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 Correos: ¡Hasta cuándo Señor, hasta cuándo!.- Armando

010. Testimonios
Armando :

Realmente las cosas están mal en el Opus Dei, al principio no me lo creía y aunque no dudaba de la veracidad de los testimonios, porque muchas cosas las había vivido o visto, al momento de afirmar que habían problemas muy serios al interior de la institución, leía aquello con cautela, debido a que lo atribuía al apasionamiento por querer demostrar que realmente se estaba desmoronando.

 

Pero ante los mails que he visto defendiendo a la obra y sobre todo, las personas que lo hacen, reconozco públicamente que me he tragado mis palabras, en este caso mis pensamientos y que les doy toda la razón. Así que hago mi enmendatio pública “En la presencia de Dios nuestro Señor, me acuso de haber dudado cuando se me decía que la obra se está desmoronando por dentro, por estas culpas pido perdón y penitencia”...



Y escribo esto porque desfilan por esta página personas que hacen constatar esa información. A los hechos me remito para que se vea que es sincero mi arrepentimiento. En mis tiempos como agregado, había tanto que hacer que apenas disponías de unos minutos para rascarte la barriga –en mi caso porque soy barrigón-. Y aún así no lo podía hacer porque eso significaba perder el tiempo, lo cual constituía al producirse –digo lo de rascarme el abdomen- tema de confesión y hasta podía ser pecado mortal, al haber dedicado tiempo a mi mismo, a estar pendiente de mis cosas y descuidar la labor, la presencia de Dios, el proselitismo y un largo etc.

 

Pensar en aquellas épocas que podía acceder a Internet, dedicarme a ver páginas como esta y sobre todo, a escribir defendiendo a “nuestra ex madre guapa la obra”, era imposible, es más, el llegarlo a suponer remotamente, te producía tal desasosiego que ibas a la charla y lo decías, luego te aconsejaban llevarlo a la confesión y te absolvían de aquel mal pensamiento, de esa falta de buen espíritu.

 

Pero ahora se ve que las cosas han cambiado porque resulta que tenemos entre nuestros “colaboradores” a una numeraria que dice que trabaja fuera del centro, es decir que no se dedica a labores internas, que vive en el mundo el cual es su celda, que ama y haz lo que quieras y pata tin y pata tán, a la vez que escribe acá, defiende lo indefendible y eso me hace pensar: ¿está eximida de la labor del centro?, ¿no da círculos?, ¿no lleva charlas fraternas de sus hermanas?. ¿Y a qué hora hará las normas y llegará a hacerlas todas?.

 

Porque no me explico de dónde saca el tiempo para dedicarse a todo lo que debe hacer según lo establecido para su vocación y nos endilga sendos textos, los cuales suponen una inversión de tiempo considerable.  Yo me puedo dar esos lujos y ahora menos porque la vida me ha cambiado un pelín, pero ¿y ella de dónde acá puede permitirse esos privilegios de derroche de tiempo?.

 

No obstante, no queda aquí la cosa, hay más. Entre supernumerarios que escriben defendiendo a la obra, esgrimiendo sus años dentro y los años que pasaron pensando el asunto, entre que si pito, que no pito, que si, que no y tanto así que primero se quemó el arroz y les dejaron entrar, pero como supernumerarios, tenemos a uno que dice ser tal pero que escribe como que no lo es. Me explico, nos ha dicho que es supernumerario de edad joven, en fin, que no es de los cabezones del cotarro, pero nos cita textos de documentos internos los cuales sabemos, no están al alcance de todos los fieles de la prelatura.

 

De vez en cuando se le ve el plumero, me parece que es cuando le dejan poner algunas líneas en el texto que le han entregado elaborado por el cl, para que parezca suyo. Pero a lo que voy, en la última entrega de este señor, escribe sobre la visita canónica en unos términos que perdona chico, o te has shutado, lo escribiste después de una noche de marcha o sencillamente, no tenías ni peregrina idea de lo que hablabas.

 

Estoy seguro que leen ese texto en su centro y le darán menudo rapapolvo, porque en el mismo se cumple aquel dicho “no me defiendas mejor compadre”, porque vaya sarta de contradicciones que sostiene.

 

El no va más allá del asunto es cuando afirma que es Dios quien lo quiere, no el padre. Vaya pedazo de pieza literaria. ¿Qué pinta Dios en este tinglado?. Claro que si, que puede aducirse que lo ve todo, lo pasado, lo presente y lo futuro, totalmente de acuerdo, pero de eso a pensar que Dios estará ocupado en ponerle pruebas al Opus para que se vea que es suya, hay un gran trecho.

 

Luego que no es que lo quiera el padre. Es que de querer obvio que no quiere, pero tampoco escribirá al Papa y le dirá: “hombre ¿qué pasa men?”, sino que le ha tocado tragar, poner cara de beatífico y aceptar la visita.

 

No sé si a alguno de vosotros os ha tocado recibir una visita que no se quiere, pero como tampoco se puede evitar, entonces se hace de tripas corazón y se pone la mejor cara, aunque en el fondo uno esté deseando que se largue cuanto antes. Ante esto se usan trucos como colocar la escoba detrás de la puerta, llegar a la cocina y echar sal dando la espalda al fogón para que caiga ahí, partir limones en cruz, etc. De todo se vale uno para que la visita sea breve y mejor si no se repite nunca.

 

Pues igual está ahora el padre  - con minúscula chaval, se lo digo al super, porque con mayúscula es Nuestro Padre Dios que está en el cielo, en la tierra y en todo lugar- . Seguro que el pobre señor está que traga saliva y poniendo a pensar a su plana mayor para atender a los dos visitadores de la mejor forma posible.

 

El meollo del asunto es que efectivamente están mal las cosas dentro, porque sino es imposible explicarse como vienen acá numerarios, supernumerarios, cooperadores a enmendarnos la plana. El colmo de los colmos fue leer a una que pontificó que Escrivá es profeta. Hombre, albricias!!!, antes la idea era hacerlo doctor de la Iglesia, ahora profeta. Me gustaría saber qué piensan al respecto Isaías, Jeremías y Amos –este último no sé, pero me gusta mucho-, si esto sigue así, entonces habrá que hacer una nueva revisión de los evangelios –seguro que Eunsa se lanza- y en vez que se diga “Señor, hagamos tres tiendas: una para Ti, una para Abraham y una para Moisés”, deba leerse: “Señor, hagamos cuatro tiendas, una para San Josemaría, una para Ti, una para Abraham y una para Moisés”.

 

Lo curioso del asunto es que no hemos visto a ningún agregado escribir defendiendo a la obra.

 

¡Hay Señor! , ¡Como está el patio!

 

Armando




Publicado el Monday, 04 February 2008



 
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