Bienvenido a Opuslibros
Inicio - Buscar - Envíos - Temas - Enlaces - Tu cuenta - Libros silenciados - Documentos Internos

     Opuslibros
¡Gracias a Dios, nos fuimos
Ir a la web 'clásica'

· FAQ
· Quienes somos
· La trampa de la vocación
· Contacta con nosotros si...
· Si quieres ayudar económicamente...
· Política de cookies

     Ayuda a Opuslibros

Si quieres colaborar económicamente para el mantenimiento de Opuslibros, puedes hacerlo

desde aquí


     Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí

     Principal
· Home
· Archivo por fecha
· Buscar
· Enlaces Web
· Envíos (para publicar)
· Login/Logout
· Ver por Temas

     Login
Nickname

Password

Registrate aquí. De forma anónima puedes leerlo todo. Para enviar escritos o correos para publicar, debes registrarte con un apodo, con tus iniciales o con tu nombre.

     Webs amigas

Opus-Info

NOPUS DEI (USA)

ODAN (USA)

Blog de Ana Azanza

Blog de Maripaz

OpusLibre-Français

OpusFrei-Deutsch


 Tus escritos: Numeraria auxiliar durante 35 años (Cap. 6).- Maripaz

077. Numerarias auxiliares
Maripaz48 :

NUMERARIA AUXILIAR DURANTE 35 AÑOS (6)

Mari Paz, 2 de mayo de 2008

 

 

Os contaba en mi ultimo escrito que en Galicia empecé a interesarme por la gente del sur.

 

Teníamos una profe saladísima que nos hablaba con frecuencia de Cadiz: “la ‘tasita’ de plata, decía ella Debía añorar su tierra y hablaba de ella sin parar. Nos describía la ciudad, efectivamente, como una taza de plata maravillosa y yo en mi ingenuidad, creía que hasta tenia esa forma con asa y todo... Era una mujer muy buena y simpática, nos quería de verdad. A veces, al darnos las clases de urbanidad, cargaba un poco las tintas.  Es verdad que en aquella época, las chicas del pueblo éramos un poco paletas y había unas cuantas de la ribera de Navarra que eran bastante bruticas. Pero en general, éramos unas chavalas majas y no veníamos del tercer mundo como a veces se empeñaban en resaltar...



Teníamos clases de cultura general, dictados, lectura, redacción y poco mas. Mi cultura se estancó para siempre... También de materias profesionales: planchado, tintorería,  cocina...  Por fin confeccioné en una libreta, con muchísima ilusión, un auténtico libro de cocina con las recetas que nos daban en clase, esperando ponerlas en práctica. Pero, horror de los horrores, me volvieron a poner a pelar ajos y cebollas y a fregar enormes cacharros como en Madrid. Aborrecí la cocina para siempre.

 

Otra temporada me pusieron para ayudar a la encargada del oratorio e ir aprendiendo. Esta persona tenia quince años mas que yo. Había estado mucho tiempo en Roma, era muy seca, yo la tenia verdadero yu-yu. Me enseñó a cortar velas para el altar en escala, de mayor a menor, midiendo concienzudamente los milímetros y cortándolas con un cuchillo al rojo vivo. Hacía falta maestría para hacerlo bien y, como tuviese un fallo, mi jefa no tenia compasión. Me decía que el amor a Dios estaba en los detalles.

 

A mí me agobiaba un poco todo aquello, ese encorsetamiento de minucias propias de una conciencia escrupulosa. No te digo nada cuando mas adelante me enseñó a planchar purificadores y amitos y había que dejar unos centímetros concretos al lado de la cruz central, midiéndoles con el metro... ¡como si Dios fuese tan cicatero !.

 

De mi paso por el oratorio recuerdo con horror las partes del rosario que me hizo rezar la jefa y la chapa que me dio contándome anécdotas insustanciales del fundador durante su estancia en Roma. Nada de escuchar la radio u oír música. Estaba totalmente prohibido. Sólo escuchaba al Dúo Dinámico cuando los domingos nos mandaban a hacer apostolado a La Alameda, y al pasar al lado del cine, que ponían las ultimas películas de Marisol, se oían de música de fondo,animando a la gente a sacar su entrada. ¡Con lo que me gustaba a mi ,el cine.

 

Ahora, veo cine sin parar para recuperar el tiempo perdido.

 

Solían llevarnos por la tarde, de vez en cuando, de paseo al Monte Pedroso y allí corríamos y gritábamos sin ningún reparo. Yo solía ser de las más gamberras y locas: más de una vez me llamaron al orden. Lógicamente, congeniábamos más con unas que con otras. Había una chica de Burgos, graciosa, traviesa, que me caía fenomenal. Estábamos juntas siempre que podíamos, en su camarilla o en la mía, viendo a la gente pasar desde la ventana. Rapadamente, al darse cuenta de nuestra afinidad, nos explicaron que no podíamos tener amistades particulares y que teníamos que querer a todas por igual ¡que rollo!. Había algunas chicas que jamás me haría amiga de ellas. Muy serias, parecía que tenían cuarenta años ya, siempre a la puerta de dirección esperando para consultar una corrección fraterna o delatar nuestras travesuras. Siempre en plan servil detrás de la numeraria de turno, obediente hasta la muerte. Las ponían de mujeres ejemplares y vividoras del espíritu del opus dei.

 

Nada mas te descuidabas, ya estaban detrás de ti corrigiéndote: “te ríes muy fuerte”, “te duermes en la oración”, “no haces la genuflexión derecha”, “siempre estas con fulanita”... Era como meter el amor en unas estrecheces, que no podía entender. ¡Yo quería amar a Dios!. Me parecía que le amaba con todas mis fuerzas.

 

Por El, había dejado mi familia, mis amigas, un chico que me gustaba, los trapos, mi pueblo y toda mi vida. Me empezaba a agobiar aquel ambiente raro, de pequeñas obligaciones, que a veces asfixiaba mi capacidad de amar.

 

¿Qué había de malo el estar con aquella persona que me caía tan bien y me hacia reír tanto? No hacíamos nada malo, sencillamente éramos amigas. Años mas tarde empezaron a sonar las alarmas de que había cosas que no me cuadraban en mi vocación cuando me percaté de la utilización que se hacía de la amistad en la obra. Para mí, un amigo es para siempre, pase lo que pase, y cuando vi que eso no se vivía, me sentí muy mal y empecé a dudar.

 

Normalmente nos acostábamos pronto y, una vez que nos apagaban la luz central de las camarillas, en el silencio de la noche, se oía casi todas las noches una voz masculina potente, cantar una canción de RAPHAEL de moda que decía: “Yo soy aquel, que cada noche te persigue Yo soy aquel que por tenerte ya no vive. El que te espera, el que te sueña, aquel que reza cada noche por tu amor”. Así un día y otro, os podéis imaginar nuestra intriga y comentarios al día siguiente. 

 

Al hablar de ello con las numerarias con la mayor naturalidad, siempre hacían como si no tuviera importancia, que pasaba por allí de casualidad. Pero nosotras no éramos tontas y sabíamos perfectamente que el cantante era un novio abandonado por alguna gallega del centro de estudios y que iba a cantarle todas las noches.

 

 

<<AnteriorSiguiente>>




Publicado el Friday, 02 May 2008



 
     Enlaces Relacionados
· Más Acerca de 077. Numerarias auxiliares


Noticia más leída sobre 077. Numerarias auxiliares:
Mi testimonio. Numeraria auxiliar durante 24 años.- Leonisa


     Opciones

 Versión imprimible  Versión imprimible

 Respuestas y referencias a este artículo






Web site powered by PHP-Nuke

All logos and trademarks in this site are property of their respective owner. The comments are property of their posters, all the rest by me

Web site engine code is Copyright © 2003 by PHP-Nuke. All Rights Reserved. PHP-Nuke is Free Software released under the GNU/GPL license.
Página Generada en: 0.140 Segundos