Ruthie :
En los 70 viví durante un año en una residencia universitaria de la Obra porque mi familia residía en provincia y yo estudiaba en la capital un doctorado. Tenía entonces alrededor de 20 años y recuerdo siempre que la directora me dijo que yo tenía una cosa inusual: no hacía acepción de personas. Un día (era Yom Kippur) no me vieron en todo el día y cuando regresé me preguntaron dónde había estado y yo contesté la verdad: una compañera de la facultad, judía, me había pedido que la acompañara a la sinagoga porque ella era atea y como yo creía le parecía normal que fuera yo a orar. Yo estaba encantada de haberlo hecho porque me parecía que era una forma en que podía ganarla para Cristo. De todas formas yo ayudaba en la Obra dando clases de francés en un barrio pobre. La cosa es que al fin del año lectivo me dijeron que no podía volver al año siguiente porque no encajaba en el perfil o en la imagen o en algo qure yo no entendía. Mi familia siempre pagó regularmente la mensualidad. Yo nunca tuve una conducta inmoral ni indecente y era profundamente creyente. Fue un dolor desgarrador y me sentí muy despreciada. Debo agregar que yo era muy buena alumna pero que las compañeras que integraban mi grupo de estudio y que por ende frecuentaban la residencia eran de un nivel socioeconómico medio.
Me sentí profundamente discriminada y todavía lloro cuando me acuerdo.
Ruthie
Publicado el Monday, 05 November 2007
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