Eso fue el nacionalcatolicismo, del que voces muy autorizadas han hablado ya en Opuslibros: exseminarismo y cuartel. Así fue la España donde prosperó el Opus Dei, así fueron aquellas décadas, así fue el propio Escrivá, y así sigue siendo el espíritu de los numerarios: mitad ex-seminarista, mitad cuartelero. La frase tiene su humor, creo que es incluso una metáfora, pero es el humor que viene de un cinismo reprimido: ya que no me dejan darle uso al sexo, por lo menos le saco un chiste. Como los motes que en el colegio poníamos a los maestros malqueridos, y que siempre tenían también algo de metafóricos. Pero sobre el cinismo del fundador, también hablaremos más por extenso en otra ocasión.

Bajo esta rúbrica de la estigmatización sexual de Escrivá, y con el irónico subtítulo "Tendencias nefandas", caen los sorprendentes testimonios sobre sacerdotes opusdeístas y apolíneos a los que Escrivá acariciaba, besuqueaba, y con quienes hacía sus arrumacos, y sobre las remesas de donceles pubescentes que iban llegando a Roma y avivaban la libido del fundador.

 

"Escrivá guardaba un secreto a voces. Aquello que todos pensaban, que muchos han insinuado sin atreverse a decir en público. Escrivá tenía una obsesión, un "defectillo", una tara relacionada con sus comportamientos sexuales. Era homosexual, delicado y pusilánime."

 

Literariamente, lo más valioso de todo el párrafo son las comillas del "defectillo" que el propio autor emplea. Pero si me pregunto a mí mismo si creo si todo eso es verdad o no, debo responderme que no me interesa lo más mínimo.

Pero también bajo esta rúbrica de los rasgos de su carácter caen las anécdotas y las situaciones chistosas. Ésa en la que el fundador se presenta a una recepción en la embajada española en Roma, a la que había sido invitado, y el anfitrión, viéndolo llegar, sale a saludarle todo efusivo con los brazos abiertos: "¡Hombre, Escrivá, qué tal!" Y el fundador, sintiendo vulnerada su santa intocabilidad, sin decir una palabra se da media vuelta y regresa por donde ha venido, lleno de enojo y con la nariz bien alta. Y luego viene del Portillo, en su papel de lacayo pelota (el "Canijo" de "Érase una vez el hombre"), justificándolo: "¡Si por lo menos hubiera dicho "Padre", o "Monseñor Escrivá"!”

O ésa en la que Escrivá siente celos de un obispo a quien Alberto Moncada, según el protocolo, le besa la mano. O el berrinche que en presencia de otros numerarios descarga contra su secretario personal, Antonio Pérez, cuando Montini fue elegido Papa, como si aquél hubiera tenido la culpa, igual que Pierre-no-doy-una descargaba sus furias contra el perro Risitas cuando se le averiaba el coche o le fallaba la trampa.

O sus debilidades gastronómicas: por los melones españoles, que le hacían llegar por avión a cualquier parte del mundo donde en ese momento se encontrara; o por las bebidas espiritosas: "el mejor fundador es el que viene embotellado", se cuenta que dijo tras una comida, recostándose contra el respaldo de la silla y chasqueando la lengua complacido.

O sus emulaciones, arrogantes hasta lo blasfemo, del tono con el que Jesús mismo hacía a sus discípulos los anuncios de la Pasión: "os pedirán cuentas por haberme conocido"; "la historia de la Obra se escribirá de rodillas"; o las palabras que pronunció en 1946 justo antes de marchar definitivamente a Roma: “aprovechad ahora que estoy con vosotros, porque muy pronto ya no me tendréis", calcando un anuncio de la Pasión del que el humorista Eugenio también supo sacar un chiste.

O su autodeclaración de unicidad, que con diversas variaciones repetería varias veces: "Mira, Álvaro: obispos los he conocido como borregos, cardenales a montones, Papas como media docena... pero fundadores del Opus Dei sólo hay uno. Y ése soy yo."

 

Éste habría sido el orden correcto de las partes, si lo que se quiere sostener es que, a través de una ascendencia judía, había presente en la familia de los Escriba una mentalidad latente e imprecisa de elección exclusiva por parte de Dios, que luego, en José María, a causa de sus situaciones históricas y personales, se activó y se desarrolló en una clara conciencia de monopolio por designio divino. Monopolio significa posesión en exclusiva de la legitimación para la administración de una fuente de vida, y en este caso, del propio Dios. Y esta conciencia de monopolio por designio divino y sobre lo divino, a su vez dio forma luego a una organización que hacia dentro se manifestaba como hipernormativización, uniformización del carácter y del aspecto, control exhaustivo y explotación total en lo espiritual y en lo material, y que hacia fuera se manifestaba como secretismo, cripticismo y sectarismo. Porque esto es lo propio de los monopolios y los totalitarismos: configurar y poseer del todo lo que queda dentro, y cerrarse a cal y canto hacia lo que sigue fuera.

Pero Opus judei no guarda este orden en sus partes, porque a su autor, el enigmático Escriba, para anatemizar el Opus Dei como organización, incluyendo a todos sus miembros, le basta con postular la ascendencia semítica de los Escriba y el carácter malvado del hombre Escrivá, y entonces el libro se queda en una difamación que en primer lugar es gratuita, en segundo lugar es malintencionada, y en tercer lugar no ayuda a nadie. Hubiera sido preferible suprimir las partes segunda y tercera, dejando el libro en una denuncia documentada del sectarismo de la Obra.

Y con este último comentario pasamos a la conclusión.

 

5. Conclusión

No sabemos quién es más tonto, si el que difama a diestro y siniestro, o quien siente vulnerada su dignidad y se deja agraviar por difamaciones tales, pero en cualquier caso al autor de "Submarino en la Iglesia" le llovieron las demandas por caluminas y difamación, y fue condenado por varios tribunales a retirar el libro de la venta y a no volver a mencionar por escrito a los denunciantes. Tampoco sabemos si el enigmático José María Escriba corrió suerte pareja con su "Opus judei", pero el mundo nunca jamás volvió a saber de él. A veces me pregunto si el ejemplar que yo tengo es realmente el único que existe.

Cuando hace seis años leí el libro, me pareció verdaderamente malo. Una lectura de váter. Esto a pesar de que supuestamente es un estudio bien documentado: se recaban, entre otros muchos, los trabajos de Duriol, Alberto Mocada, Luis Carandell, Jesús Ynfante, María del Carmen Tapia y aún del mismísimo Urs von Balthasar. Pero de nada vale la más exhaustiva documentación si luego es puesta al servicio de un propósito desatinado o insuficiente. Si Escrivá tenía ascendencia judía, o si sublimó en sus ansias de santidad unas “tendencias nefandas” que no siempre lograba reprimir, son circunstancias suyas, que a nosotros no nos incumben. Desde 1975 Escrivá ya pertenece al oscuro mundo de los muertos, y tenemos fe en que Dios le habrá juzgado. Nuestro problema ahora es resolver dentro de cada uno de nosotros si alguna vez cometimos el error de poner nuestra vida religiosa entera, es decir, toda nuestra fe y todo nuestro amor, en función de una figura y una organización que se nos ofrecían como santas pero que nunca dejaron de ser externas. Y precisamente porque siempre permanecieron externas, era fozosamente una mera cuestión de tiempo que luego llegáramos a sentirnos estafados, engañados y decepcionados por ellas.

 

Cuando hace tres años hice mi última mudanza, empaqueté Opus judei junto con otros libros de interés menor en una caja de cartón, sobra la cual, con mano trémula, escribí el rótulo: "Prioridad C". Desde entonces ha estado durmiendo su letargo vampírico en un lóbrego sótano decimonónico.

Con el paso de los años, la humedad se había infiltrado y había corroído las junturas de la caja de cartón, deshaciéndolas.

Cuando este fin de semana bajé al sótano en busca de viejos manuscritos, al remover los trastos apretujados la caja deshecha reventó desde lo alto de un estante, y entre el estrépito de los trastos que caían sobre mi cabeza aturdida, y en medio del olor a papel humedecido que todo lo impregnaba, el libro saltó a mis manos como una repugnante rata.

Todo hombre conoce ese lapso de tiempo que media entre cenar y acostarse, cuando por un lado la pesadez de la digestión nerviosa e inoportuna, y por otro lado la angustia de una nueva jornada laboral en ciernes que aún rehuimos encarar, nos incapacitan para dedicarnos a cualquier ocupación, mientras que al mismo tiempo buscamos desesperadamente distraernos con cualquier cosa.

El lapso se repite con obstinación diaria, pero es más vivo que nunca en las veladas dominicales.

Cuando ayer por la noche, preso en ese lapso, poseído de ese frenesí, estuve hojeando el libro al cabo de seis años, no sin cierta aversión al papel humedecido y oliente, me volvió a parecer, la verdad, francamente malo.

 

Alberto




Publicado el Wednesday, 18 June 2008



 
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