Bienvenido a Opuslibros
Inicio - Buscar - Envíos - Temas - Enlaces - Tu cuenta - Libros silenciados - Documentos Internos

     Opuslibros
¡Gracias a Dios, nos fuimos
Ir a la web 'clásica'

· FAQ
· Quienes somos
· La trampa de la vocación
· Contacta con nosotros si...
· Si quieres ayudar económicamente...
· Política de cookies

     Ayuda a Opuslibros

Si quieres colaborar económicamente para el mantenimiento de Opuslibros, puedes hacerlo

desde aquí


     Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí

     Principal
· Home
· Archivo por fecha
· Buscar
· Enlaces Web
· Envíos (para publicar)
· Login/Logout
· Ver por Temas

     Login
Nickname

Password

Registrate aquí. De forma anónima puedes leerlo todo. Para enviar escritos o correos para publicar, debes registrarte con un apodo, con tus iniciales o con tu nombre.

     Webs amigas

Opus-Info

NOPUS DEI (USA)

ODAN (USA)

Blog de Ana Azanza

Blog de Maripaz

OpusLibre-Français

OpusFrei-Deutsch


 Tus escritos: Buenos recuerdos. Carta a Otaluto.- Jacinto Choza

040. Después de marcharse
Jacinto Choza :

Sevilla, 14 de diciembre de 2007

 

Querido Otaluto:

 

No sabes cuanto me ha emocionado tu carta! Y cuantos recuerdos de esa década de los ochenta me han venido a la mente. La bendita buena fe con la que nos empeñábamos en casi todo, con la que aceptábamos tantas cosas…

 

Me refugiaba en Canadá para terminar de escribir mi manual de Antropología filosófica, con el que yo pensaba contribuir a señalar el camino para una formación doctrinal abierta y no paralizante, y cuya historia conté en el homenaje a Gorka Vicente tras su muerte: “Treinta años con Gorka”.

 

Mi entusiasmo era tanto que nunca he llegado a realizar lo imposible con tanta decisión y con tanto éxito como entonces. Como dices, tenía dificultades con el idioma… Una tarde que llovía a mares me fui en bicicleta a jugar al tenis con uno de los directores, y como yo no sabía, me explicaba en inglés cómo tenía que hacer para mantenerme en la vertical. Yo no sabía inglés, ni montar en bicicleta, ni jugar al tenis, pero cogí la raqueta, la bici, seguí las indicaciones en inglés de lo que debía hacer, y… lo hice. No he vuelto a subirme en bici ni a coger una raqueta desde entonces. 

 

            No sabía que ya era visto por los directores de Roma y de Madrid como un sujeto “corrosivo y deletéreo”, como ya muy desviado de la sana doctrina. No podía creerme que lo llegara a ser por el hecho de que me importaran más las personas que las normas y la vida real más que las interpretaciones sesgadas. Tardé muchos años en entender que los directores preferían lo contrario, en aceptarlo y en buscarle alguna explicación.

 

            Pero mientras vivía intentando aplicar los ideales cristianos que había aprendido a la vida real que me tocaba vivir, ayudando en todo lo posible a quienes tenía a mi alrededor.

 

            Cuando en la primavera de 1990 dejaron la Obra algunos numerarios y numerarias de los que tenía alrededor en la Universidad de Sevilla y los directores desencadenaron una caza de brujas, el vocal de San Miguel de la región de España fue a verme a Glasgow, donde yo estaba pasando el verano, para contarme que se había descubierto un complot contra la Obra, y desde dentro de la Obra, a ambos lados del atlántico, y que yo era el epicentro. Me informó que habían dejado la obra algunos numerarios, y, en concreto, un canadiense, mencionando mi nombre y aludiendo a conversaciones conmigo.

 

            Decididamente estaban locos. No había tal complot, ni yo era epicentro de nada. El canadiense que se fue era uno de origen polaco al que se le había producido un brote de esquizofrenia en Roma. Y yo recordaba las conversaciones con él. Dios mío, qué incapacidad para mirar las cosas con naturalidad y sencillez...

 

            Bueno, pero esos son recuerdos desagradables. Déjame que te cuente otros agradables.

 

            El 5 de diciembre regresé de Santiago de Chile. Allí estuve con Zartan y su familia. Cinco hijas y un hijo, un nieto y un montón de proyectos y recuerdos. Fue numerario veintitantos años y hace quince que lo dejó. No había querido hablar con nadie de ese periodo de su vida, pero ahora necesitaba recuperarlo, y pude ayudarle a hacerlo. Sacamos un montón de buenos recuerdos, de gente buena y abnegada con los que nos entendimos bien, de tareas arduas y prolongadas que conseguimos realizar, cosas que pusimos en marcha. Cada uno por su lado, porque yo no había coincidido con el más de vez en cuando en Pamplona

.

            Después de irse, coincidió en Buenos Aires por motivos de trabajo con otro ex numerario que había trabajado con él en Roma. El argentino le contó que había logrado desmontar una trama de corrupción muy gorda, en un organismo oficial argentino, en el que estaban implicadas dos multinacionales de base norteamericana. Ahora estaba pasando un mal momento laboral y económico.

 

-         Si hubieras aceptado la situación y te hubieras limitado a cobrar un 0’1 %, le dijo Zartan, ahora no estarías tan apurado.

-         Sí, pero entonces tú no estarías aquí ahora.

 

Cuando Zartan me lo contó se me puso un nudo en la garganta de la emoción. El nudo se apretó más cuando me contó que la semana anterior había estado en Ecuador, y había tenido ocasión de echarle una mano a otro ex numerario que trabajó también con el y con el argentino.

 

-         Yo escogería a éste para tal puesto de trabajo.

-         Pero si usted ha llegado a Quito hace dos días, cómo puede decir que le conoce lo bastante como para afirmar su idoneidad con tanta firmeza...

-         Llegué hace dos días, pero a él le conozco de antes...

 

Cuando has trabajado años con una persona, y sabes lo que ha dejado para hacer eso a cambio de nada, cómo te ha ayudado a ti en otros momentos... entonces no tienes dudas de la calidad humana de esos que estaban contigo y que tu conocías.

 

Ya sé que tu y muchos de vosotros habéis estado rodeados de personas mezquinas, de directores interesados por el sistema en primer lugar y secundariamente por las personas, o de personas buenas que no se atrevían a manifestar afectos, ni a confiar en los demás porque las buenas relaciones estaban prohibidas. Pero como ese no fue mi caso, mi depósito está repleto de buenos recuerdos. En los años 60 yo estaba rodeado de buena gente, y cuando todo empezó a endurecerse a finales de los 60 (después del Concilio), yo tenía a mi alrededor un montón de gente buena con ilusión por estudiar, con amplitud de miras y buena cabeza, a los que procuraba enseñar lo mejor que podía.

 

            Nos fuimos todos, poco a poco, y antes, mientras y después, nos estuvimos ayudando siempre. El vínculo de amistad y de compañerismo profesional se reforzó con el vínculo de la fraternidad de la Obra. Y cuando nos encontramos todos fuera, todo ese afecto fraguó en una relación de confianza maravillosa.

 

            Esa relación que hace posible que cuando voy a Chile, me encuentre con un ex numerario al que apenas conozco, y pueda estar con su familia como si les conociera de toda la vida, y disfrutar de lo que hemos vividos en común aunque nunca estuviéramos juntos.

 

            Fue Colibrí la que nos puso en contacto, la que me dijo a mí que él me esperaba allí, y a él que yo haría una visita a Santiago de Chile. Y ahora es Colibrí la que organiza en Sevilla una comida para reunirnos y pasar un rato agradable los ex que nos hemos conocido a través de la web de Agustina.

 

            Creo que sé quién eres, que me mandaste una foto tuya, y que sé donde estás. Yo sigo aquí, en Sevilla, en esta dirección de correo electrónico. Te agradezco mucho tu afecto y tus recuerdos, y las palabras elogiosas que me diriges (eso le ayuda a uno a sentirse mejor). Quiero que sepas que esta carta tuya me hace un efecto como el que a ti te hicieron mis conversaciones aquél verano en Canadá. Y que sepas que desde aquí te devuelvo otro abrazo inmenso, con la certeza que Dios nos hará disfrutar de muchos encuentros que guardaremos como buenos recuerdos.

 

Jacinto Choza




Publicado el Friday, 14 December 2007



 
     Enlaces Relacionados
· Más Acerca de 040. Después de marcharse


Noticia más leída sobre 040. Después de marcharse:
El arte de amargarse la vida.- Paul Watzlawick


     Opciones

 Versión imprimible  Versión imprimible

 Respuestas y referencias a este artículo






Web site powered by PHP-Nuke

All logos and trademarks in this site are property of their respective owner. The comments are property of their posters, all the rest by me

Web site engine code is Copyright © 2003 by PHP-Nuke. All Rights Reserved. PHP-Nuke is Free Software released under the GNU/GPL license.
Página Generada en: 0.128 Segundos