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010. Testimonios
M.M. :

Hace mucho tiempo que quería compartir esto. Ha sido al leer una de las cartas de hoy -ya casi nunca me acerco a leerlas, para qué remover más el dolor dentro de mí, si ya todo pasó...- que quería decirle a Carocha: "a mí también".

Verás: estando yo dentro de la obra, en cada charla, en cada confesión, pero sobre todo en cada charla, me sentía tan, tan violentada, tan desnuda. Me hacían unas preguntas tan intimas, que debía responder, tantas personas diferentes, de tan solo unos años más que yo, que no podía evitar pensar que eso... no estaba del todo bien. A menudo pensé: una violación no puede ser peor. En una violación abusan de tu cuerpo, unos minutos, unas horas. Luego nunca más pasa nada más. Solo entran en tu cuerpo, solo te humillan el cuerpo. Y ya no te vuelven a torturar más, ni has de ver más a esa persona, ni nadie te pregunta más. Sostenía, en mi interior -pues es cierto que yo soy muy dura, y también en mis pensamientos bastante "políticamente incorrecta", que una violación no era "para tanto".

Debo decir que hace un año me violaron. Hace 10 que dejé la obra. O que ella me dejó a mí, más bien. O que Dios me devolvió la vida que con tanta ilusión le entregué de niña... como un regalo. Superé la violación en una semana. Incluso me sentía culpable, a la semana, por volver a sonreir, a sentirme más o menos normal, de no tener ya ese peso, ese asco, esa humillación e indefensión e impotencia tan grande a mis hombros. Pensaba que "tenía que estar triste" pero lo cierto es que, salvo los tres días siguientes, que fueron terribles, el resto me normalicé, y ahora apenas es un vago recuerdo que no sale a colación más que al ver determinadas noticias... o escuchar comentarios, pero no por sí solo.  En cambio, aún no he superado el dolor tras haber pasado mi infancia, mi adolescencia y mi primera juventud en el Opus Dei.

Mi novio ignora ambas circunstancias. Pero no siento que deba contarle lo ocurrido hace un año, cuando aún no formaba parte de mi vida, ya que no es un recuerdo que me condicione, ni siquiera le doy la categoría de vivencia. Fué algo que le ocurrió a mi cuerpo, como aquella vez que me caí o aquellas otras que vomité, desagradables pero pasajeras.

En cambio, personas a las que conocía y en quien confiaba, pensando que me ayudaban, destrozaron mi inocencia, semana tras semana, a veces con más frecuencia, me preguntaban acerca de mis deseos sexuales, de mis deseos afectivos, de mis satisfacciones o de mi ignorancia. Mi madre, que tan ... no sé como decirlo ¿casta? me educó... para que unas jóvenes sin siquiera experiencia, sin tampoco ser madres, me explicaran y luego me preguntaran y preguntaran y preguntaran, y manosearan mis respuestas entre sí, a la directora, al sacerdote, a la directora del curso de retiro, a la del curso anual.

Mi madre... si supiera, mi madre. Odio la violación porque ya no soy virgen. Al menos mis padres no conocen el dato, y siguen creyendo en mi "inocencia". Pero dejé de ser inocente tan, tan joven, que, sinceramente, no creo que lo mereciera. Mi madre decía que yo era tan buena... y ahora pienso que no queda nada de la niña buena e inocente que quería tanto a Dios... que sólo hacía obedecer y sonreir... de todo eso queda una mujer dura y fría, incapaz de confiar ni de querer más a nadie. Incapaz de dejar que nadie le quiera.

M.M.




Publicado el Wednesday, 23 April 2008



 
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