Querido ANG:

Sólo puedo repetirte una y otra vez lo mismo, tu dolor es mi dolor ¿no sabes cómo se ha removido mi corazón cuando he leído tu envío? Tanto, tanto, que me siento en la obligación de contestarte porque te entiendo perfectamente, yo he vivido lo mismo. Mis padres son también supernumerarios y la vida familiar que cuentas es la misma que yo he experimentado: incomunicación, baja autoestima, incomprensión, siempre una norma era más importante que tú o que una reunión familiar o que un hermano tuyo necesitado de ayuda.

Pero no quiero seguir ahondando en algo que ya está olvidado (o eso creía hasta que leí tu carta) y lo que es mejor aún, ya está perdonado. No me siento con el derecho de darte ningún consejo, sólo quiero que sepas que te comprendo y que te apoyo, si te sirve de algo te diré que mis oraciones estarán contigo, si eso no te consuela quizás prefieras la esperanza de saber que es posible acabar con ese dolor y si quieres puedo contarte cómo: con amor, es la única receta. Quiere a tus padres; te diría más, ámalos. No sé qué edad tienen tus padres, pero por ley de vida serán ancianos en algún momento y, entonces te necesitarán, y allí estarás tú, y le cogerás de la mano en la UCI de algún hospital, y también estarás allí cuando a tu hermana le abandone el marido y tu madre no entienda nada y necesite un abrazo dentro del que llorar. Y habrá muchos momentos grandes y pequeños en los que tú estarás allí y nadie se acordará para nada del Opus Dei.

Tú también tendrás el momento de optar entre "amar u odiar", sólo de tí depende la respuesta, porque eres libre. Sí, eres libre de amar, ¡Y después qué serenidad! Perdona la sensiblera, pero tu mail me ha tocado el alma. Cuenta con todo mi apoyo y respeto hacia tu dolor. (Yo fuí de la Obra durante 16 años y esto no me lo enseñaron allí).

CRM