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 Tus escritos: Mi historia (I).- Ingenua

030. Adolescentes y jóvenes
ingenua :

No prometo escribir una historia tan apasionante como la de muchos de ustedes.

Siempre pensé que yo no tenía mucho para contar, pero hoy me pasó una cosa extraña. Buscando en mis recuerdos, comencé a hacer memoria sobre mis primeros pasos en el opus dei. Yo tenía 12 años.

Me di cuenta que tengo mucho para contar, y sobre todo, mucha necesidad de contar.  Voy a tratar de mostrar mi historia. Con ella, quizá pueda ayudar a clarificar un poco más de qué se trata y cómo acciona el opus.

En esta parte voy a contar mi vivencia a los 12 años, es decir, lo que me quedó en el recuerdo sobre lo que viví a esa edad. Más a delante voy a darles mis conclusiones, ya que até cabos mucho más tarde. Pero gracias a Dios, los até.

Un día mi mamá me comunicó, a mi y a mi hermana, que iríamos todos los sábados a un club. Todos los sábados de 9 a 12 hs. En ese club haríamos muchas cosas divertidas y aprenderíamos a hacer cosas que nos gustaban y que eran productivas. Como era de costumbre, no nos opusimos, pues en nuestro tiempo se hacía lo que los padres decían, no había lugar a opinión. Yo tenía 12 años y mi hermana, 11. 

Así fue que comenzamos a concurrir al "club" (el club tenía nombre pero no lo pongo en el relato).  Se llevaba a cabo en una casa de familia, que nos habían prestado para tal fin, y además de nosotras dos también iban otras chicas, algunas del mismo colegio.

Nos atendían mujeres jóvenes muy bien vestidas: de pollera larga, o pantalón pinzado, camisa o remera bien cerrada, bien limpia, con peinado de señora, aros y collar de perlas haciendo juego, a la moda pero bien discretas, siempre con una sonrisa en los labios y de buen trato.  Recuerdo que siempre nos invitaban a pensar en qué cosas nos gustaría hacer, y se preocupaban de manera extrema en conseguir todo aquello que nosotras les pedíamos. Por ejemplo, si les decíamos que nos gustaba jugar el voley, ya al sabado siguiente organizaban un campeonato, traian la pelota, la red y se hacía. Si queríamos cocinar, traían recetas, los ingredientes y hacíamos cocina. Si nos gustaba la música, traian la guitarra y nos enseñaban. Armabamos coros, obras de teatro (uf!! cuántas obras de teatro llegan a mi recuerdo!!!!), preparábamos manualidades para el día de la madre, el día de la familia, el día del padre, navidad, pascuas, representábamos el pesebre en navidad, confeccionabamos tarjetas, ropa, lo que sea... todo lo que nos "enganchara", porque al club había que seguir yendo, a costa de cualquier cosa. Ibamos de campamento, hacíamos campamentos en la misma casa y a veces a otras casas. La pasábamos genial!! Jugábamos, nos divertíamos, y por supuesto, rezábamos y teníamos las charlas y meditaciones, siempre infaltables.

No se en qué momento, ya que no recuerdo, pero bien desde el principio, se ve que habia sido hecho con mucha naturalidad, porque no lo recuerdo, no faltaba ningún sábado la parte espiritual. Yo vengo de una familia cristiana, en donde se me había enseñado a rezar, a si que creo que por eso para mi fue todo muy natural.

Cada sábado teníamos: una charla con una numeraria, una meditación obviamente con un sacerdote y la confesión (la famosa confesión!)

La charla constaba de: media hora, escuchando a una chica "muy preparada y muy formada" que nos hablaba de diferentes temas, sobre la historia del opus dei, a veces, y sobre todo sobre temas de "formación  humana", como ellas lo llamaban (sacramentos, mandamientos, preceptos, dogmas, plan de vida, etc etc etc. ya saben, todo eso que se repite año tras año) Recuerdo que a mi me encantaban las charlas, yo me sentía re importante, sentía que aprendía un montón, que me estaba formando, me sentía agradecida a Dios por darme la oportunidad de escuchar todas esas maravillas, agradecida de haber sido "elegida" por Dios, ya que no todas tenían esa oportunidad en la vida,  era una esponja!!!!!!!!  El opus dei era lo mejor que me podía haber pasado en la vida. Ellas lo sabían todo, y yo justo estaba ahí, aprendiendo que nuestra religión era la mejor, que los de otras religiones y los que no estaban bautizados se iban al infierno, que darle un beso a un chico o pensar en ello era pecado mortal, que habia que rezar por las personas que estaban equivocadas de camino, que habia que meterse en la vida de los demás para decirles que estaban equivocados, etc etc etc..  Me crié soberbia, agrandada, juzgadora y qué más?,, ah, cierto que las conclusiones venían después.

La meditación era maravillosa: un sacedote de túnica negra hasta los pies, (bue... ya todos saben los detalles de la oscuridad y la lámpara iluminando la cara del cura a la mejor manera de una peli de terror, con la cruz y el reloj arriba de la mesa) y otra media hora escuchando "esa maravillosa formación espiritual y humana"  Y tambien teniamos retiros mensuales (una vez por mes, en vez de una, dos meditaciones) Infaltables la Salve y el angelus antes de irnos.

Y la confesión! Para que no te  les escapes de la confesión semanal, además de explicarte una y mil veces cómo se hacía una buena confesión, cosa en la que me hice experta (por supuesto que experta en eso que ellos llaman confesión) te anotaban en una lista apenas llegabas, y te dejaban en evidencia adelante de todos, preguntándote: "¿te anoto, no?, a lo que te sentías obligada a decir que sí, por verguenza. O si no, antes de irte, "¿pregunta el padre si ya se confesaron todas o si falta alguna?, o si no directamente, "¿pasaste a confesarte vos, no? "dale, pasá, vas a ver que te hace bien"  Va, aunque a mi nunca tuvieron que insistirme mucho, porque yo obedecía en tooodo. Realmente me sentía una priviligiada.

Así fue mi vida hasta los 15 años. Y no falté ni un sábado. Recuerdo que muchas de las chicas se abrían y no querían ir más. Yo no entendía porqué, si todo era tan maravilloso. También recuerdo, que un día, por copiar a las demás, fui con mi hermana a plantearle a mi mamá que no queríamos ir más al club. A lo que ella respondió que ibamos a seguir yendo, y que lo imponía como una obligación. Así, "lo van a hacer les guste o no".  Más adelante comprendí que en esa misma época mi mamá conoció al opus dei, y estaba maravillada y con el entusiasmo del comienzo, por lo que quería que mi hermana y yo siguiéramos los mismos pasos.

Años más tarde era mi mamá la que trataba de abrirme los ojos, y ya les voy a contar cómo se sucedieron las cosas.

Hoy quiero quedarme en este punto. En los 15 añitos. Con esta edad hice mi primer retiro anual. Un antes y un después en mi vida.

No puedo seguir escribiendo más, se me llenan los ojos de lágrimas de recorrer los caminos andados. Yo, una tarada de 15 años, que creia llevarme el mundo por delante, que me creia una elegida. Pero... Quién les dio el derecho de manipularme así? Les parece que yo tenía plena libertad de conciencia con esa edad, justamente en la que se estaba formando mi conciencia? Nunca la llamaron a mi mamá para explicarle lo que  hacía ahí, lo que me decían... Quiénes se creyeron? Dueños de la vida de los demás? Creo que una cosa es formar, poner límites, explicar, en el sentido de dar herramientas para construir las propias ideas. Otra muy diferente es lo que me hicieron en el club: crear en mi cabeza una serie de premisas, como si fueran verdades absolutas e irrefutables. De las cuales yo me agarré para ser una  adolescente engreída y sin amor por los demás. Calculadora y antinatural. Interesada y frívolamente juzgadora, por creerme dueña de la verdad y superior a los demás. Valiéndose y utilizando las actividades que nos gustaban hacer, se aprovecharon para "formarnos"

Una cosa es vivir esto de grande, otra muy diferente es a esta edad, en donde estás totalmente indefensa.

En la prox les cuento qué pasó despues de ese retiro anual. Déjemne tomar fuerzas.

Los quiero a todos.

Ingenua

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Publicado el Friday, 25 January 2008



 
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