Encontré esta página por casualidad, aunque creo, que, en cuestiones relacionadas con el Opus Dei la casualidad no existe. Produce leeros una mezcla de sensaciones que son difíciles de explicar, pero hay una que destaca por encima de todas y es la satisfacción, porque consuela saber que hay alguien que es capaz de mirar las cosas con honestidad y piensa que contar lo incorrecto es lo mejor que puede hacerse, pero no por escandalizar, ni soliviantar, ni nada parecido (en este sentido entiendo el enfado de Carmen Charo cuando se queja, con cariño, de que a la gente le interesa más el cilicio que lo que de verdad importa), sino para intentar explicar, explicarse y explicarnos hasta dónde puede ser capaz de llegar el ser humano con tal de autoconvencerse de su estupidez.

 

Dan pánico algunos de vuestros relatos, y aún más cuando han formado o forman parte de tu vida, directa o indirectamente, como es mi caso, quizá porque al verlas escritas se transforman. Cómo me suena eso de: te hacen sentir triste, los regalos de Reyes, las bromas absurdas a la gente que en ese momento debe recibirlas, las tertulias, las peliculas comentadas ad eternum (autorizadas, eso sí), los libros prohibidos que tienes que leer a esacondidas o mejor en casa, las excursiones en la furgo, la medi, la convi, el largo de la falda, vente al estudio, oye ¿cuánto hace que no te confiesas?, tú eres de las que arrastran, eres líder, y tienes que vivir el minuto heróico (que venga Superman y lo vea), y no te vendría nada mal apuntar tus reflexiones diarias y lo que haces mal y sobre todo, tus pensamientos acerca de la falta de pureza y luego lo comentamos, siempre hay algo que comentar. Y cada vez te sientes peor porque eres consciente de que nada de lo que se dice se termina cumpliendo, y el ejemplo que se te da es el contrario del que se predica, y encima, como trabajas para ellas, no con ellas, se permiten el gran lujo de decirte que tu forma de actuar, en algunas ocasiones, y tu plan de vida (me pregunto muy a menudo si yo tengo de eso), resulta esquizofrénico. Y creo, humildemente, que las esquizofrénicas son ellas, que no soportan ver que una se va a su casa sin rendir cuentas a nadie y hace su trabajo como la que más sin que "su padre" o el Santo Marqués como le llamáis aquí, le supervise, porque mi tozudez no es santa ni lo pretende, y lo peor de todo, caer bien a las altas esferas que han llegado a poner orden desde la mísmisima delegación, y buscan tu compañía o te hacen una confidencia, o piden tu opinión, nada docta, claro, sobre temas laborales o incluso, a veces, personales, ante la mirada enfermiza de algunas numerarias a las que se las lleva el demonio porque no entienden qué pintas tú ahí.

 

A estas alturas, se habrá visto, que gracias a Dios y a mis padres, no soy de la Obra, pero sí me he criado y he crecido en ese ambiente colegial, de náusea, en el que parezco encajar a la perfección y en el que gusto, según las modernistas, porque soy diferente y no respondo al estereotipo, y no gusto, a las más reaccionarias, porque según me dijeron literalmente no soy un espejo adecuado. ¿Alguien lo entiende? Por eso me produce estupor leer a Morgana, que no miente, eso es cierto, a cada uno lo que le corresponde, pero que no ve más allá de lo que tiene delante, porque eso del aggiornamiento (tela la palabrita que ha debido salir de una de las salitas con la puerta abierta de una mente pensante femenina, me juego algo), queda precioso para decorar un discurso de captatio benevolentia, pero nada más. Sí que llevan agendas electrónicas y móviles y todo lo que queráis imaginar, y no lo entregan en sus centros, y van a la piscina y mil historias más, nimias, cuando lo que de verdad falta es libertad de pensamiento y ese espíritu crítico que tanto empiezan a preconizar desde no hace mucho, pero seamos francos, de aquí al debate jesuítico, queda un abismo con tinieblas y voces de ultratumba.

 

La vida es mucho más rica que todo esto, y más sencilla, y más plena, ¿o no? Muchos de vosotros lo decís a voz en grito y os felicito por ello. Espero que esos discordantes que os atacan por internet, insultando, que es el recurso de los cobardes, sientan algún día una mínima parte de lo que vosotros habéis experimentado. Enhorabuena.

 

Mansfield.