LA LEVANTADA

El que no haya sido del Opus Dei ignora muchos detalles de la vida interna en la única prelatura personal de la Iglesia Católica. Los que sí hemos pertenecido podemos darles a conocer a través de Opuslibros. Pienso que así hacemos un servicio a la verdad. Eso no lo hará la Obra que presenta versiones muy dulces y falsas. Uno de estos hechos sucede cada vez que se celebra lo que los opusianos llaman tertulias o reuniones de familia, en que con el director se adopta una posición que roza lo ridículo y en muchos casos lo supera. Es lo que voy a llamar "la levantada".

Los últimos veinticinco años de mi pertenencia a la Obra --dos tercios del total-- trascurrieron en centros de agregados (célibes que no viven en residencias oficiales del Opus Dei, aunque algunos casos estás gobernadas con dinero opusiano) a los que se denominaban "mayores", por tener todos hecha la fidelidad, o incorporación definitiva, lo que está previsto a partir de los seis años y medio, aunque la mayor parte de las veces no se cumple, pues los directores ponen muchas pegas. Sé de gente que aunque estaba previsto que la fidelidad se hiciera a los seis años y medio hasta se tardaron el doble de años en autorizarla. Al final el miembro de la Obra afectado termina por abandonar. Y es que claro, ninguno es San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás.

Los centros de agregados "mayores" suelen tener en algunos casos auténticos abuelitos, "papis" como les llaman en algunos sitios. Algunas de estas personas tiene muchos años y hasta pueden superar los ochenta. Algunos de ellos conservan un buen espíritu juvenil. Recuerdo a Rafael Poveda, el segundo supernumerario interno de la historia de la Obra, antecedente en denominación de oblato y posteriormente agregado, que murió con cerca de ochenta años. En algunas tertulias hacía la "gallinita", e imitaba al ave de corral, si se lo pedían algunos de los asistentes. Tambien tuve oportunidad de convivir y tener mucha relación con Paco Navarro, el primer agregado que murió con muchos años.

Pues bien, una escena que se me ha quedado en la mente tras abandonar la Obra ha sido su ejemplo heroico ante lo que he llamado "la levantada". Era frecuente que en las tertulias o reuniones de familia el director de turno recibiera una llamada telefónica que le obligaba a salir de la reunión. Inmediatamente todos los presentes se levantaban, incluidas estas personas mayores, que deseaban vivir el espíritu del Opus Dei. Era algo cruel. Hubo director que fue condescendiente y decía: "Por favor, no os levantéis". Otros no hacían lo mismo y dejaban que se levantaran estas personas mayores. Todavía peor era que si, a los pocos minutos, el director volvía a entrar en el lugar de la reunión, se volviera a producir la levantada de todos los presentes. Tengo en la cabeza a Paco Navarro y Rafa Poveda mientras se levantaban. No hay derecho.

Los directores del Opus Dei que dejan que se produzcan estos casos no tienen corazón, como en tanto otros casos como los que se denuncian en Opuslibros. Ahora dirán algunos que están dentro que eso nunca se produjo eso. Que hablen claro, que no mientan. Yo lo viví, y por eso lo digo ahora para que se corrija. He pertenecido a la hoy prelatura personal durante casi treinta y cuatro años y esto no se me olvida. Pienso que muchas personas que están al frente de los centros no tienen corazón. ¿No se dan cuenta que estas personas necesitan mucho cariño y no mera palabrería?

Hubo una persona en el Opus Dei que me llamó la atención por el enorme cariño que tenía por todos. Era Don Jerónimo Padilla (con un don merecido), que, entre otros puestos, desempeñó los de director del hoy Colegio Tajamar y posteriormente, al ordenarse como sacerdote numerario, director de la Delegación de Madrid Oeste. Eran frecuentes sus detalles de cariño. Yo padezco del riñón. Una vez estaba en una convivencia de verano. Don Jerónimo se enteró que yo bebía el agua que bebían otros agregados. Dio orden que ese y otros días me sirvieran una botella de agua mineral que favorecía que no se me produjeran cálculos renales. Pero no todos eran como él. En la Obra hay de todo, pero muchos directores no tienen corazón. Como muchos numerarios (célibes que viven normalmente en residencia) tampoco la tienen.

NACHO FERNÁNDEZ