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 Tus escritos: Respuesta a las observaciones a mi escrito sobre la vocación.- Josef Knecht

125. Iglesia y Opus Dei
Jose Knecht :

Respuesta a las cuestiones y observaciones planteadas a mi escrito sobre la vocación y el proselitismo en la Obra

 

Josef Knecht

 

En primer lugar agradezco a los lectores de Opuslibros el interés que mi último escrito del 12.10.07 ha suscitado en algunos de ellos. Y agradezco tanto las aprobaciones como las críticas, pues de eso se trata en esta página Opuslibros. Intentaré a continuación responder a las preguntas.

 

1. Respecto a Ana Azanza (15.10.07), ya suponía yo de antemano que no la iba a convencer, pues, aunque no la conozco personalmente, sus escritos dejan traslucir que es una inteligente persona de posiciones firmes e inamovibles. Y, puesto que tiene sus admiradores, Leonardo Cantú (17.10.07) se adhiere a su posición. Advierto de entrada que estoy sinceramente de acuerdo con la descripción, tan vivaz, que Ana presenta de la vida interna del Opus Dei y de los graves errores de ese sistema y por ello no tengo motivos para desautorizarla. Es más, me uno a su sugerencia final: en esta página Opuslibros se podría y debería hablar más del entramado económico del Opus Dei, pues de esta forma se entenderían mejor, en mi opinión, los logros que la Obra ha conseguido en el ámbito de la política eclesiástica tanto en sus relaciones con la Santa Sede como con algunos obispos diocesanos. Estoy, pues, querida Ana, sustancialmente de acuerdo con tus tesis.

 

Sin embargo, insisto en que, nos guste o no nos guste, el Opus Dei es una realidad eclesial que tiene la misión, como todas las realidades eclesiales, de suscitar la vivencia vocacional. Negar esto me recuerda la reacción de algunas víctimas del terrorismo que, impresionadas por la crueldad de sus agresores, se resisten a reconocer que los terroristas sean seres humanos. Ana y Leonardo argumentan que el Opus no puede ser una realidad eclesial y que la vocación a la Obra no existe porque nadie recibe de Dios la vocación de torturador ni de torturado; este mismo argumento es, como digo, empleado por algunas víctimas del terrorismo cuando niegan a sus agresores la condición humana, arguyendo que no es propio de un hombre matar a otros y que el asesinato deshumaniza e infrahumaniza a quien lo comete. Pero en esta línea argumentativa, comprensible a consecuencia del dolor inherente a la condición de víctimas, se encierra un error de comprensión de la realidad; y es que, mientras alguien se encuentre inmerso en una reacción, psicológicamente explicable, de berrinche o de rabia, se comprende que niegue y rechace la evidencia de la condición humana de su agresor, pero se equivoca. Si un terrorista no es un ser humano, entonces ¿qué es: un tiburón, una palmera, una nube? Si lo excluimos de la humanidad, lo estamos, además, exculpando ingenuamente de sus delitos, pues sólo un hombre es responsable de sus actos y reo de sus culpas. Negar estas evidencias presupone, además, una cierta falta de cultura jurídica que acaba favoreciendo los intereses perversos de los delincuentes...



Si el Opus Dei no es una realidad eclesial, entonces ¿qué es: una nave espacial, una compañía de teatro, una mafia de contrabandistas? Probablemente, Ana Azanza respondería a esta pregunta diciendo que el Opus Dei es un hospital psiquiátrico, pues ella testimonia en sus escritos que muchos miembros del Opus Dei padecen enfermedades psicológicas a consecuencia de los planteamientos irracionales con que se gobierna esa institución, y yo no tendría inconveniente en seguir el juego irónico de Ana e incluso lo ampliaría diciéndole: “De acuerdo, Ana, hay que cambiar el nombre de la Clínica Universitaria de la Universidad de Navarra para denominarla Hospital Psiquiátrico San Josemaría Escrivá”. Pero, acto seguido, introduciéndonos en un contexto carente de resentimiento y de berrinches, haría reflexionar a Ana desde la perspectiva de una correcta mentalidad jurídica y le diría con todo mi respeto y cariño: “El Opus Dei no es un hospital psiquiátrico, sino una realidad eclesial, más rara que un perro verde, pero realidad eclesial al fin y al cabo”. Si prescindimos de la dimensión eclesial del Opus Dei, no damos facilidades para que las autoridades eclesiásticas intervengan y exijan a los directores y directoras de la Obra la responsabilidad por sus tropelías. Soy consciente de que, en el actual momento histórico, los tribunales eclesiásticos no son receptivos a las reclamaciones de Ana Azanza y de otras víctimas de las rarezas opusianas; pero la historia da muchas vueltas, y por eso confío en que llegue el momento en que se puedan poner las cartas boca arriba para hacer justicia.

 

2. La opinión de E.B.E. (15.10.07) sobre la vocación a la Obra se parece a la de Ana Azanza y coincide con ella en que la Obra no sólo está corrompida en los medios, meramente utilitaristas, sino también en el fin. Algo de razón tiene E.B.E. cuando dice que hablar de vocación a la Obra es un tanto problemático, porque en la medida en que la Obra emplea medios (y un fin) corruptos, tener una vocación así no es algo digno de elogio. Estoy, querido/a E.B.E., de acuerdo con esa afirmación, como también estoy conforme con lo que añades acerca de la “vocación subjetiva” que uno “cree” tener para lo que “cree” que es la Obra. Todo esto es lo que quise decir en mi anterior escrito del 12.10.07, cuando presenté la vocación a la Obra como una vivencia aristocrática y elitista de la vida humana y de la fe cristiana; también aludí a que los errores cometidos en el sistema de la Obra se enraízan en la megalomanía narcisista de San Marqués.

 

Hay, sin duda, en la Iglesia vivencias vocacionales mucho más dignas que ésta. Ya sé que se podrían aducir muchos ejemplos históricos, pero, teniendo en cuenta que en este año 2007 se conmemora el 450º aniversario del nacimiento del también aragonés San José de Calasanz (1557-1648), fundador de las Escuelas Pías, se podría comparar la vida de esos dos santos aragoneses, que vivieron y murieron en Roma y allí están enterrados, y concluir que la vivencia vocacional de ambos es tan distinta como el día y la noche. El Calasancio, nacido en Peralta de la Sal (Huesca), se ordenó de sacerdote en el año 1583 y después de ordenado trabajó por un tiempo en las diócesis de Lérida y de Seo de Urgel. Tras unos años se trasladó en 1592 a Roma, con la intención de obtener un cargo en la jerarquía eclesiástica. Pero fue allí donde observó la gran cantidad de niños huérfanos y pobres que vivían en sus calles, sobre todo en la barriada del Trastévere. José de Calasanz, renunciando a su carrera eclesiástica, decidió que la atención de esos niños sería su principal labor y la materializó con la apertura de una pequeña escuela en las dependencias de la parroquia de Santa Dorotea, la que es considerada la primera escuela pública y gratuita de Europa. El fundador de las Escuelas Pías es uno de los pioneros de la pedagogía moderna. ¡Las diferencias saltan a la vista enseguida!

 

El papa Pío XII nombró a San José de Calasanz patrono de todas las escuelas cristianas del mundo, no sólo de las fundadas por los escolapios; pero los colegios promovidos por el Opus Dei, puesto que no entran dentro del concepto de “escuela cristiana”, no tienen al Calasancio como patrono. El Opus Dei argumenta que esos colegios suyos no son confesionalmente “cristianos”, porque sencillamente están en medio del mundo luciendo una despampanante mentalidad laical aconfesional, lo cual desplaza a todas las escuelas cristianas protegidas por el patronazgo del Calasancio a otro mundo, tal vez al planeta Marte. En fin, son las cosas raras de los perros verdes.

 

3. Supo (15.10.07) desea saber más, como su nombre indica, y quiere profundizar en las tesis de la “Escuela de Navarra”, a la que pertenecen teólogos de la Obra como José Luis Illanes y Pedro Rodríguez. Es cierto que yo hubiera podido ahondar mejor en las teorías de estos teólogos, pues confieso que las expuse resumidamente a partir de lo que estaba grabado en mi memoria, ya que leí a esos autores hace mucho tiempo. Pero, por otra parte, no sé si la página Opuslibros es el foro más adecuado para debatir a fondo quaestiones disputatae de teólogos; creo que basta con la presentación somera que hice. Si alguien desea profundizar más sobre esta cuestión, puede acudir a las referencias bibliográficas que di. Al mismo tiempo, querido Supo, entendiste bien lo que expuse. Las teorías de Illanes acerca de la vocación cristiana y su distinción entre “vocación general” y “vocación específica” no son más que un montaje intelectual para justificar en el plano teórico la política eclesiástica del Opus Dei: ser una prelatura personal. Aciertas cuando dices que la vocación general es la del cristiano corriente. Y eso es lo que la “Escuela de Navarra” sostiene: que la vocación al Opus Dei es la vocación de un cristiano corriente que vive en medio del mundo, y por eso la Obra ha de tener una figura jurídica de tipo jerárquico (y no asociativo) como la que corresponde a cristianos corrientes en medio del mundo: diócesis, prelaturas, etc. Pero tú mismo sabes de sobra que un miembro del Opus Dei contrae muchas obligaciones que no son las de un cristiano corriente: he ahí el error y la falacia de las tesis teológicas de la “Escuela de Navarra”. Entendiste bien mi exposición. Además, tuviste una idea genial al sugerir que un cineasta podría llevar a la gran pantalla relatos de Satur.

 

4. El escrito de Austral (15.10.07), conciso e irónico, me ha recordado el humor austral y socarrón de los cómicos-músicos “Les Luthiers”: siempre que los he visto, me lo he pasado en grande. En un primer momento, cuando leí la nota de Austral, me quedé desconcertado y pensé equivocadamente que él no se había enterado de mi argumentación, pero al cabo de un momento recapacité y caí en la cuenta de que, en realidad, Austral se adentraba justamente en el meollo de la cuestión. Por ello me voy a extender un poco en mi respuesta a sus sugerencias. Austral ironiza diciendo que yo he descubierto la “franquicia” de la vocación al Opus Dei, siendo así que los directores de la Obra ni siquiera saben qué es esa vocación. A decir verdad, no he descubierto yo, ni por arrogancia ni por pedantería, la “franquicia” de la vocación al Opus Dei, ya que esta “franquicia” ya está registrada en los documentos oficiales de la Iglesia Católica; y ésta presenta al Opus Dei como una prelatura personal que tiene como misión la santificación en medio del mundo y en el ejercicio del trabajo profesional de acuerdo a la espiritualidad vivida y enseñada por san Josemaría Escrivá. Esta es la “franquicia” de la vocación a la Obra, según consta en los documentos oficiales de la Iglesia, la cual es la única instancia que tiene la potestad de acuñar y registrar las “franquicias” de las distintas realidades eclesiales.

El problema que acertadamente entrevé Austral después de la lectura de mi escrito del 12.10.07 es que esa “franquicia” es entendida de manera diversa por parte de las autoridades de la Iglesia y por parte de las autoridades del Opus Dei. En efecto, la “versión oficial” del Opus Dei entiende su propia vocación como una vocación laical en medio del mundo, merecedora de una figura jurídica no de tipo asociativo, sino de tipo jerárquico. Pero las autoridades de la Iglesia Católica saben, como lo sabe todo el mundo, que la gente de la Obra vive en realidad como personas consagradas y, además, entienden que la figura jurídica de la prelatura personal no es de tipo jerárquico, sino asociativo. Esta disonancia entre las autoridades del Opus Dei y las de la Iglesia Católica a la hora de entender el carisma del Opus Dei ya ha sido expuesta en esta página web en un escrito de Daniel M. (1.10.07), del que ahora transcribo un párrafo: Parte del problema del Opus Dei es querer ser más de lo que realmente son. No son capaces de verse como son realmente dentro de la Iglesia. Y creo que no aceptan la visión que la Iglesia tiene de ellos. Tampoco han sabido captar la providencia de Dios de estos últimos años. El hecho que el Cardenal Ratzinger se opusiera claramente a considerar una prelatura personal como estructura jerárquica, que este Cardenal fuese nombrado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y actualmente Papa, les debería haber iluminado lo que era la Voluntad de Dios durante los últimos 25 años. Pero algo les pasa, pues exigen obediencia plena y ciega a las disposiciones del Prelado. Pero éste, a su vez, no parece estar sujeto al mismo tipo de obediencia respecto al Papa. Lo natural sería que no exigiera a los demás lo que él no está dispuesto a cumplir ¿verdad?”.

La disonancia entre las autoridades de la Iglesia y los directores del Opus Dei acerca de la identidad del propio Opus Dei también se escucha en algunos tratados de teología católica. El teólogo catalán Salvador Pié-Ninot afirma que la línea de pensamiento sostenida por los teólogos de la Obra sobre las prelaturas personales es “insospechada”, “prácticamente única, no gozando del consentimiento del resto de eclesiólogos y canonistas incluso de diversas orientaciones”, ya que “se trata de una propuesta eclesiológica altamente sorprendente por su falta de fundamentación histórico-tradicional” (Salvador Pié-Ninot, Eclesiología, Sígueme, Salamanca 2007, págs. 340-345 y 427). El canonista alemán Heribert Schmitz, catedrático emérito de Derecho Canónico de la Universidad de Múnich y miembro del Senado de Baviera, refiriéndose a la transformación del Opus Dei en prelatura personal, llega a la conclusión de que “la nueva forma jurídica que el Opus Dei se ha hecho dar no corresponde a la esencia ni a la estructura de esa asociación, y por eso hay que buscar en adelante una mejor solución” (Joseph Listl – Heribert Schmitz [eds.], Handbuch des katholischen Kirchenrechts, Verlag Friedrich Pustet, Regensburg 1999, pág. 654). Según Schmitz y otros especialistas (Winfried Aymans, Lamberto de Echeverría, Oscar Stoffel, Ronald Klein, Giancarlo Rocca, etc.), el Opus Dei debería adoptar una forma jurídica distinta de prelatura personal, correctamente adaptada a la realidad de su carisma. Como se puede apreciar, las tesis de la “Escuela teológica de Navarra” resultan inaceptables por otros teólogos y canonistas que, además de conocer la realidad de la Obra, se mantienen fieles a lo que establece el Código de Derecho Canónico y a las pautas razonables del quehacer teológico.

La causa profunda de todo este galimatías, sorprendente y algo alucinante para quien no esté metido en el mundo teológico, radica en la arrogancia y la prepotencia del Opus Dei en la Iglesia y, más en concreto, en el deseo que tenía san Josemaría de llegar a ser obispo y jerarca; me remito otra vez al magistral artículo de Marcus Tank del 14.09.07 acerca del narcisismo de este personaje, situado en las antípodas de su compatriota San José de Calasanz.

Por todo ello, querido Austral, no te equivocas al afirmar irónicamente que ni siquiera las autoridades del Opus Dei saben en qué consiste la vocación al Opus Dei. Y así te has adentrado bien en el meollo de la cuestión. Me ha sorprendido gratamente que en otro escrito del 17.10.07 me pidas disculpas por haber sido irónico conmigo: te disculpo y te doy un abrazo, pero, hablando sinceramente, tu ironía me gustó, pues ironizar no siempre es ofender, sino un recurso retórico perfectamente ético, si se usa en su justo término medio entre la bazofia chabacana y el insulto personal (Aristoteles dixit).

 

5. Antes de concluir, desearía hacer una reflexión general. Hay dos modos o cauces para denunciar los errores del Opus Dei: se puede atacar a la Obra desde fuera de la Iglesia o desde dentro de ella.

 

Y permitidme que presente esta reflexión ayudándome de un ejemplo. Imaginemos que queremos eliminar un tiburón: unos optan por arrojar veneno al océano y otros por lanzar un arpón a la bestia. Quienes vierten veneno al mar consiguen que el tiburón se sienta incómodo e indispuesto, que padezca también molestias y que incluso sus posibles presas se ahuyenten, pero la inmensidad del océano proporciona al instinto de supervivencia del animal una buena escapatoria para esquivarse de las zonas envenenadas y continuar viviendo en espacios sanos y salvos. Quienes optan por arrojarle un arpón y éste lo atraviesa logran dañar la estructura interna del tiburón, el cual ya no puede sustraerse a la presencia penetrante y dañina del arpón.

 

Pues bien, algo similar sucede con los dos cauces que se pueden seguir para denunciar los errores del Opus Dei. Quienes optan por atacarlo desde fuera de la Iglesia logran crear a la Obra serias incomodidades y disgustos y consiguen que mucha gente se ahuyente de la Obra. Pero estos ataques foráneos no penetran en la estructura interna del Opus, el cual, mientras se encuentre arropado por la inmensidad del océano de la Iglesia y por las “franquicias” vocacionales que ésta registra, siempre podrá sobrevivir a esos ataques externos; y, por eso, aunque la Obra apenas consiga vocaciones en España, puede conseguirlas en Polonia, por ejemplo. Ahora bien, si las críticas contra la Obra proceden de la Iglesia misma e incluso de sus autoridades, entonces la Iglesia, con su potestad jurídica, le lanza un arpón que sí penetra en las estructuras internas de la institución. También en este punto estoy de acuerdo con Daniel M., el cual ha manifestado varias veces en esta web que resulta más eficaz criticar a la Obra desde dentro de la Iglesia que no desde fuera. Ya me he dado cuenta de que algunas actitudes y opiniones de Daniel M., que tal vez sea otra inteligente persona de posiciones firmes e inamovibles, han causado molestias o enfados a varios usuarios de esta web. Sin embargo, advierto sinceramente que, cuando él sostiene que sólo desde dentro de la Iglesia se ataca de forma eficaz a la Obra, tiene toda la razón, pues la Obra está sometida a la autoridad jurisdiccional de la Iglesia y sólo ésta puede adentrarse y modificar, si quiere, las estructuras internas del Opus Dei. Si ya ahora apreciamos discrepancias entre las autoridades de la Iglesia y las del Opus Dei acerca de la identidad espiritual y jurídica de esta prelatura personal, entonces constatamos que se ha abierto un cauce para que la Iglesia intervenga en la vida interna del Opus, y a todos nos conviene que ese cauce se amplíe y se canalice debidamente.

 

Ya he escrito líneas más arriba que olvidarse de la dimensión eclesial de la Obra acaba favoreciéndola, de la misma manera que favorece a un terrorista negar de raíz su condición humana. Es como si, olvidándonos de que el tiburón es un pez, disparáramos con una escopeta tiros al aire, mientras el tiburón nada en el mar a sus anchas. Por eso es del todo acertada la reciente sugerencia de Robb (17.10.07) de que se debe dar a los párrocos, obispos diocesanos, nuncios y obispos de la curia vaticana la mayor información posible de lo que sucede realmente en la vida interna de la Obra.

 

¿Qué es lo que realmente incomoda a los directores del Opus Dei de esta página Opuslibros? No sólo les molesta que desde aquí se propague una mala imagen (aunque verdadera) de la Obra y que por ello mucha gente huya de ellos. Lo que realmente, realmente, realmente les preocupa de esta página web es que las autoridades de la Iglesia encuentren en ella un arsenal para amonestarlos y lanzarles uno o varios arpones que desestabilicen su sistema. Pocos días después de que Marcus Tank publicara aquí su artículo del 14.09.07, Giovanna Reale (17.09.07) advirtió que ese artículo podría contribuir a que las autoridades de la Iglesia no eleven a San Josemaría al rango de Doctor de la Iglesia. Esto es lo que realmente preocupa a los dirigentes de la Obra: que su sistema se desestabilice o debilite.

 

Quizá podríamos sugerir al papa Benedicto XVI que, en vez de hacer Doctor de la Iglesia a san Josemaría, lo nombre patrono de todos los hospitales psiquiátricos del mundo, como hizo Pío XII con San José de Calasanz nombrándolo patrono de todas las escuelas cristianas del mundo; pero el papa nos respondería: eso no puede ser, porque antes habría que precisar en qué mundo está el Opus Dei, cosa imposible de saber.

 

6. Austral (15.10.07) me aconseja que haga un viaje a Roma. Es una idea magnífica, pues esa ciudad me fascina. Pero no iré allí en busca de aburridas “franquicias” vocacionales, sino de experiencias espirituales y culturales y de paso degustaré alguno que otro de los vinos italianos, en verdad excelentes. Recomiendo a los usuarios de Opuslibros que, si desean viajar a Roma, consulten con antelación la página web www.enroma.com, en la que encontrarán información muy útil, en lengua castellana, para aprovechar mejor su estancia en esa ciudad. Esa página web la lleva un amigo mío, a quien quiero mucho, casado con una romana y que ha formado allí una hermosa familia. Merece la pena consultar esa página y, sobre todo, visitar la ciudad. En cuanto a los vinos y a la gastronomía de Italia, es muy recomendable la visita del moderno edificio La Città del Gusto (“La Ciudad del Gusto”), perteneciente a la conocida empresa gastronómica Gambero Rosso (“Gamba Roja”): Via Enrico Fermi, 161 – Roma; tel.: + 39 06 551121 (www.gamberorosso.it).

 

A propósito de Roma, me ha venido a la memoria una anécdota con la que deseo terminar este escrito. Contigua a la famosa e inmensa plaza Navona, se halla la pequeña plaza de Pasquino, caracterizada por la “estatua parlante” más popular de Roma. Ese trozo de mármol, bastante erosionado por el paso del tiempo, es todo lo que queda de un antiguo conjunto helenístico de la Antigüedad; durante años yació abandonado en una calle medieval llena de barro, hasta que se colocó en una esquina de esa placeta en 1501, cerca de la tienda de un zapatero llamado Pasquino. La libertad de expresión no estaba permitida en la Roma papal, así que este artesano solía escribir sus comentarios satíricos sobre los incidentes del momento y los pegaba anónimamente en la estatua. Otros romanos no tardaron en seguir su ejemplo, colgando máximas y versos durante la noche para evitar ser castigados. A pesar de la ira de las autoridades, los dichos de la “estatua parlante”, apodada Pasquino, han formado parte de la cultura popular hasta nuestros días, pues la gente sencilla ha colgado allí sus manifiestos o pasquines –la palabra castellana “pasquín” deriva precisamente del mote popular de esa estatua romana–, para criticar los abusos del poder constituido. Pues bien, sabedor de que el Opus Dei influye grandemente en las finanzas vaticanas, Pasquino parodió en los años noventa del siglo XX la oración del Agnus Dei en estos términos:

 

Opus Dei, qui tollis

pecuniam mundi,

dona nobis partem.

 

Es decir, “Opus Dei, que quitas el dinero del mundo, danos una parte”. También puede traducirse el último verso: “danos nuestra parte”. Cfr. Claudio Rendina, Storie della città di Roma, Newton & Compton editori, Roma 2005, págs. 490-493.

 

 

 

 

La “estatua parlante” Pasquino puede considerarse como un precedente en el siglo XVI de la página Opuslibros, nacida a comienzos del siglo XXI en el contexto de las nuevas tecnologías de la comunicación humana. Y recordemos, por si nos sirve de aliento, que las reivindicaciones sociales de Pasquino acabaron implantándose en la sociedad italiana y europea años después durante el proceso revolucionario y transformador de la sociedad que Europa vivió en el siglo XIX.

 

A tenor del citado pasquín del entrañable Pasquino, que no se olvida de la condición eclesial del Opus Dei, vuelvo a solidarizarme con Ana Azanza cuando propone que en la página Opuslibros se debería hablar mucho más del entramado pecuniario y financiero de la Obra. “Opus Dei, que quitas el dinero del mundo, danos una parte”.

 

Doy de nuevo las gracias a los usuarios de esta página web por haber leído con paciencia y amabilidad este mi pasquín de hoy.

 

Josef Knecht, amigo de Pasquino y de Opuslibros




Publicado el Friday, 19 October 2007



 
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